Es viernes por la noche en una base militar situada en un bosque del oeste de Finlandia. Un grupo de mujeres vestidas con uniforme de camuflaje y con gorras moradas a juego están sentadas en una tienda de campaña a oscuras hablando de cómo ha cambiado su visión desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia el 24 de febrero de 2022.
“Hasta ese momento no pensaba que un ataque de Rusia representara una amenaza real”, dice Sari, de 42 años, que trabaja como comercial y vive en un pueblo cercano. Pero entonces, añade: “Rusia atacó Ucrania y comprendí que es posible que seamos los siguientes”.
Esta madre de dos hijos, que se describe a sí misma como una persona “realista”, se apuntó a este curso de un fin de semana para aprender a “sobrevivir sin electricidad” movida por sus valores patrióticos, pero también quiere estar más preparada con habilidades prácticas para el día a día. Se han inscrito a este curso 75 mujeres.
Una tormenta también podría causar un corte de electricidad y, de hecho, decenas de miles de personas en toda Finlandia sufrieron esta situación la semana pasada. Sin embargo, aprender a sobrevivir sin electricidad es una habilidad que podría ser crucial ante una posible invasión rusa o un ataque híbrido.
El curso de formación, conocido como Nasta, es uno de los 40 que organiza la Asociación Nacional de Mujeres para la Preparación ante Emergencias en toda Finlandia. La asociación también organiza cursos sobre ciberseguridad, resiliencia mental, habilidades en entornos naturales, conducción de motos de nieve y capacidad de influir en la información. Tras la invasión de Ucrania, las solicitudes para los cursos se dispararon. Finlandia, un país de 5,6 millones de habitantes que decidió entrar en la OTAN tras la invasión, no sólo tiene un pasado bélico con su vecino, sino que también comparte una frontera terrestre de cerca de 1.400 kilómetros.
Tytti, de 36 años, ha estado tan preocupada por la hostilidad de su país con Rusia que evita escuchar las noticias. Para ella, asistir al curso es su forma de “enfrentarse a sus miedos”. Ambas mujeres han asistido a cursos de tiro de un día en el último año, pero no les gusta manejar armas.
A corto plazo, Hannele, de 67 años, teme más el tipo de guerra híbrida que Finlandia ya está viviendo, como la ciberguerra y la desinformación, que la perspectiva de una ofensiva militar inminente. Le sorprende el número de mujeres jóvenes que han tomado las armas. Aun así, reconoce que las armas le producen curiosidad: “¿Qué se siente al disparar a algo?”.
Hasta hace unas horas, la mayoría de las mujeres del curso —la más joven tiene 18 años y la mayor, 70— no se conocían entre sí. Pero en esta noche nevada con temperaturas bajo cero en Lohtaja, cerca de la ciudad de Kokkola, ya han montado el campamento en medio de un frondoso pinar a la luz de las antorchas, han encendido un fuego de leña en un quemador en el centro de la gran tienda militar y han trazado un plan para decidir dónde va a dormir cada una.
A lo largo del fin de semana, el grupo aprenderá a sobrevivir en medio de una situación hostil: encenderán y apagarán el fuego, cocinarán al aire libre, prestarán primeros auxilios, tendrán que mantenerse calientes y construir un retrete. El grupo se turnará para mantener el fuego encendido durante la noche. Algunas de las participantes utilizan una gran lona para arreglar una gotera en la tienda de campaña.
Aunque no existe una rivalidad militar oficial entre los dos vecinos, los servicios de inteligencia finlandeses describen a Rusia como la principal amenaza para la seguridad nacional del país y tienen pocas dudas de que ya libra una guerra híbrida con el país vecino.
La semana pasada, la ministra finlandesa de Asuntos Exteriores, Elina Valtonen, hizo pública una declaración conjunta con su homóloga alemana en la que expresaba su “profunda preocupación” por el presunto sabotaje —uno de los dos ocurridos en el Báltico— de un cable submarino entre Finlandia y Alemania. “El hecho de que un incidente de este tipo suscite inmediatamente sospechas de daños intencionados dice mucho de la volatilidad que vivimos en la actualidad”, afirmó. Desde entonces, Finlandia ha abierto una investigación conjunta con Suecia que, al igual que Finlandia, es miembro de la OTAN a raíz de la invasión de Ucrania.
Helsinki también acusa a Rusia de utilizar personas interpuestas, incluidos solicitantes de asilo, para agraviar a su vecino. El país ha sufrido robos sospechosos en instalaciones de tratamiento de agua y problemas con interferencias de GPS.
Nasta se creó en 1997. Aunque la formación que ofrece no es militar, está financiada en parte por el Ministerio de Defensa finlandés y recibe un apoyo sustancial de la Asociación Nacional de Formación para la Defensa de Finlandia. Cuenta con unos 100.000 miembros. Tras la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, el interés alcanzó niveles sin precedentes.
Suvi Aksela, responsable de comunicación y organización de Nasta, explica que cuando se abrieron los cursos había tanta gente haciendo cola para conseguir una plaza que el sistema se colapsó, y compara conseguir una plaza en uno de los cursos subvencionados con conseguir entradas para un concierto de un grupo famoso. “A veces los cursos se llenan en un minuto”, explica.
Explica que, en los días posteriores a la invasión de Ucrania, las llamadas telefónicas “no paraban de llegar”. La primera pregunta solía ser “¿qué puedo hacer para prepararme?”. Y la segunda era “¿dónde puedo aprender a disparar?”. La tercera era “¿cómo puedo saber dónde está el búnker que me corresponde por área?”. Un inventario reciente del Ministerio del Interior reveló que Finlandia tiene 50.500 búnkeres, parte del legado de un intento de la Unión Soviética de invadir el país durante la Segunda Guerra Mundial. “Que la segunda pregunta más frecuente fuera cómo aprender a disparar me sorprendió”, señala Aksela: “Finlandia tiene su propio personal militar profesional y también una enorme cantidad de reservistas. Si me veo en la tesitura de tener que coger un arma es que la situación es extrema”, añade.
La popularidad del tiro en Finlandia se ha disparado en los dos últimos años. A principios de este año el Gobierno anunció un plan para abrir más de 300 nuevos campos de tiro con el fin de animar a la gente a practicarlo como afición para reforzar la defensa nacional. El número de finlandeses que solicitan licencias de armas también ha aumentado considerablemente.
Aksela aconseja a los interesados que empiecen por tomar precauciones en casa. Se recomienda a los finlandeses que, en caso de emergencia, tengan provisiones suficientes para sobrevivir sin ayuda durante al menos 72 horas: comida, agua, medicinas y acceso a una radio de pilas.
Aksela puntualiza que los cursos son más populares entre las mujeres con estudios universitarios de mediana edad de la zona de Helsinki. Además de la proximidad de Rusia a Finlandia, la memoria colectiva de la lucha contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial también desempeña un papel importante en la seriedad con la que los finlandeses se toman la amenaza rusa.
“Es por nuestro pasado. Obviamente, por nuestra ubicación. El vecino no es muy amistoso, no lo ha sido, ni siquiera antes de [2022]. Así que somos muy conscientes de los riesgos. Muchos países han suprimido el servicio militar obligatorio, Finlandia nunca lo ha hecho. Así que para nosotros es una cuestión de mero sentido común”, afirma Aksela.
La Constitución finlandesa establece la obligación de todos los ciudadanos a contribuir a la defensa nacional, y todos los hombres están obligados a realizar el servicio militar (las mujeres pueden solicitarlo, pero de forma voluntaria).
El Servicio de Seguridad e Inteligencia de Finlandia (SUPO) ha advertido de que Rusia trata a Finlandia como un Estado hostil y como objetivo de espionaje y “actividades de influencia maligna”. El director adjunto de SUPO, Teemu Turunen, afirma que la guerra híbrida se presenta bajo múltiples formas, entre ellas a través de intermediarios, ciberataques, amenazas a infraestructuras críticas, desinformación y espionaje.
Según Turunen, Rusia está utilizando a los solicitantes de asilo como “herramientas para sus propios fines” al vigilar inadecuadamente la frontera ruso-finlandesa. Esta es la razón por la cual la frontera oriental permanece cerrada y lo ha estado durante la mayor parte del año pasado. “El modus operandi de los servicios de inteligencia rusos es más agresivo, es una amenaza más seria y están utilizando otros medios”, ha explicado el responsable de la agencia. Entre los medios, el experto cita la amenaza a infraestructuras críticas y el sabotaje.
“Está muy claro que los actores estatales rusos son la principal amenaza para la seguridad nacional finlandesa. E incluso difuminando las líneas entre el uso de organizaciones criminales por poderes u otros tipos de intermediarios”, señala.
Sin embargo, es importante no asumir que Rusia está detrás de cada posible incidente, dice. “Es importante entender que Rusia no es omnipotente. Intentan exagerar sus capacidades”, afirma. En su opinión, Rusia tiene prioridades más urgentes que Finlandia, como su propia estabilidad y la guerra en Ucrania. “Así que no es que Rusia pueda hacer cualquier cosa, en cualquier lugar y en cualquier momento. Intentan que pensemos que tienen esa capacidad y les tengamos miedo, pero no es el caso”, indica.
Preguntado por cómo afecta la victoria de Donald Trump a la seguridad y preparación de Finlandia, advierte de que “la amenaza del lado ruso no va a desaparecer” y que, a medida que Estados Unidos se centra cada vez más en China, Europa debe “intensificar y mejorar la preparación”.
En su opinión, los finlandeses están “bastante tranquilos ante la amenaza”, pero puntualiza que la preparación es la clave: “Tanto prepararse de forma inteligente como la resistencia de la sociedad. Todo ello forma parte del enfoque integral de la sociedad que Finlandia tiene y que ya hemos tenido durante mucho tiempo”.
Lo cierto es que han sido los acontecimientos de los dos últimos años los que han empujado a muchas personas a inscribirse a formaciones como las que ofrece Nasta.
Volviendo al campamento después de desayunar, con el suelo cubierto por la nieve recién caída, Aija Kuukkanen me cuenta que la primera vez que intentó inscribirse a un curso fue en la primavera de 2022. “Había visto este tipo de cursos anteriormente, sabía que existían, pero tras la invasión de Ucrania me decidí”, explica esta mujer de 58 años, que trabaja en una fábrica de tractores. “Quería estar mejor informada y prepararme de alguna manera”, añade.
Merja Majanen, de 67 años, jubilada y exdirectora de un banco de Rovaniemi, que ha impartido cursos de desinformación en su ciudad natal, señala que el hecho de que cientos de mujeres hayan viajado desde toda Finlandia para hacer estos cursos es una prueba de su grado de ansiedad.
A ella le consuela no vivir cerca de la frontera rusa: “Si viviera en las zonas orientales de Laponia estaría aún más preocupada”.
Traducción de Emma Reverter