El auge de la cría intensiva de cerdos y aves de corral en Irlanda del Norte ha generado una industria de millones de euros que provee a los consumidores británicos de pollo y cerdo para comer. Pero también se ha convertido en un dolor de cabeza para los políticos por la contaminación y el medioambiente.
Tras una década de crecimiento, el país tiene un población de 25 millones de aves de corral y la producción de cerdo ha aumentado a casi 1,5 millones. Casi toda la carne se exporta a Gran Bretaña.
En medio de una agria disputa entre la Unión Europea y el Reino Unido por la inminente prohibición de la importación de carnes frías de Gran Bretaña a la región europea, las cifras demuestran que a Irlanda del Norte no le faltan ingredientes para hacer salchichas.
Sin embargo, el país tiene dificultades para deshacerse del excremento de los animales de una forma sostenible, y es posible que tenga que exportar más de un tercio del mismo. Los niveles de fosfato y nitrato están amenazando los canales de agua del país y llevando al Reino Unido a sobrepasar los límites internacionales de amoníaco.
Organismos consultivos le han dicho a los políticos que es probable que el país tenga que exportar el 35% del excremento animal con el fin de mejorar la calidad del agua y la tierra en la región, y que “las actividades agrícolas siguen suponiendo una importante y creciente amenaza para la calidad del agua” en Irlanda del Norte.
Solo un lago de cada 21 en Irlanda del Norte tiene agua en buen estado según la directiva marco del agua de la UE, una normativa que pretende mejorar la calidad del agua de los ríos.
Contaminación transfronteriza
El primer proyecto de ley en relación a la crisis climática de la administración autónoma de Irlanda del Norte pasó el mes pasado a segunda lectura y establece el objetivo de que el país llegue en 2045 a la neutralidad de emisiones. Los grupos agrícolas dicen que si se pusiera en marcha ese objetivo podría desaparecer la mitad de las granjas ganaderas del país.
Un cuarto de los extrementos de aves de corral de Irlanda del Norte se exporta, pero no hay cifras fiables que den una idea de la magnitud total de las exportaciones de los desechos de animales.
El estiércol líquido y sólido concentrado generado por la cría intensiva de cerdos y aves de corral se envía al sur de la frontera, llegando incluso a la localidad de Wexford, a más de 240 kilómetros de Irlanda del Norte. Parte de lo que queda se envía por barco a incineradores en Gran Bretaña, incluidos algunos en Norfolk y Fife. El material transportado a la República de Irlanda se usa principalmente como fertilizante o es procesado por plantas de digestión anaeróbica para obtener biocombustible.
La contaminación provocada por el estiércol enviado por Irlanda del Norte a la República de Irlanda ya ha motivado acciones legales. La red Friends of the Earth y An Taisce, el Fondo Nacional de Irlanda (una ONG dedicada al medio ambiente) ya están preparando denuncias. An Taisce posee tierras en la frontera entre los condados de Monaghan y Tyrone.
El Partido Verde dice que el 98% de las áreas especiales de conservación de Irlanda del Norte sobrepasan los niveles críticos de nitrógeno, e incluso algunas llegan al 300% o más.
James Orr, director de la oficina de Irlanda del Norte de Friends of the Earth, dice que la contaminación transfronteriza es el resultado de años de inacción legislativa a ambos lados de la frontera. Según él, las granjas de cría intensiva han generado: “contaminación del aire, contaminación crónica del agua y también degradación ambiental por la deforestación de hábitats naturales y semi-naturales para la cría intensiva”.
“Irlanda del Norte es el centro de la industria agraria, lo que significa que estamos saturados de excrementos”, dice Orr. “Y no solo nosotros estamos sufriendo las consecuencias, sino también nuestros vecinos.”
Aumento de las granjas intensivas
Mientras tanto, la cría intensiva de cerdos y aves de corral sigue creciendo en el país: se espera la resolución sobre la construcción de unidades gigantes que podrían alojar a decenas de miles de cerdos y pollos en Newtownabbey, Fermanagh y Limavady. De ser aprobadas, se convertirían en las granjas de cría intensiva más grandes de todo el Reino Unido.
