Políticos de izquierdas alaban el control de fronteras y políticos de derechas piden la expansión del Estado de bienestar. Las viejas certezas políticas podrían dar un vuelco en Alemania este verano en un momento en el que ambos extremos del espectro político sugieren un giro “social nacional”.
Un nuevo movimiento de izquierdas alemán que se lanzará a modo de prueba en agosto pretende separarse de lo que uno de sus fundadores llama la tendencia “moralista” de la izquierda. La iniciativa es un intento por recuperar a los votantes de clase trabajadora del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
El nuevo movimiento está liderado por la copresidenta del grupo parlamentario del partido de izquierdas Die Linke, Sahra Wagenknecht. La iniciativa cuenta también con antiguos y actuales miembros del Partido Socialdemócrata y del Partido Verde y con destacados académicos como el sociólogo Wolfgang Streeck.
Según uno de los fundadores del movimiento, su característica principal probablemente sea su adherencia a “la izquierda materialista, no la izquierda moralista”.
“Cuando la gente vive en condiciones sociales que le hacen sentirse segura, normalmente está preparada para actuar de forma generosa y tolerante”, señala Bernd Stegemann, autor y dramaturgo en el prestigioso teatro Berliner Ensemble. Stegemann está trabajando junto a Wagenknecht en el programa del movimiento. “Cuando vive en condiciones cada vez más precarias, sin embargo, también es más probable que reaccione a los desafíos de una forma más dura y fría. [Bertolt] Brecht lo resumió de forma maravillosa. Primero la comida, después la ética”.
Además de movilizarse en torno a causas tradicionales de la izquierda como el desarme y la revocación de las reformas laborales aprobadas en 2002, un documento sin firmar que ha circulado las últimas semanas por los círculos políticos de Berlín sugiere que el movimiento también promoverá políticas de ley y orden y una posición más dura en inmigración. “Fronteras abiertas en Europa se traduce en una mayor competición por trabajos mal pagados”, sostiene el documento, que lleva por título 'Tierra justa'.
Stegemann, que no es miembro de ningún partido político, afirma que está frustrado con los intelectuales de izquierdas de clase media que dan lecciones a los alemanes de clase obrera por su reacción escéptica a las decisiones de Angela Merkel en el punto álgido de la crisis de refugiados.
“Nos enfrentamos a una situación absurda cuando los ganadores del neoliberalismo dicen a los perdedores que tienen que ser más humanos. Y me irrita que los políticos piensen que es suficiente con emitir juicios morales. No, la política debe actuar”, afirma Stegemann.
La extrema derecha y su nueva política social
El lanzamiento del nuevo movimiento, que empezará como un foro online donde los simpatizantes puedan subir y ver propuestas políticas, llega en un momento en el que el AfD está intentando ganarse a los seguidores desencantados del Die Linke en los estados de la antigua Alemania Oriental. El partido de extrema derecha lo está haciendo avanzando posiciones en materia de bienestar social, un campo habitualmente asociado a la izquierda.
Con tres elecciones cruciales en los estados de Sajonia, Brandeburgo y Turingia el año que viene, las ramas del AfD de Alemania del Este han empezado a separarse de las raíces neoliberales del partido. Un nuevo plan de pensiones anunciado este mes por Jürgen Pohl, diputado de AfD en Turingia, propone estabilizar los niveles de las pensiones en torno al 50% de los ingresos, mejorando las propuestas elaboradas por Die Linke, los socialdemócratas y los verdes.
Los que no son alemanes quedan en su mayoría excluidos de las recién descubiertas iniciativas sociales del AfD. Una propuesta de “pensión de residente estatal” de 190 euros al mes solo podría ser solicitada por ciudadanos alemanes que hayan trabajado en el país más de 35 años.
Björn Höcke, el político de extrema derecha que ha emergido como el arquitecto principal de la identidad “social nacional” del AfD en el Este, argumenta que la “cuestión social alemana del siglo XXI” no es la redistribución de la riqueza nacional de arriba a abajo o de mayores a jóvenes, sino de “dentro a fuera”.
Tanto en Die Linke como en el AfD, las nuevas formaciones “social nacionales” –tal y como fueron apodadas las nuevas iniciativas políticas en un artículo de Frankfurter Allgemeine Zeitung– tienen oposición dentro de sus propios partidos. Existe el miedo entre los estrategas y activistas del primero de que el nacimiento oficial del nuevo movimiento a principios de septiembre pueda resultar contraproducente y acabe con las ya bajas opciones de Die Linke de entrar en el Parlamento en las elecciones de Baviera de octubre.
Wagenknecht es una política muy reconocida cuya habilidad retórica ha hecho que su presencia en los programas de debate político sea habitual, pero los críticos dentro de su partido afirman que su popularidad es solo una ilusión. A diferencia de Momentum,el sector más izquierdista del Partido Laborista británico, su nueva iniciativa ha atraído hasta ahora principalmente a hombres blancos mayores. Wagenknecht se opone a la exitosa rama de Berlín del Die Linke, progresista en lo social y a favor de los refugiados, que encabeza las encuestas para las elecciones estatales de 2021.
Dentro de Alternativa por Alemania, las peticiones por unos subsidios más elevados y las reivindicaciones contra la desregulación chocan con las posiciones oficiales de las altas esferas del partido, donde su líder, Alice Weidel, aboga por fondos de pensiones al estilo suizo y su número dos, Beatrix von Storch, critica en Twitter los impuestos elevados.
Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que el realineamiento político no está solo teniendo lugar en las sedes de los partidos, sino en todo el país. La investigación del sociólogo Klaus Dörre sobre un nuevo “movimiento de trabajadores en la derecha”, basado en más de 70 entrevistas por toda Alemania, revela un rápido y creciente apoyo a la “solidaridad exclusiva” promovida por el AfD entre funcionarios y miembros de los sindicatos en Alemania.
Los trabajadores de empleos poco cualificados que solían votar a la extrema derecha o a la extrema izquierda en protesta están consolidando cada vez más su identificación con el AfD, explica Dörre. “Solían ser un movimiento de protesta fluctuante, pero ahora siguen la línea del partido”, añade.
Uno de los casos de estudio anónimos citado en la investigación refleja cómo un activista sindical “ejemplar” que había luchado en solidaridad con los trabajadores temporales checos muestra ahora una visión que pasa de lo “social nacional” al nacionalsocialismo: “En mi opinión, los refugiados se tienen que ir... No tendría ningún problema si abriesen de nuevo (el campo de concentración de) Buchenwald, que pusiesen un alambre de espino a su alrededor y que ellos estuviesen dentro y nosotros fuera”.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti