Inglaterra declara la alerta de sequía y se prepara para cortes de agua y pérdida de cosechas
Gran parte de Inglaterra ha declarado la alerta oficial por sequía por la prolongada ausencia de lluvias. En algunas zonas del país no se han registrado precipitaciones significativas en todo el verano, como ha dicho el Grupo Nacional de Sequía, que es parte del Gobierno.
La Agencia de Medio Ambiente de Reino Unido ha declarado la sequía en ocho de sus 14 zonas: Devon y Cornualles; Solent y South Downs; Kent y el sur de Londres; Herts y el norte de Londres; Anglia Oriental; Támesis; Lincolnshire y Northamptonshire; y las Midlands Orientales.
Los documentos consultados por The Guardian muestran que la Agencia de Medio Ambiente espera que otras dos zonas entren en sequía a finales de agosto, Yorkshire y West Midlands.
El comité se reunió a principios de este verano para debatir sobre la falta de lluvias y decidió situar al país en “estado de sequía prolongada”, la primera de las cuatro fases de emergencia por sequía, y un paso antes de la declaración de sequía. Ahora, el país ha pasado a esa segunda fase.
Medidas contra la sequía
Esto significa que el racionamiento de agua puede tener lugar en todo el país, con menos barreras para las compañías de agua que deseen prohibir a los clientes el uso de mangueras y el lavado del coche con agua del grifo. En esta fase también pueden ponerse en marcha medidas más severas, como la prohibición del uso de aspersores, la limpieza de edificios, vehículos y ventanas.
En lo que va de año, varias autoridades encargadas del agua en varias zonas del país han prohibido el uso de mangueras, y otras más lo harán en los próximos días en regiones de Inglaterra y Gales.
Peligro para cosechas
A los asistentes a la reunión se les mostraron estadísticas inquietantes sobre la seguridad alimentaria de Inglaterra. Se espera que la mitad de la cosecha de patatas se pierda por no poder regarse, e incluso los cultivos que suelen tolerar la sequía, como el maíz, se están estropeando.
El grupo fue informado de que “las opciones de riego están disminuyendo y los embalses se están vaciando rápidamente”, y se esperan pérdidas de entre el 10% y el 50% en cultivos como zanahorias, cebollas, remolacha azucarera, manzanas y lúpulo. La producción de leche también ha disminuido en todo el país debido a la falta de alimento para las vacas, y los incendios forestales están poniendo en peligro grandes extensiones de terreno agrícola.
Los agricultores están decidiendo si sembrarán la cosecha para el próximo año, y se teme que muchos decidan no hacerlo, con consecuencias nefastas para la cosecha de 2023.
El Gobierno ha insistido en que el suministro de agua esencial para los hogares no está en peligro. “Estamos viviendo una segunda ola de calor después del julio más seco registrado en algunas zonas del país”, Steve Double, secretario de Estado encargado del suministro de agua. “El Gobierno y la Agencia de Medio Ambiente ya están tomando medidas para gestionar los efectos. Todas las compañías de agua nos han asegurado que los suministros esenciales siguen siendo seguros, y hemos dejado claro que es su deber mantenerlos”.
A pesar de que los veranos más secos se han visto compensados por otoños húmedos en años anteriores, a los asistentes a la reunión se les dijo que era poco probable que eso ocurriera este año, ya que se prevé que las condiciones de aridez continúen debido a la alteración del clima. Lo que significa que no se han producido los peores efectos en el suministro de agua.
Las notas de la Agencia del Medioambiente dicen que “una mayor probabilidad de condiciones cálidas durante los meses de agosto a octubre se corresponde con un mayor flujo del oeste procedente de mares más cálidos que la media, y a nuestro aumento de las temperaturas. Dado que lo más probable es que se produzca una progresión típica del noroeste (más húmedo) al sureste (más seco) en las precipitaciones, no hay indicios claros de una mejora significativa de las actuales condiciones de sequía”.
Una sequía hidrológica
Catherine Sefton, hidróloga del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido, dijo que “en el sureste de Inglaterra, el tiempo seco constante significa que muchos caudales de los ríos siguen siendo notablemente o excepcionalmente bajos, y las previsiones hidrológicas sugieren que esta situación se mantendrá durante los próximos meses”
“En los casos en que los caudales de los ríos se apoyan en aguas subterráneas, que se recargan durante los meses de invierno, el impacto de la sequía se reduce. Pero una continuación de las precipitaciones por debajo de la media en un segundo invierno probablemente daría lugar a una grave sequía hidrológica y medioambiental, con un notable incremento de las restricciones del suministro de agua y los rescates de peces que estamos empezando a ver en el sureste.”
La última vez que se declaró una sequía fue en 2018. Aunque aún no se ha realizado una investigación para determinar si la sequía de este año está causada por la crisis climática, la Oficina Meteorológica determinó en 2018 que las condiciones de sequedad y el calor extremo eran 30 veces más probables debido al cambio climático.
Ha habido cinco meses consecutivos de precipitaciones por debajo de la media en todas las regiones geográficas de Inglaterra y temperaturas por encima de la media. Los caudales de los ríos, los niveles de las aguas subterráneas y las reservas de los embalses disminuyeron durante el mes de julio. Trece ríos indicadores monitorizados por la Agencia de Medioambiente se encuentran en los niveles más bajos jamás registrados y el déficit de humedad del suelo es comparable al observado al final de la sequía de 1976.
Escocia y Gales tienen grupos de reacción a la sequía similares, que también se reunirán este verano tras unas condiciones más secas de lo habitual.
Traducción de Celia Broncano
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