La cantidad de granjas de cría intensiva (con 40.000 aves o más) con permiso de planificación en Irlanda del Norte subió de 141 en 2011 a 245 en 2017, según cifras ofrecidas por la Agencia de Periodismo de Investigación tras una petición realizada a transparencia.
Durante este periodo, Moy Park, la mayor empresa de Irlanda del Norte y el mayor procesador avícola de toda Europa, animó a la construcción de cientos de naves para aves de corral en las granjas de Irlanda del Norte.
Entre 2012 y 2020, la cantidad de aves de corral en Irlanda del Norte aumentó en un 27% para llegar casi a 25 millones. Entre 2006 y 2020, el sacrificio de cerdos criados en granjas se duplicó en la región (de 717.172 a 1.444.150), mientras los rebaños de reproducción aumentaron en un 31% entre 2006 y 2019.
Por otra parte, entre 2011 y 2018, las ventas por exportación de carne de cerdo de Irlanda del Norte casi se duplicaron (de unos 64 millones a más de 124 millones de euros), mientras que el total de exportaciones de alimentos agrícolas aumentó en un 77%.
Casi el 80% de la carne de la región se exporta, siendo Gran Bretaña el principal mercado de destino: en 2015, Irlanda del Norte exportó al resto de Reino Unido casi dos tercios del total de sus exportaciones de productos de alimentación agrícolas.
Mark Sutton, físico medioambiental del Centro por la Ecología y la Hidrología, dice que, si bien el sector primario representa gran parte de la economía de Irlanda del Norte, existe una apremiante necesidad de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de nitrógeno, del cual el amoníaco es un compuesto. El principal desafío climático del Reino Unido de cara a la Cop26 son las emisiones de carbono.
Mencionando el daño que el exceso de estiércol provoca en el musgo y en las turberas –que actúan como sumideros de carbono y son sensibles al nitrógeno–, Sutton alega que medidas directas como el uso de maquinaria nueva para el esparcido de estiércol líquido y un almacenamiento más eficiente del fertilizante de estiércol podrían ayudar a reducir las emisiones de Irlanda del Norte de forma significativa.
“Si queremos cumplir con el objetivo de emisiones cero, debemos tomar medidas sobre el nitrógeno. Uno de los problemas es cuán fragmentados están sus derivados: está el amoníaco, nitratos en el agua y el óxido nitroso, un gas de efecto invernadero cientos de veces más potente que el dióxido de carbono y que sale de la tierra”, dice.
Chris McCaffrey, concejal de los distritos de Fermanagh y Omagh, dice que los granjeros están intentando diversificarse “copiando el modelo industrial, que trae enormes riesgos ecológicos y de salud pública, así como riesgos para el bienestar de los animales”.
“Aquí en Fermanagh, la capa superior del suelo es muy escasa, tiene solo un par de centímetros. Por eso, no tardan mucho el amoníaco y otros contaminantes en llegar a las capas subterráneas”, indica.
El año pasado, fue rechazada una solicitud para instalar una granja nueva con capacidad para 1.000 cerdos en el límite del territorio de Derrylin, a raíz de la enorme oposición de la comunidad.
El Departamento de Asuntos Agrícolas, Medioambientales y Rurales (Daera) de Irlanda del Norte dice que ha “desarrollado una estrategia para el amoníaco, que pronto será publicada para su evaluación. La estrategia plantea un enfoque amplio para la reducción de amoníaco y la protección y restauración de los hábitats naturales”.
“Daera ya ha tomado medidas en relación al amoníaco en Irlanda del Norte, como por ejemplo la financiación de un gran programa de investigación sobre el amoníaco, la publicación de códigos de buenas prácticas agrícolas para la reducción de emisiones de amoníaco y el apoyo económico a los ganaderos que quieran invertir en tecnología para la reducción del amoníaco, como equipos de esparcido de estiércol líquido con bajas emisiones, que reducen el amoníaco y el impacto en la calidad del agua”.
Traducido por Lucía Balducci.