Los insectos de todo el mundo están camino de la extinción y amenazan con generar un “colapso catastrófico de los ecosistemas”, según el primer análisis científico global. Las principales conclusiones arrojan que más del 40% de especies diferentes están disminuyendo en número y un tercio de ellas están en peligro de extinción: la velocidad a la que están desapareciendo es ocho veces mayor que la de los mamíferos, aves y reptiles. Según los datos más precisos que han podido obtenerse, se produce un descenso del 2,5% anual en la cantidad total de insectos, una cifra que sugiere que podrían desaparecer por completo en un siglo.
El planeta está al inicio de la sexta extinción masiva de su historia: ya se han registrado colosales pérdidas en animales más grandes que son más fáciles de documentar. Sin embargo, los insectos son de lejos los animales más abundantes y variados, con una población 17 veces mayor a la de la humanidad. Los investigadores afirman que son “esenciales” para el funcionamiento de los ecosistemas, ya sea como comida de otras criaturas, para polinizar las plantas o reciclar nutrientes.
Recientemente, se ha estudiado el rápido descenso de la población de insectos en Alemania y Puerto Rico, pero este análisis indica que la crisis es de escala global. Los investigadores redactaron sus conclusiones con términos inusualmente contundentes para tratarse de un estudio científico: “Esta tendencia confirma que la sexta extinción masiva está teniendo un impacto profundo en las formas de vida de nuestro planeta”.
“A menos que cambiemos nuestra forma de producir alimentos, los insectos irán camino a la extinción en solo unas décadas”, escribieron. “Las consecuencias de esto para los ecosistemas del planeta serán, cuando menos, catastróficas”.
El estudio, publicado en la revista académica Biological Conservation, asegura que la agricultura intensiva es la causa principal del descenso de la cantidad de insectos, especialmente el uso de pesticidas. La urbanización y el cambio climático son otros factores importantes.
“Si no se puede poner freno a la pérdida de especies de insectos, las consecuencias serán catastróficas tanto para los ecosistemas del planeta como para la supervivencia de la humanidad”, afirma Francisco Sánchez-Bayo, de la Universidad de Sydney, Australia, uno de los redactores del análisis junto con Kris Wyckhuys de la Academia China de Ciencias Agrarias de Pekín.
El índice de pérdida anual de insectos de 2,5% durante los últimos 25 o 30 años es “estremecedor”, señala a The Guardian Sánchez-Bayo: “Es muy acelerado. En 10 años tendremos un cuarto menos de insectos, en 50 años quedará solo la mitad y en 100 años habrán desaparecido”.
Los animales morirán de hambre
Uno de los mayores impactos de la pérdida de insectos lo sufrirán las aves, los anfibios y los peces: los principales animales que se alimentan de ellos. “Si pierden su fuente de alimento, todos estos animales morirán de hambre”, afirma Sánchez-Bayo. Este efecto cascada ya ha sido registrado en Puerto Rico, donde un estudio reciente revela que en 35 años se reducirá en un 98% la cantidad de insectos de tierra.
El nuevo análisis selecciona los 73 mejores estudios realizados hasta la fecha para evaluar el descenso de la cantidad de insectos. Las mariposas y las polillas son los más afectados. Por ejemplo, la cantidad de especies de mariposas en Inglaterra cayó en un 58% entre 2000 y 2009. Reino Unido sufrió el peor descenso registrado de insectos, aunque es probable que se deba a que allí se les estudia con más intensidad que en otros sitios.
También se han visto seriamente afectadas las abejas. Por ejemplo, solo la mitad de las especies de abejas que se encontraron en Oklahoma (Estados Unidos) en 1949 fue registrada en 2013. En 1947 había 6 millones de colonias de abejas en todo Estados Unidos, pero desde entonces se han perdido 3,5 millones.
Existen más de 350.000 especies de escarabajos y muchas están en rápido descenso, especialmente el escarabajo coprófago. Sin embargo, hay especies sobre las que se sabe muy poco, como las moscas, hormigas, pulgones, chinches y grillos. Los expertos dicen que no hay razón para pensar que estas especies están conservándose mejor que las que se han estudiado.
Un pequeño número de especies adaptativas ha crecido en población, pero no son suficientes para compensar las grandes pérdidas. “Siempre hay algunas especies que aprovechan el vacío que se genera por la extinción de otras especies”, explica Sanchez-Bayo. En Estados Unidos, el escarabajo oriental común está aumentando su población gracias a que tolera los pesticidas.
La mayoría de los estudios se realizaron en Europa occidental y Estados Unidos, con algunos otros hechos en Australia, China, Brasil o Sudáfrica, pero en otros sitios existen muy pocos.
“La causa principal del descenso de las poblaciones de insectos es la agricultura intensiva”, afirma Sánchez-Bayo. “Eso significa la eliminación de los árboles y arbustos que normalmente rodean los campos, entonces solo quedan planicies y campos desnudos que son tratados con fertilizantes y pesticidas”. El científico remarca que la pérdida de insectos parece haber comenzado a principios del siglo XX, acelerándose en los años 50 y 60 para alcanzar “proporciones alarmantes” en las últimas dos décadas.
Sánchez-Bayo cree que los nuevos tipos de insecticidas que se comenzaron a utilizar en los últimos 20 años, incluidos los neonecotinoides y el fipronil, han sido especialmente dañinos, ya que se usan de forma rutinaria y quedan en el medioambiente: “Esterilizan la tierra, matando todas las larvas”. Esto impacta incluso en las reservas naturales cercanas: el 75% de las pérdidas de insectos registradas en Alemania se dio en zonas protegidas.
“Los humanos no podemos sobrevivir sin los insectos”
Sánchez-Bayo señala que el mundo debe cambiar la forma en que produce alimento. Destaca además que las granjas orgánicas tienen más insectos y que los pesticidas ocasionales que se utilizaban en el pasado no causaban tanto daño como el visto en las últimas décadas. “La agricultura intensiva a escala industrial es lo que está destruyendo los ecosistemas”, añade.
En la zona de los trópicos, donde no suele utilizarse la agricultura industrial, se cree que lo que está matando a los insectos es el aumento de la temperatura a causa del cambio climáticos. Allí, las especies están adaptadas a condiciones muy estables y no tienen capacidad de cambio, como se ha visto en Puerto Rico.
Sánchez-Bayo afirma que el inusual lenguaje contundente que se utilizó en el análisis no es alarmista. “Queríamos despertar a la gente” y los otros analistas y editores estuvieron de acuerdo, cuenta. “Si se tiene en cuenta que el 80% de la biomasa de insectos ha desaparecido en los últimos 25 30 años, el problema es grande”.
Otros científicos están de acuerdo en que está claro que la pérdida de insectos es un grave problema mundial. “Toda la evidencia apunta en la misma dirección”, señala el profesor Dave Goulson de la Universidad de Sussex en el Reino Unido. “Nos debería preocupar a todos, ya que los insectos son el corazón de toda cadena alimenticia, polinizan la mayoría de las plantas, mantienen el suelo saludable, reciclan nutrientes, controlan las pestes y muchas más cosas. Ya sea que los amemos o los odiemos, la realidad es que los humanos no podemos sobrevivir sin los insectos”.
Matt Shardlow, del centro de conservación Buglife, afirma: “Es muy preocupante ver esta recopilación de evidencias que demuestra en qué estado calamitoso están las poblaciones de insectos en todo el mundo. Es cada vez más obvio que la ecología del planeta está colapsando y que hay que hacer un gran esfuerzo global para poner freno y revertir estas horrorosas tendencias”. En su opinión, el análisis exagera un poco el papel de los pesticidas y minimiza el cambio climático, aunque también podrían ser significativos otros factores no muy estudiados, como la contaminación lumínica.
El profesor Paul Ehrlich, de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, ha visto de primera mano cómo se extinguen los insectos, gracias a su trabajo con la mariposa de Quino en la reserva de Standord en Jasper Ridge. Comenzó a estudiarlas en 1960, pero en 2000 habían desaparecido todas, principalmente por culpa del cambio climático.
Ehrlich eloga el análisis: “Es extraordinario que hayan analizado todos esos estudios y que lo hayan hecho tan bien”. Afirma que le impactó especialmente el descenso de insectos acuáticos. “Sin embargo, no mencionan que la superpoblación humana y el consumo excesivo están contribuyendo a la pérdida de insectos, además del cambio climático”, añade.
Sánchez-Bayo cuenta que recientemente vivió en carne propia la pérdida de insectos. Durante unas vacaciones familiares, hizo en coche 700 kilómetros por la Australia rural y no tuvo que limpiar el parabrisas ni una sola vez. “Hace unos años, tenía que hacerlo constantemente”.
Traducido por Lucía Balducci