Desde Berlín hasta Toronto, desde Maastricht a Los Ángeles y Londres, ciudadanos irlandeses por todo el mundo se preparan esta semana para regresar a casa y votar en un referéndum sobre al aborto cuyo resultado aún no está decidido.
Las universidades de Cambridge, Oxford, Londres y Nottingham han ofrecido ayudas para permitir a los estudiantes volar a Irlanda para la histórica votación del viernes, mientras que en otros lugares los votantes han recibido fondos de amigos y de familiares para que se escuche su voz.
“Estoy tan convencida. Quiero que mi voto cuente”, cuenta Amy Fitzerald, de 38 años, que hace poco emigró a Canadá. Su marido le sorprendió con un regalo de cumpleaños de un billete de ida y vuelta a casa (que costó 1.200 euros) para votar a favor de eliminar de la Constitución irlandesa una polémica enmienda de 1983 que hace que el aborto sea ilegal.
“Tengo una amiga que abortó hace años y no se lo dijo a nadie. Todos mis embarazos fueron felices, pero no entiendo por qué me incumbe a mí ni a nadie forzar a las mujeres a hacer lo que ella tuvo que hacer o a lo que tuvieron que pasar por esto solas, en silencio”, añade.
Kieran McNulty, un estudiante de postgrado de la London School of Economics, está también preparado para volver a casa. “Mientras estudiaba Derecho en Trinity en Dublín, me di cuenta de lo difícil que era hacer que esta ley fuera más humanitaria por culpa de la Constitución”.
“No podemos seguir empujando a las mujeres a que vayan a Liverpool a abortar”, dice sobre las miles de mujeres que han tenido que viajar a Reino Unido para eso. “Tenemos que enfrentarnos a la realidad y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para influir en el resultado final. Es por eso que voy a casa. Si la campaña no ganase por un voto, me sentiría fatal”.
El referéndum va a ser uno de los momentos más complicados a los que se enfrenta el taoiseach (primer ministro) irlandés Leo Varadkar, desde que llegó al poder hace un año. Varadkar se encuentra fuertemente presionado para que dé un sí decisivo a la eliminación de la prohibición casi total del aborto de la Constitución y deje las decisiones sobre la materia en manos del Parlamento, como sucede en Reino Unido.
La octava enmienda protege “el derecho a la vida del feto”, y significa que el aborto legal es imposible en Irlanda incluso en casos de violación o de deformaciones letales en el feto.
Dos encuestas de opinión que se publicaron el domingo muestran que la campaña del 'sí' ha incrementado su ventaja, cambiando una tendencia según la cual las diferencias se estaban reduciendo.
Pero la diáspora irlandesa que apoya el sí no da nada por sentado. “En este momento, todos estamos un poco nerviosos porque las encuestas están muy ajustadas. Creo que cada voto va a contar y me siento una privilegiada porque Berlín esté tan cerca como para llegar a casa y poder permitírmelo”, dijo Sonja Rohan, una estudiante de postgrado de 24 años que regresará el jueves.
Para los que van a hacer el viaje, las emociones están a flor de piel.
Sharon Canavan, que tiene 28 años y vive en Warwickshire, está decidida a regresar a casa para votar a favor del 'sí' después de tener complicaciones en un embarazo estando en Reino Unido. “Tengo tres hijos, experimenté algunas complicaciones durante mi segundo embarazo y estuve hospitalizada durante ocho semanas. La atención que recibí en Reino Unido fue insuperable. Mi vida fue siempre la prioridad”.
“Yo ya tenía un hijo pequeño y un marido en casa. Me indujeron pronto el parto. El bebé estaba bien y yo estaba bien. Pero me hizo darme cuenta de que no querría estar en Irlanda si algo así pasaba de nuevo. Podría pasarme algo peor”, explica.
Pero la campaña #hometovote no solo ha atraído a los votantes por el 'sí'.
“La enmienda constitucional fue un instrumento muy drástico”, dice Seánín Mac Brádaigh, un chico de 27 años que trabaja en la Administración en Hampshire, que está haciendo un viaje de 14 horas de tren y ferry para regresar y votar a favor del 'no'. “Obviamente hay margen de mejora, pero no apoyo que se otorgue a ningún gobierno el control total de las decisiones en torno a la protección de los niños no nacidos”, defiende.
Otros que también siguen de cerca el referéndum son los emigrantes más mayores que han estado fuera del país más de 18 meses, tiempo que impide que estos ciudadanos puedan participar. Por eso, han lanzado una campaña llamada #BeMyYes instando a los más jóvenes a hacer el viaje de regreso y votar. Algunos incluso se han ofrecido a financiar el viaje de estos votantes.
“He estado esperando este referéndum toda mi vida y estoy devastada porque no puedo participar en la iniciativa #homevote”, tuiteó Audrey Bowman, que vive ahora en el Caribe.
El jueves por la noche, más de 200 personas se reunieron en Wapping, al este de Londres, para mostrar su apoyo a la campaña del 'sí'. El viernes, se produjo algo similar pero en el bando del 'no' organizado por el grupo London Irish United for Life.
Una mujer que apoya la campaña por el 'no' comentó que ella y un grupo de gente en la capital británica se unieron en febrero anticipándose al referéndum. “La percepción en los medios de comunicación es que la iniciativa #hometove tiene que ver solo con el 'sí'. Nosotros consideramos que los no nacidos deben ser protegidos, así como la octava enmienda”, defiente Laoise Ní Dhubhrosa.
Bláithín Carrol, una chica de 21 años que defiende el aborto, ha conseguido regresar a casa con la financiación de otro irlandés que no podía ejercer el derecho a voto porque ha estado fuera de Irlanda durante mucho tiempo. “Creé una página en GoFundMe y alguien tuvo la amabilidad de costearme el viaje para poder volver a casa”.
Traducido por Cristina Armunia Berges