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ENTREVISTA Negociadora afgana

Fawzia Koofi: “El mundo no puede dar un cheque en blanco a los talibanes mientras ignoran los derechos humanos”

Tracy McVeigh

21 de agosto de 2021 21:50 h

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Fawzia Koofi, política pionera en Afganistán, es una de las personas que intervino en las negociaciones con los talibanes. Ahora cree que Joe Biden solo habría tenido que retrasar un mes la retirada de las fuerzas estadounidenses para lograr una diferencia significativa en las constantes conversaciones de paz con los dirigentes del grupo islamista.

En opinión de la política afgana y activista por los derechos de las mujeres, la caótica retirada ha minado la influencia que Estados Unidos y el Gobierno afgano habían ejercido sobre los talibanes en las conversaciones de Qatar. “Afganistán ha sido víctima de errores en cadena”, dice.

“El presidente Biden podría haber retrasado esto para esperar un acuerdo político. Sólo retrasar la retirada un mes más, habría servido para llegar a un acuerdo político”, dice desde su casa en Kabul. Ella ha sido víctima de dos intentos de asesinato. La abrupta retirada, dice, ha puesto en peligro a muchas más personas innecesariamente.

“Todos queremos que las fuerzas internacionales se vayan”, dice. “Desde ningún punto de vista es sostenible ni lógico tener a una fuerza extranjera protegiendo a tu país, pero que Estados Unidos haya elegido este momento es muy inoportuno, en medio de las negociaciones y antes de que se llegase a un acuerdo”.

“Si los estadounidenses se hubieran mantenido ejerciendo su influencia política, apremiando a los talibanes y utilizando todas las fuentes de presión contra ellos, creo que habrían llegado a un acuerdo negociado”, dice. 

Aprovechando viajes

Según ella, también se gestionó mal el levantamiento de las limitaciones a los viajes de los talibanes impuestas por la ONU para que los dirigentes pudieran asistir a las conversaciones en Doha. Esos desplazamientos les permitieron buscar apoyos.

“Utilizaron los viajes para reforzar su posición; fueron a China, a Rusia, a Irán y a Turquía para reforzar sus apoyos y para disfrutar del prestigio y de la posición que quieren... Por eso creo que el mundo debe observar muy atentamente el desarrollo de los acontecimientos, para asegurarse de que no se les entrega un cheque en blanco mientras ignoran los derechos humanos”, dice.

Koofi era diputada en Kabul y fue la primera mujer en ser nombrada vicepresidenta de la Asamblea Nacional de Afganistán. A pesar del alto riesgo que corre, Koofi dice que no quiere huir al extranjero pero que siente mucho miedo por las mujeres y las niñas afganas. “Las mujeres se sienten abandonadas; los hombres se sienten abandonados; las mujeres se sienten traicionadas; los líderes mundiales no han sido consecuentes con lo que dijeron”, dice. 

Aún siente esperanza por las mujeres de su país. “Las mujeres son resistentes y todavía pueden ser agentes del cambio en Afganistán; quieren contribuir a un Afganistán mejor, ayudar a construir el país, y esta vez va a ser diferente. Son capaces de hacer las cosas mejor. No son parte de la destrucción, sino de la construcción de su país. No han luchado militarmente”.

“Esta semana hubo una manifestación en Kabul, con solo seis o siete mujeres, pero es una muestra de cómo las mujeres van a alzar su voz. Creo que lo harán, para llamar la atención del mundo sobre lo que se les impone. Las mujeres sólo quieren igualdad de derechos y respeto”.

“No sé qué pasará a continuación. En declaraciones a la prensa, los talibanes dicen que esta vez las cosas van a ser diferentes. Pero para que eso ocurra tienen que tomar medidas atrevidas en todos los niveles, porque los dirigentes políticos pueden decir una cosa, pero los soldados de a pie hacen cosas que no se corresponden con esas declaraciones.”

“Los cargos políticos han estado expuestos a muchas experiencias internacionales viviendo en Qatar para las negociaciones. Vivir en un emirato islámico que sí permite a las mujeres ir al colegio y donde hay mujeres en política les ha abierto los ojos. Pero el Islam de los talibanes es profundamente conservador, mezclado con una tradición que no es islámica; el burka no tiene espacio en el Islam, no es islámico, pero los talibanes más jóvenes ni siquiera han sido educados”.

“Ayer hablé con un joven talibán y le pregunté por qué se había unido. 'Mi religión me llamó', respondió. Pero no sé qué puede saber de su religión si no ha sido educado”.

No quiere marcharse

“¿Que si yo dejaría el país para siempre? No. Hay muchas esperanzas puestas en lo que yo hago. Mucha gente tiene confianza y está observando”.

“Este es mi país y toda mi vida he vivido con los altibajos de Afganistán. Creo que no es una cuestión de elección. Nunca sustituiría el clima y el calor de mi gente por ningún otro país del mundo. He dado mi sangre por él... Pero en este momento estoy en peligro, en peligro por lo que soy y por lo que hago. Hablar es irritar a esas personas a las que me opongo. No son solo los talibanes, también hay otros grupos.”

“Ya he sido víctima de dos intentos de asesinato. En agosto del año pasado me hirieron en el brazo con unas balas que no me alcanzaron el pecho. Mis hijas viven en Kabul. La casa de mi hermana ya ha sufrido ataques. Ella y mi sobrina están en esta labor y corren peligro. Todos los miembros de mi familia están en peligro, mujeres y hombres”.

“Si pudiera elegir, me iría, me llevaría a mis hijas a un lugar seguro y luego volvería”.

Enfado con EEUU

“La gente está muy enfadada y decepcionada y hay muchos que no volverán a confiar en Estados Unidos, por la retirada y por la forma en que se ha llevado a cabo. Pero también hay que recordar que en 2014 fue John Kerry el que vino a Kabul y, con su intervención, hizo presidente a Ashraf Ghani”. 

“Es muy difícil saber qué pasará. Las cosas son muy inciertas. El mejor escenario es que seamos capaces de establecer un gobierno inclusivo que refleje a todo el pueblo de Afganistán y que tengamos elecciones en las que participen las mujeres y todos los demás grupos sociales. El peor de los escenarios es que la comunidad internacional nos dé la espalda y entre en vigor un emirato islámico de talibanes que vuelva a convertir a Afganistán en una desgracia”.

“Sólo puedo quedarme aquí y luchar por este país, por las mujeres y por los hombres”.

Traducción de Francisco de Zárate