Federico es uno de los muchos jóvenes italianos que pueden votar por primera vez en las elecciones generales del próximo domingo. Como muchos otros de su generación, está poco entusiasmado con la política de su país, pero no se siente desvinculado.
“Por supuesto que iré a votar”, cuenta este joven de 21 años que estudia ingeniería en la Universidad de Roma Tres. “Pero pondré una gran cruz a lo largo de toda la papeleta. Ninguno de los políticos es honesto, no ofrecen más que propaganda”.
Federico, que no quiso dar su apellido, coge todos los días a primera hora un tren en Orte, una ciudad en la región central de Lazio, para un trayecto de unos 50 minutos. Le acompaña Marco, un compañero estudiante de ingeniería que no está seguro de si va a votar, pero que sin embargo ha tomado nota de los candidatos y los considera insuficientes.
Silvio Berlusconi ha dominado la política italiana desde principios de los 90, y llegó al poder por segunda vez cuatro años después de que los dos estudiantes nacieran. Ahora la coalición de los partidos de derechas del multimillonario de 81 años lidera las encuestas, al mismo tiempo que intenta regresar a la primera línea política después de años de escándalos continuados.
“Berlusconi nunca se va a largar”, añade Marco.
Los dos chicos de 21 años están igualmente desencantados con el candidato más joven: Luigi Di Maio, el líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E), que se ha transformado en el partido más popular de Italia en los últimos nueve años en gran parte gracias a toda la gente de entre 25 y 40 años que se ha sentido atraída por sus promesas de eliminar la corrupción y derribar a la antigua élite.
“Mira lo que está pasando con el M5E”, dice Federico. “Dijeron que destinarían parte de sus salarios a ayudar a las pequeñas empresas, pero (en algunos casos) no es cierto. Se presentaron como algo diferente, pero son igual que el resto”.
Valentina Prosperini, una dependienta de 22 años, dice que va a votar pero que todavía no ha decidido a qué partido. Las encuestas señalan que hasta un 40% de los votantes que tienen menos de 25 años podrían abstenerse.
“Es importante participar. El asunto más importante para mí es el trabajo. Es difícil encontrar trabajo y, cuando lo encuentras, tienes que intentar mantenerlo”, explica Prosperini.
Los analistas dicen también que la apatía creciente de la gente hacia la política no es solo cosa de jóvenes: en general, alrededor del 30% de los votantes planea abstenerse o está indeciso.
“En parte, esto se debe a una pérdida de confianza en los políticos”, cuenta Antonio Noto, director de la compañía de encuestas IPR. “Hace una década, el nivel de confianza en los partidos políticos era de alrededor de un 10%, ahora es del 7%. La gente cree que votar no sirve para nada”.
Los numerosos cambios de Gobierno –el de Paolo Gentiloni es el Gobierno número 65 en Italia desde la II Guerra Mundial– también han alimentado el descontento. Pero la principal preocupación entre los votantes es el bienestar económico, ya que en estos momentos la recuperación del país coge impulso tras una larga recesión.
“Los italianos se sienten más pobres que hace cinco años, no sienten que haya mejorado su calidad de vida durante este tiempo”, añade Noto.
Desencanto con el M5E
Barbara Fazio, una terapeuta de mascotas de 53 años, también quiere convertir su papeleta en un voto nulo. En las elecciones de 2013 apoyó al M5E, que consiguió el segundo mejor porcentaje de votos solo cuatro años después de irrumpir en la escena política. Pero ahora, ya no cree que el partido sea capaz de llevar a cabo los cambios prometidos.
“Nadie tiene visión a largo plazo”, asegura. “Italia estuvo a la vanguardia en innovación después de la guerra, la gente trabajó duro y estudió. Hoy en día, la gente solo piensa en hacer dinero, lo más rápido posible. En lo que respecta a Berlusconi, es muy similar a Donald Trump. La gente piensa que si votan por él, estarán mejor”.
La coalición de Berlusconi, que incluye a dos partidos de extrema derecha, lidera ahora las encuestas. El M5E ocupa el segundo lugar, y el Partido Democrático de centro-izquierda, liderado por Matteo Renzi, se encuentra muy por detrás en tercer lugar.
La tasa de abstención en las elecciones generales ha aumentado desde principios de los 90, en parte porque en 1992 se abolieron las sanciones contra los que no votaban. La participación en las elecciones generales de 2013 fue del 75,1%, la más baja desde 1946.
“Las generaciones posteriores a las II Guerra Mundial crecieron con la idea de que votar era un deber”, explica Lorenzo De Sio, un profesor de políticas en la Universidad LUISS de Roma.
Es probable que el resultado de las próximas elecciones se vea determinado por los 10 millones de votantes que, a estas alturas, siguen indecisos. En las elecciones de 2013, el apoyo al M5E aumentó un 5% en los últimos días de campaña.
“Algunos dirán que no quieren a Berlusconi y otros que tampoco quieren a Renci porque lo ven como una réplica de Berlusconi, así que votarán por el M5S”, asegura Francesco Galietti, fundador de Policy Sonar, una consultora con sede en Roma. “Y luego están los que sentirán que todo ha sido una decepción de una manera u otra y no votarán”, concluye.
Traducido por Cristina Armunia Berges