Liliana Segre, la senadora vitalicia italiana que sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz y que este año ha sido testigo de la llegada al poder de un gobierno de extrema derecha en Roma, dice que la “pesadilla de su vida” es que el Holocausto desaparezca de los libros de historia.
Segre, de 92 años, fue la única de su familia paterna que sobrevivió al Holocausto, en el que murieron seis millones de judíos como parte de la campaña de la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial para exterminar a la población judía de Europa.
“Que el Holocausto pueda acabar convirtiéndose en una simple frase en los libros de historia es mi pesadilla personal”, dice Segre en una entrevista con The Guardian. “No es un pensamiento pesimista, sino fruto de la observación. Observo ciertos hechos con espíritu científico: el experimento nazi está tatuado en mi piel (le tatuaron el número de serie 75190). Algo se hizo mal, y queda mucho por hacer”.
A Auschwitz con 13 años
Nacida en Milán, Segre fue expulsada de la escuela en 1938, después de que Benito Mussolini, dictador fascista italiano y aliado de Adolf Hitler, promulgara leyes raciales antijudías. Segre tenía 13 años cuando, el 30 de enero de 1944, fue detenida por la policía fascista de Mussolini y deportada, junto con otros miembros de su familia, a Auschwitz desde la estación de tren de Milán. La familia había intentado huir a Suiza.
La separaron de su padre, que fue asesinado al día siguiente. Su madre había muerto cuando ella tenía un año. Solo sobrevivieron 25 de los 776 niños italianos enviados al campo de concentración.
Tras regresar a Italia, Segre vivió con sus abuelos maternos en la región de Las Marcas. No habló públicamente de su experiencia en Auschwitz hasta la década de los 90 y desde entonces ha dedicado gran parte de su tiempo a visitar escuelas y universidades para hablar a los estudiantes sobre el Holocausto.
“Los supervivientes... tenemos el deber de dar nuestro testimonio”, dice. “La historia y la memoria van de la mano y son patrimonio común de la humanidad. Si la memoria se evapora como la niebla, el mundo estará condenado, como el círculo [del infierno] de Dante, a perpetuar el horror”.
Amenazada y con escolta policial
Segre fue nombrada senadora vitalicia por el presidente italiano Sergio Mattarella, el 18 de enero de 2018, en el 80 aniversario de la promulgación de las leyes raciales de Mussolini. En medio de la exposición pública, se convirtió en blanco de amenazas de muerte por parte de grupos de extrema derecha y, desde 2019, está obligada a llevar escolta policial. Un profesor de la región del Véneto escribió en Facebook que Segre “estaría bien en una bonita incineradora”.
Las amenazas contra ella se intensificaron después de que fuera nombrada presidenta de una comisión parlamentaria, constituida a finales de 2019, para combatir el racismo, el antisemitismo y la incitación al odio. Segre recibió recientemente amenazas de muerte por parte de grupos antivacunas debido a su apoyo a la vacuna contra la COVID-19. Es la persona de más edad en Europa que cuenta con escolta policial.
“Cuesta creer que alguien tenga que vivir con escolta policial a los 92 años”, afirma Segre. “He sufrido ataques racistas, hechos sorprendentes. Nunca es en persona; todo se consuma y amplifica en Internet, un lugar cerrado donde los que odian desde el teclado dan rienda suelta a lo peor de los instintos humanos con auténtica brutalidad, con las caras tapadas y las identidades disfrazadas con apodos inocentes. Me temo que no hay curas eficaces para el racismo y la intolerancia. Hay que luchar contra ellos. Es una guerra, como siempre decía Primo Levi”. Levi fue un escritor que también estuvo entre los pocos judíos italianos que sobrevivieron a Auschwitz y su libro Si esto es un hombre es uno de los relatos en primera persona más respetados del Holocausto.
La llegada de Meloni
Como senadora vitalicia, Segre presidió en octubre la reapertura del Parlamento tras las elecciones generales de finales de septiembre, en las que Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni, un partido de raíces neofascistas, se hizo con el poder en coalición con la ultraderechista Liga de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi.
Durante la campaña electoral, Segre había instado a Meloni a retirar la llama tricolor neofascista del logotipo oficial de su partido, pero la demanda de la senadora fue ignorada.
En el discurso de apertura de la Cámara Baja, Segre recordó los efectos del fascismo en su juventud y señaló que el nuevo Gobierno asumía el poder en un mes en el que se conmemoraba el centenario de la marcha de Mussolini sobre Roma, que inauguró la era fascista en Italia. Más tarde, Segre estrechó la mano y recibió flores de Ignazio Benito Maria La Russa, el recién elegido presidente de la cámara y quien es coleccionista de “souvenirs” fascistas. La Russa fue criticado hace unos días por celebrar el 76 aniversario de la creación del desaparecido Movimiento Social Italiano, partido neofascista del que su padre fue cofundador.
“Escribí el discurso con el corazón, consciente de que la nueva mayoría parlamentaria se inspira en los ideales de la extrema derecha con cierta nostalgia”, dice Segre.
El fascismo y la creación de partidos fascistas están prohibidos por la Constitución italiana. “Nuestra Constitución es antifascista, lo que constituye un escudo clave. Respetarla y aplicarla es un deber, el elixir de la vida democrática”, afirma Segre, que añade que está “orgullosa” de su papel como senadora vitalicia. “Yo, superviviente de los campos de exterminio, me convertí inesperadamente en miembro del Parlamento en este momento de mi vida. Mi esperanza para el futuro es que la memoria triunfe”.
Traducción de Emma Reverter