Perdió contra Park Geun-Hye en las elecciones en 2012, y se ha convertido en el principal beneficiado del escándalo de abuso de poder que afecta a su antigua oponente. Moon Jae-in, progresista e hijo de un refugiado de Corea del Norte, se convertirá en el nuevo presidente de Corea del Sur. Mientras Park, detenida, espera juicio con acusaciones que podrían costarle la cadena perpetua, Moon ha aprovechado las ganas de cambio en el país.
La victoria de Moon en la carrera presidencial de Seúl puede iniciar una nueva era de acercamiento con el régimen de Kim Jong-un y promover lo que antes era un improbable acuerdo con Donald Trump sobre los programas nuclear y de misiles de Pyongyang.
En un mes de crecientes tensiones en la Península de Corea, Moon —encarcelado en los 70 por protestar contra el padre de Park, el exdictador Park Chung-hee— ha criticado la línea dura adoptada por la expresidenta y su predecesor, Lee Myung-bak, señalando que una década de gobierno conservador no ha hecho nada para frenar el programa nuclear del régimen.
De hecho, Corea del Norte indicó que Moon era su candidato favorito. Los medios del régimen pidieron a los surcoreanos que castigasen “al grupo de marionetas conservadoras” asociado a Park.
Una vez que Moon sea nombrado primer ministro, lo que requiere aprobación parlamentaria, se espera que adopte una estrategia más conciliadora hacia Corea del Norte defendida por el expresidente y premio Nobel de la paz Kim Dae-jung y otro antiguo jefe de Estado, Roh Moo-hyun, para quien Moon trabajó como jefe de gabinete.
Algunos críticos conservadores afirman que Pyongyang podría intentar explotar esta moderación de Moon y que los intentos de acercamiento podrían abrir una brecha entre Seúl y sus aliados en Washington. De hecho, Moon ha criticado la carrera “antidemocrática” de Washington para desplegar, el mes pasado, su sistema de defensa de misiles en un pueblo surcoreano y ha señalado que revisaría su futuro si era elegido presidente.
Sin embargo, para cortejar a los votantes conservadores más mayores que le llevaron a la derrota hace cinco años, Moon se ha presentado en la campaña como un pragmático. Ha dejado de criticar abiertamente el tono agresivo de Trump durante la reciente crisis en la península y ha declarado que él y el presidente estadounidense están “en la misma página” en cuanto a que ambos consideran que la política de la administración Obama de “paciencia estratégica” ha fracasado.
“Más que Kim Jong-un, los surcoreanos temen que Trump haga un movimiento militar precipitado, que siga con sus tuits excesivos, amenazas del uso de la fuerza e imprevisibilidad”, explica Duyeon Kim, analista del Korean Peninsula Future Forum de Seúl en la revista Foreign Affairs.
El presidente también apoya la reapertura del complejo industrial Kaesong, un proyecto conjunto entre norte y sur considerado símbolo de cooperación transfronteriza y que fue cerrado “temporalmente” a principios de 2016.
Otra de las prioridades de Moon es restaurar las relaciones con China, que se opone al despliegue del sistema de defensa de misiles y que afirma que Seúl debe acabar con los ejercicios militares con Estados Unidos para animar a Pyongyang a que ponga fin a su programa nuclear.
La importancia de los asuntos internos en campaña
Dada la especulación de que Corea del Norte podría estar preparando su sexta prueba nuclear en tan solo una década —una acción que EEUU ha insinuado que podría provocar una represalia militar— es fácil olvidarse de que las elecciones de este martes, convocadas hace siete meses, se iniciaron por cuestiones internas.
Moon ha prometido reformar los conglomerados familiares de Corea del Sur, conocidos como Chaebol, cuyos oscuros vínculos con destacados políticos han quedado expuestos por el escándalo de Park. También ha prometido abordar los problemas internos como la creciente desigualdad y el desempleo juvenil.
“Moon defiende una nueva estrategia tanto en política exterior como interior que marque una salida de las estrategias desplegadas por sus predecesores más conservadores. Sondeos recientes sugieren que la población está preparada para este cambio y lo más probable es que Moon tenga el mandato claro de empezar a reformar la política de la península”, señala Liam McCarthy-Cotter, especialista en políticas de Asia oriental en Nottingham Trent University.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti