Los agentes de la Patrulla Fronteriza de EEUU destrozan sistemáticamente las garrafas de agua y otros suministros que la gente deja en el desierto de Arizona para los migrantes. Esto condena a la gente a morir de sed en una zona de temperaturas infernales, según apuntan dos grupos humanitarios.
En un informe publicado este miércoles, las dos organizaciones con sede en Tucson aseguran que los agentes realizaron los supuestos sabotajes con total impunidad en un intento de disuadir y castigar a las personas que de manera ilegal tratan de cruzar la frontera desde México.
Los voluntarios hallaron garrafas de agua destrozados en 415 ocasiones, una media de dos veces a la semana, en una área de unos 1.300 kilómetros cuadrados en el desierto de Sonora al suroeste de Tucson, en Arizona. Según el informe, esto ha sucedido desde marzo de 2012 hasta diciembre de 2015 y se han visto afectados un total de 3.586 unidades.
El informe también acusa a los agentes fronterizos de destrozar los alimentos y las mantas, y de hostigar a los voluntarios en la zona.
“A través de los análisis estadísticos, las pruebas de vídeo y la experiencia personal, nuestro equipo ha descubierto una preocupante realidad. En la mayoría de los casos, los agentes fronterizos son responsables de obstaculizar de manera generalizada los esfuerzos de los grupos humanitarios”, apunta.
El informe, publicado por No More Deaths y La Coalición de Derechos Humanos, dice que los animales –así como cazadores, senderistas e integrantes de milicias fronterizas– también han causado daños a la ayuda humanitaria. Pero asegura que los principales culpables son los agentes fronterizos, brazo ejecutor de Aduanas y Protección de Fronteras, que es parte del Departamento de Interior.
“La práctica de destruir e interferir en la ayuda humanitaria no es un comportamiento aislado de unos cuantos agentes fronterizos. Es una práctica sistemática de las fuerzas de seguridad del Estado en la frontera”, añade. Un portavoz dijo que no podía rebatir las acusaciones antes de ver el informe, pero añadió que las patrullas y las baliza de rescate del desierto salvan vidas de migrantes a diario.
El informe llega en medio de la polémica en Washington en torno al deseo de Donald Trump de construir el muro en la frontera con México y de su racismo hacia los migrantes que no sean blancos. El Congreso está luchando por alcanzar un acuerdo sobre inmigración y seguridad en la frontera antes de que la financiación federal venza, algo que hace temer un posible cierre de gobierno.
Además de construir un muro, Trump quiere contratar a otros 5.000 agentes fronterizos.
¿Por qué militarizar la frontera?
Caitlin Deighan, portavoz de No More Deaths, explica que la política de militarizar la frontera y canalizar a los migrantes hacia un peligroso y remoto desierto donde miles de ellos mueren procede de la era Clinton. “Ha sido así en cada Administración desde entonces”.
Barack Obama ocupaba la Casa Blanca durante un periodo en el que también se dieron casos de destrozo de garrafas de agua detallados en el informe.
El médico forense del condado de Pima recibió los restos de al menos 593 personas que trataron de cruzar la frontera durante ese periodo.
El plan de Trump para seguir fortificando la frontera y deportar a más personas –personas que a menudo lo volverán a intentar– se traducirá en más sufrimiento y más muerte, asegura Deighan. “Creemos que la situación va a empeorar con el Gobierno actual”.
Las personas que tratan de cruzar la frontera deben beber entre cinco y 12 litros cada día, dependiendo de las condiciones. Pocos consiguen transportar más de siete litros, a pesar de que un viaje a través de la desoladora maleza puede durar varios días e incluso semanas.
Según los datos que maneja No More Deaths, de las 31.558 garrafas de agua dejadas en los caminos que utilizan los migrantes durante los años 2012 y 2015, un 86% fue utilizada. Los pájaros, el ganado y otros animales destrozaron 533 y los humanos unas 3.586, indica el informe.
Cazadores, miembros de las milicias y otros actores comparten parte de la culpa, pero el análisis de las diferentes jurisdicciones territoriales –bosques nacionales, tierras fiduciaria estatales y terrenos privados– identificaron a los agentes fronterizos como el único grupo con acceso regular y presencia constante en las tres jurisdicciones.
El informe también se hace eco de pruebas circunstanciales de voluntarios y expatrulleros fronterizos no identificados que fueron entrevistados el año pasado y que dijeron: “Recuerdo a gente pateando y destrozando las garrafas de agua, recuerdo que eso se nos inculcaba de una manera u otra”.
El informe también cita a un mexicano de 37 años que cruzó la frontera que se llama Miguel. “Rompían las botellas para que ni siquiera pudieras llenarlas en los tanques. Necesitábamos agua, algunas personas del grupo la necesitaban de veras, pero encontrábamos las garrafas destrozadas. Sentí impotencia, rabia. Los patrulleros deben odiarnos de verdad”.
El informe es el segundo de una serie de tres partes sobre muertes y desapariciones en la frontera. La primera entrega vio la luz el año pasado.
Traducido por Cristina Armunia Berges