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Los hombres derrocados por el #MeToo planean su regreso

La industria del entretenimiento estadounidense ha quedado tambaleándose como resultado del movimiento #MeToo. Pero eso no ha impedido a muchos de los hombres que ha derrocado planear su regreso.

El presentador de Talkshow, Charlie Rose, fue despedido de la CBS y PBS en noviembre tras ser acusado de toquetear a colegas y andar desnudo delante de ellas, acusaciones que él niega. El mes pasado, se informó de que está lanzando una nueva serie como redención en la que entrevista a otros hombres acusados como él, según Page Six.

El famoso chef Mario Batali se tomó la baja tras ser acusado por varias mujeres de comportamiento inapropiado y abusivo. Tras pedir perdón, ha estado estudiando “un segundo acto”, según The New York Times. Amigos y asociados afirman que está “sopesando los plazos” de su regreso a su carrera tan solo unos meses después de su derrumbe, incluido mediante la “creación de una nueva empresa liderada por una mujer poderosa como consejera delegada”.

El antiguo copresentador de Today Show, Matt Lauer, el cómico Louis CK y el antiguo presentador de radio Garrison Keillor también están buscando redención. “La misión es volver a subirse al tren”, declaró el abogado de Keillor al Minneapolis Star-Tribune.

El precio de la reinserción

Hay gente que puede ayudar a los acusados a recuperar su reputación, pero tiene un precio. En Estados Unidos existen más de 230.000 profesionales de las relaciones públicas, según datos del Gobierno y el negocio está creciendo para aquellos especializados en gestión de crisis.

“He recibido más llamadas en el último mes que en todo el año pasado”, declaró un gurú de las relaciones públicas a una publicación del sector el pasado mes de noviembre. Este aumento de la demanda coincide con las acusaciones del movimiento #MeToo contra Harvey Weinstein y otros hombres famosos.

Cuando los famosos se meten en problemas, a menudo su primera llamada es para un experto en imagen pública. Estos expertos les aconsejan cómo responder, cómo trabajar para proteger su imagen y, finalmente, ayudarles a trazar un plan de recuperación.

“Creo que nunca hemos tenido algo como esto”, sostiene Andrew Blum, fundador de AJB Communications, una empresa de relaciones públicas especializada en gestión de crisis.

“Sí, las mujeres tendrán voz sobre si estos hombres vuelven y lo que pueden hacer, no cabe duda”, señala Blum. “Pero al fin y al cabo estos hombres tienen algo que aportar a la sociedad y quizá las relaciones públicas pueden ayudarles”.

La probabilidad de recuperar la reputación depende de la gravedad del supuesto delito y si existe un patrón en las acusaciones.

“En algunos casos, el consejo sería: tienes que ser realista, no va a haber ningún regreso”, sostiene Evan Nierman, fundador de la empresa de relaciones públicas especializada en crisis Red Banyan, añadiendo que aconsejaría a algunos futuros clientes simplemente irse a alguna playa y disfrutar de su dinero. “Creo que no va a haber regreso para Harvey Weinstein”, señala.

El pasado viernes en Nueva York, Weinstein fue acusado de violación, un acto sexual delictivo, abuso sexual y comportamiento sexual inapropiado por supuestos incidentes que involucran a dos mujeres. Su abogado afirmó que se declararía inocente. El cómico Bill Cosby, que fue condenado por agresión sexual el mes pasado, cumple 81 años en julio y se enfrenta a la posibilidad de pasar el resto de su vida en prisión.

Pero hay otros hombres caídos en desgracia cuyo comportamiento cae en una zona gris entre lo inaceptable y lo criminal. Su futuro no lo decidirá un tribunal judicial, sino en un tribunal de la opinión pública. Una de las abogadas de Weinstein sostiene que ese foro es en muchos sentidos más difícil que el judicial.

Blair Berk, una conocida abogada de Los Ángeles que actualmente representa a Weinstein, sostiene que puede ser especialmente difícil en un entorno en el que las acusaciones se lanzan en las redes sociales antes de prácticamente cualquier investigación objetiva, y donde las declaraciones de inocencia solo complican las cosas. “El debido proceso no es muy popular en este momento”, afirma.

Berk lo sabe. Representó a Johnny Deep para ayudarle a llegar a un acuerdo de divorcio y cerrar un supuesto caso de violencia machista con su exmujer, Amber Heard, en 2016, antes de que empezase el movimiento #MeToo.

Berk también asesoró a Mel Gibson, que se convirtió en persona non grata en Hollywood tras una diatriba sexista y antisemita en 2006, pero esto representa posiblemente el mejor escenario al que pueden aspirar las estrellas caídas en desgracia, según miembros de la industria.

Diez años después del incidente, Gibson concedió entrevistas arrepentido, dirigió una exitosa película, Hacksaw Ridge, y fue aceptado de nuevo en los círculos elitistas de Hollywood, incluso siendo nominado para un Óscar.

“Lo que se busca es un periodo de redención para empezar a comportarse como es debido”, señala Patty Glaser, otra de las abogadas estrella de Weinstein.

“El tiempo cura las heridas”

“El viejo dicho dice que el tiempo cura todas las heridas, pero una buena disculpa y un verdadero cambio de comportamiento pueden curarlas mucho más rápido”, asegura Adam Dooley, dueño de una agencia canadiense de relaciones públicas que ha escrito sobre este asunto.

Los acusados tienen que mostrar un remordimiento real y asumir la responsabilidad por mal comportamiento antes de ni siquiera pensar en recuperar el apoyo del público, añade Dooley.

Sin embargo, aunque ha vuelto a hacer películas, Gibson nunca ha recuperado el papel de superestrella del que gozó en su vida anterior, tampoco ha sido capaz de eliminar el recuerdo de su desastrosa caída. El pecado de Gibson también es muy diferente de las acusaciones a las que se enfrentan Weinstein y otros. Y en la era del #MeToo, los manuales de estrategia para el regreso de estás figuras se están reescribiendo.

“La gente está ahí fuera lanzando globos sonda de relaciones públicas y no parece que estén funcionando”, sostiene Blum. Esto parece especialmente cierto en el caso del supuesto plan del presentador Charlie Rose de utilizar su plataforma para reformarse a sí mismo y a otros hombres acusados en masa. “Creo que es la idea de relaciones públicas más tonta que he visto”, señala Blum.

Los críticos, incluida la escritora feminista Jill Filipovic, creen que no tienen nada que hacer. “En lugar de hacer una estrategia para su regreso, estos hombres famosos deberían pensar realmente en lo que significa cambiar”, escribió hace poco Filipovic en la revista Time.

Si alguien ha hecho penitencia por sus errores, no se merece que se le arruine la vida para siempre. Pero perder el carácter de persona famosa no supone la ruina, ni tampoco sirve como penitencia. Y sugerirlo significa que muchos de los hombres del #MeToo no han cambiado absolutamente nada.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti