Alrededor de 185 personas ha muerto durante los enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y la principal fuerza paramilitar del país. Los combates amenazan con desestabilizar el país y a la región en su conjunto. Este lunes, un convoy diplomático estadounidense fue atacado por fuerzas paramilitares, según denunció el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken.
¿Qué hay detrás de los enfrentamientos?
Los enfrentamientos estallaron en medio de lo que parece una lucha de poder entre las dos facciones principales del régimen militar sudanés.
Las fuerzas armadas de Sudán son mayoritariamente leales al general Abdel Fattah al-Burhan, gobernante de facto del país. Por el otro lado, los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido [RSF, por sus siglas en inglés], un conjunto de milicias, siguen al que fuera señor de la guerra y actual general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti.
La actual lucha por el poder tiene su origen en los años anteriores al levantamiento de 2019 que derrocó al dictador Omar al-Bashir, responsable de crear unas fuerzas de seguridad formidables a las que deliberadamente enfrentó entre sí.
El enfrentamiento parecía inevitable tras la caída de Bashir y una vez fracasado el intento de transición hacia un gobierno democrático dirigido por civiles. A principios de 2022, representantes diplomáticos en Jartum ya advirtieron de la posibilidad de un estallido de violencia. Las tensiones han aumentado aún más en las últimas semanas.
¿Cómo surgieron las rivalidades militares?
Bashir fundó las RSF con el objetivo de aplastar una rebelión en Darfur que comenzó hace más de 20 años debido a la marginación política y económica de la población local por parte del Gobierno central de Sudán. Las RSF también eran conocidas por el nombre de Janjaweed, asociado con atrocidades generalizadas.
En 2013, Bashir transformó a la Janjaweed en una fuerza paramilitar semiorganizada y otorgó a sus líderes rangos militares antes de desplegarlos en el sur de Darfur para aplastar la rebelión. Después, envió a muchos de ellos a luchar en la guerra de Yemen y, más tarde, a Libia.
Dirigidas por Hemedti, las RSF colaboraron con el Ejército regular de al-Burhan para derrocar a Bashir en 2019. Después de eso, las RSF dispersaron una sentada pacífica frente al cuartel militar de Jartum, matando a cientos de personas y violaron a decenas.
Un acuerdo para repartir el poder con los civiles que encabezaron las protestas contra Bashir debía propiciar la transición hacia un gobierno democrático, pero se vio interrumpido en octubre de 2021 por un golpe de Estado.
El golpe devolvió el mando al Ejército, pero los militares tuvieron que vérselas con protestas cada semana, nuevas medidas de aislamiento y el empeoramiento de sus dificultades económicas. Hemedti apoyó el plan para una nueva transición, haciendo aflorar las tensiones con Burhan.
Hemedti posee una fortuna enorme gracias a la exportación de oro de las minas ilegales y está al mando de decenas de miles de veteranos curtidos en mil batallas. Lleva tiempo molesto por ser el segundo en el consejo de Gobierno de Sudán.
¿Cuáles son los puntos de tensión?
Una de las principales causas es que, desde que ocurrió el levantamiento, la población exige la supervisión del Ejército y que las RSF se integren en las fuerzas armadas regulares. También, que los militares entreguen sus lucrativas propiedades en agricultura, comercio y otras industrias, una fuente crucial de poder para un ejército que a menudo ha subcontratado a milicias regionales para que lleven a cabo la acción militar.
Otro punto de conflicto es la búsqueda de justicia por los crímenes de guerra cometidos por el Ejército y sus aliados en el conflicto de Darfur desde 2003. La Corte Penal Internacional quiere juzgar a Bashir y a otros sospechosos sudaneses.
A su vez, hay una demanda de justicia por el asesinato, con la implicación de las fuerzas militares, de manifestantes prodemocráticos en junio de 2019. Activistas y organizaciones civiles se han enfurecido por la demora en la investigación oficial, Reclaman justicia además por la muerte de al menos 125 personas en protestas desde el golpe de 2021, a manos de las fuerzas de seguridad.
¿Qué está en juego en la región?
Rodeado por el mar Rojo, el Sahel, y el Cuerno de África, Sudán forma parte de una región volátil. Su ubicación estratégica y la riqueza agrícola de sus tierras la han convertido en un centro regional de juegos de poder, reduciendo la probabilidad de una transición exitosa hacia un gobierno civil.
Varios países vecinos de Sudán, como Etiopía, Chad y Sudán del Sur, se han visto afectados por conflictos y agitaciones políticas. En particular, la relación de Sudán con Etiopía ha estado cargada de tensiones por la disputa de tierras agrícolas en la frontera.
También están en juego otras dimensiones geopolíticas importantes con Rusia, Estados Unidos, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, luchando por ejercer su influencia en Sudán, entre otras potencias.
Los saudíes y Emiratos Árabes Unidos ven en la transición sudanesa una oportunidad para contrarrestar la influencia islamista sobre la región. Con Estados Unidos y Reino Unido, forman el llamado “Quad”, que ha respaldado la mediación en Sudán junto a la ONU y la Unión Africana.
Las potencias occidentales temen que Rusia abra una base naval en el mar Rojo, una posibilidad sobre la que los líderes militares de Sudán se han mostrado abiertos.
Traducción de Francisco de Zárate.