Tras la crisis financiera de 2008, la izquierda tenía muchas esperanzas de que una crisis de confianza en el capitalismo cambiaría el equilibrio político a su favor. Pero, más allá de victorias y movimientos aislados, eso no sucedió. En cambio, a principios de la década de 2010, al rescate de los banqueros le siguió la imposición de la austeridad en Europa y en América mientras los gobiernos intentaban sanear las cuentas.
Por ello, debemos evitar predicciones prematuras sobre la naturaleza de la política post-COVID. Pero sí parece que están emergiendo algunas tendencias. Conectan con la experiencia de cómo mucha gente ha vivido la pandemia, y hay alguna evidencia de que, en el norte de Europa, pueden avivar el renacimiento y la renovación de los partidos y movimientos de centro-izquierda.
La dimensión del renacimiento de los socialdemócratas alemanes quedará clara con los resultados definitivos de las elecciones de este domingo. Pero se convierta o no su candidato, Olaf Scholz, en canciller, su campaña ya ha sido notable por haber empujado las ideas del Michael Sandel. El año pasado, el filósofo de Harvard publicó La tiranía del mérito, una incisiva crítica de la manera en la que las sociedades occidentales han distribuido tanto la riqueza como el prestigio social en las últimas décadas.
Las ideas equivocadas sobre el logro y el valor, según Sandel, han creado una sociedad dividida e individualista: un grupo altamente cualificado de “ganadores” consiguen recompensas excesivas en los sectores basados en el conocimiento, como la tecnología, mientras que la aportación de aquellos que trabajan, por ejemplo, en sectores dedicados a los cuidados son inapropiadamente subestimados.
En una entrevista con The Guardian (y publicada por elDiario.es), Scholz dijo: “En ciertas clases profesionales, la euforia meritocrática ha llevado a muchos a creer que su éxito depende sólo de sí mismos. Como resultado, los que realmente mantienen todo funcionando no reciben el respeto que merecen... Los trabajadores manuales no merecen menos respeto que los universitarios”.
Este tipo de opiniones se han convertido en habituales durante la pandemia, ya que los trabajadores esenciales mal pagados son los que han mantenido las sociedad en marcha durante los confinamientos. “Respeto”, en particular el que se demuestra con mejor salario y mejores condiciones de trabajo para ocupadores poco glamorosas, pero vitales, ha sido por ello una idea central en la campaña de Scholz.
Llegan señales parecidas de Noruega, donde el partido laborista ha logrado volver al poder después de las elecciones de este mes. Por primera vez desde 2001, los tres países escandinavos tienen un primer ministro socialdemócrata. Aquí las desigualdades sociales también han jugado papel en el cambio del estado de ánimo. El exitoso eslogan de campaña del partido laborista noruego era: “Es el turno de la gente corriente”. Su manifiesto incluye promesas de aumentar los derechos laborales, promocionar la afiliación sindical y aumentar impuestos sobre patrimonio.
Aquí de nuevo hay que hacer algunas advertencias. En un panorama político fragmentado, los partidos socialdemócratas escandinavos están lejos de ser tan poderosos como eran antes. Y en Dinamarca, el Gobierno ha adoptado políticas migratorias crueles que harían que la mayoría de la izquierda progresista se quedara blanca. Sin embargo, en palabras de un alto cargo socialdemócrata noruego después de las elecciones, el COVID parece haber llevado a una mayor preocupación y mayor énfasis en el “bien común”. Un nuevo vocabulario de respeto y dignidad, y una atención en trabajos y vidas “corrientes”, indica el camino hacia una política post-pandemia de la izquierda más centrada en la redistribución del estatus igual que en la redistribución de los ingresos. En algunas ocasiones, el texto del líder laborista británico Keir Starmer publicado hace unos días, también toca estos temas.
Los movimientos populistas y la pandemia -que ha mostrado el valor de un Estado protector- han dado un golpe a las políticas individualistas y divisivas del liberalismo extremo. En Estados Unidos, el paquete de estímulo de Joe Biden de 1,9 billones de dólares es parte de un intento de poner a los trabajadores manuales y a las comunidades olvidadas del país en el centro de la recuperación económica. Los valores de la responsabilidad colectiva y del respeto mutuo también deben ser un territorio fértil para el centro-izquierda en Europa. Mientras están cambiando las tornas, hay señales de que este mensaje está siendo recibido y entendido.
Traducción: elDiario.es