En la Gran Mancha de Basura del Océano Pacífico hay muchos más desechos de lo que se creía, lo que hace aumentar la alarma por la creciente contaminación que billones de trozos de plástico provocan en los océanos del mundo.
De acuerdo con una reciente investigación publicada por la revista Nature, el área de desechos se extiende por 1,6 millones de kilométros cuadrados (más de dos veces la superficie de Francia) y contiene al menos 79.000 toneladas de plástico. El tamaño de esta masa es 16 veces superior a lo estimado anteriormente y supone todo un desafío para el equipo que este verano comenzará un ambicioso proyecto para limpiar esa vasta franja del Océano Pacífico.
Desarrollado desde barcos y aviones durante dos años, el análisis científico publicado en Nature detectó que la contaminación de la llamada Gran Mancha de Basura del Pacífico estaba formada casi exclusivamente por plásticos y aumentaba “exponencialmente”. Con un tamaño inferior a los 0,5 centímetros cada uno de ellos, los microplásticos representan la mayor parte del 1,8 billones de piezas que flotan en esta mancha de basura, agrupados por un remolino del océano.
Los fragmentos diminutos de plástico son los más numerosos pero casi la mitad del peso de este basurero procede de redes de pesca desechadas. Entre los artículos avistados en el mejunje de plásticos también hay botellas, platos, boyas, cuerdas y hasta un asiento de inodoro.
“Hace tiempo que vengo desarrollando esta investigación, pero ha sido deprimente llegar a verlo”, dice Laurent Lebreton, oceanógrafo y autor principal del estudio. Lebreton trabaja para Ocean Cleanup, una ONG holandesa que aspira a terminar con esta mancha oceánica.
“Uno se pregunta cómo algunas de esas cosas llegaron al océano. Claramente, hay un creciente influjo de plásticos en esa mancha de desechos. Necesitamos coordinar el esfuerzo internacional para repensar y rediseñar la forma en que utilizamos el plástico. Las cifras hablan por sí solas. Las cosas están empeorando y necesitamos actuar ahora”.
El plástico ha demostrado su utilidad, resistencia y versatilidad, pero también se ha convertido en una importante plaga ambiental que contamina ríos y fuentes de agua potable. Cada año, unos ocho millones de toneladas de plástico terminan en los océanos, desde donde vuelve a las playas o deriva hacia el mar. En alta mar, al plástico le lleva cientos de años deshacerse.
Una amenaza mortal para la vida marina
Los trozos más grandes de plástico pueden enredar y matar a las criaturas marinas y los fragmentos diminutos son ingeridos por peces pequeños, entrando así en la cadena alimenticia. A menudo, el plástico atrae otros contaminantes tóxicos que luego son ingeridos y esparcidos por la fauna marina. Se estima que para el año 2050, en el mar habrá más residuos plásticos que peces.
Gran parte de los desechos plásticos de todo el mundo se acumula en cinco corrientes oceánicas circulares, conocidas como remolinos. La ONG Ocean Cleanup se ha comprometido a coordinar un esfuerzo para limpiar en cinco años la mitad de la Gran Mancha de Basura del Pacífico; y en 2040, los otros remolinos de basura del mundo.
La ONG ha desarrollado un sistema de grandes barreras flotantes con filtros submarinos que capturan y concentran los plásticos en una zona desde la que luego pueden sacarse del océano. Este verano se botará desde San Francisco un prototipo capaz de diseminar varios de estos dispositivos, cada uno de los cuales tiene capacidad para recolectar hasta cinco toneladas de desechos al mes. Si funciona, se pondrán a navegar docenas de sistemas con aspecto de barreras marítimas de hasta dos kilómetros de largo.
Pero el proyecto cuenta con limitaciones. El sistema es incapaz de capturar los microplásticos de menos de 10 milímetros. Y toda la operación necesitará de nueva financiación a partir de 2019. Un reciente informe del Gobierno británico advierte de que la cantidad de plástico en el océano podría multiplicarse por tres en los próximos diez años.
“Hay una gran producción de microplásticos debido a los elementos más grandes que están deshaciéndose, así que tenemos que entrar allí rápidamente para limpiarlo”, dijo Joost Dubois, portavoz de Ocean Cleanup. “Pero antes de eso también tenemos que evitar que el plástico llegue hasta el océano. Si no controlamos el flujo de plásticos, tendremos que seguir trabajando como los basureros del océano, y eso no es lo que queremos”.
En círculos diplomáticos, la búsqueda de una solución para el problema de la contaminación plástica está ganando apoyos. Casi 200 países firmaron el año pasado una resolución de la ONU que pedía frenar la inundación de plástico en los océanos. Pero el acuerdo no tenía calendario de aplicación ni era jurídicamente vinculante.
De acuerdo con la doctora Clare Steele, una ecologista marina de California que no participó en la investigación, el estudio ha significado un “gran avance” para entender los materiales que componen la Gran Mancha de Basura del Pacífico. Pero lamenta que la limpieza no se ocupe también de la colosal cantidad de microplásticos, aunque destaca que eliminar los elementos de mayor tamaño, como las redes de pesca abandonadas, ayudarán a la fauna marina.
“Esos trozos de plástico del tamaño del plancton son bastante difíciles de limpiar”, dijo. “La única manera es abordar el problema en su origen y para eso va a hacer falta un cambio radical en la forma en que utilizamos los materiales, en particular los plásticos de un solo uso y muy duraderos como los cubiertos, las pajitas y las botellas”.
“Tenemos que reducir los residuos y encontrar alternativas biodegradables al plástico. Pero uno de los pasos más fáciles de dar es cambiar la forma en que usamos y desechamos esos productos plásticos más efímeros”.
Traducido por Francisco de Zárate