La marcha de las mujeres contra Trump ha inspirado una nueva forma de resistencia

Kira Cochrane

Connie Burkhart participó por primera vez en una marcha de protesta cuando estaba a punto de convertirse en octogenaria. En ese helado día de invierno, la anciana debía desplazarse de Hope, la localidad rural donde vive (86 habitantes), en el estado de Idaho, hasta Sandpoint, la ciudad donde se organizaba la marcha. No fue fácil; mientras intentaba retirar el hielo de la entrada de su casa les dijo a los amigos que la acompañaban que los republicanos se quedarían intimidados al constatar el esfuerzo que ellos estaban dispuestos a hacer.

Idaho es un estado republicano (como dice Burkhart, “es muy rojo”). Sin embargo, la multitud que asistía a la marcha, que partía de un teatro, llegaba hasta la calle. Se respiraba un ambiente emotivo, explica, ya que era la primera vez desde la victoria de Donald Trump en noviembre en que los participantes sentían que no estaban solos. Burkhart señala que nunca ha vivido un momento tan decisivo. Es demócrata pero ha votado a los republicanos en el pasado: “Voto a la persona que en mi opinión es más idónea para el cargo”, aclara.

“Lo primero que pensé cuando ganó las elecciones presidenciales... no puedo pronunciar su nombre... fue que por primera vez en mi vida no respetaba al presidente de Estados Unidos”, señala. Desde entonces ella se ha estado organizando. Asistió a una reunión del grupo Indivisible [una guía para permanecer unidos frente a Trump] de Sandpoint y conoce a otros dos grupos en su zona. Esta guía fue elaborada por 30 trabajadores del Congreso de Estados Unidos. Luego se hizo viral y se publicó en Internet en diciembre. Cuando the Guardian habló con Burkhart a mediados de febrero, más de un millón de personas se habían descargado la guía en Internet y la página web Indivisible tenía miles de grupos locales registrados, con el firme objetivo de “oponerse a la agenda de Trump, centrándose en iniciativas locales y defensivas en el Congreso y defender los valores progresistas”.

El Tea Party, el inicio de Trump

La guía considera que el movimiento Tea Party fue el pistoletazo de salida del fenómeno Trump y recomienda a los ciudadanos que no se queden de manos cruzadas cuando el Gobierno implemente su agenda. Les pide que contacten con los congresistas de su distrito y les expongan sus quejas, ya sea en persona, por carta o por teléfono (para que estos políticos vean que sus puestos peligran en las próximas elecciones). Desde que leyó la guía, Burkhart ha estado muy ocupada. La mujer, que había trabajado como administradora de una escuela y ahora está jubilada, mandó una carta de queja tras el nombramiento de Betsy DeVos como responsable de Educación (DeVos ha defendido durante muchos años las escuelas privadas).

Cuando the Guardian la entrevistó se dirigía a una reunión de un grupo que ella ha formado junto con otras quince mujeres y había estado en un acto del Partido Demócrata. “El congresista que habló nos contó que en 2013 había estado por primera vez en un acto en Sandpoint, en el que los participantes hablaron de política y comieron pizza. Solo asistieron cinco personas, y una de ellas se fue antes de que terminara el evento”. “En esta ocasión éramos unas 160 personas. Así que ”algo se mueve“, indica. Y tras una pausa remarca: ”Algo se cuece“.

Antes de que se empezaran a organizar marchas de mujeres, un día después de la investidura de Trump, algunos insinuaron que esta iniciativa no tenía sentido y que no serviría para nada; no sería más que un agradable paseo. El 21 de enero, hombres y mujeres de los siete continentes se manifestaron (en la Antártida había un cartel que proclamaba: “Los pingüinos se manifiestan en favor de la paz”). Se organizaron unas 700 marchas en todo el mundo y participaron unos 4,5 millones de personas. Se trata de la manifestación a favor de los derechos humanos más multitudinaria de la historia.

En Palmer, Alaska (otro estado republicano) Kay Bush, prima de Burkhart, enfermera jubilada de 65 años, participó también en una manifestación. La segunda manifestación de toda su vida. La primera vez que fue en los años setenta, para mostrar su apoyo a la sentencia Roe contra Wade, sobre el derecho al aborto. En esta ocasión caminó por la nieve, junto con personas vestidas como sufragistas y otras que se habían pintado en rostro de naranja, parodiando a Trump. La cifra de participantes fue sorprendente, pero lo que más le llamó la atención fue la cantidad de manifestantes procedentes de la ciudad de Wasilla, que en su día tuvo como alcaldesa a Sarah Palin, excandidata vicepresidencial y miembro destacado del Tea Party.

Las mujeres que participaron en estas manifestaciones, quedaron rodeadas por una marea humana y contagiadas por una ola de entusiasmo generalizado. Muchas de ellas lucían gorros rosas de lana, con orejas de gata (los conocidos pussy hats).

Kate Kendell, directora ejecutiva del Centro Nacional para los Derechos de las Lesbianas, que asistió a la protesta más importante que se convocó en Washington señala que fue uno de los días más estimulantes de su vida. “Durante una hora y media formé parte de un todo humano”.

Mucha gente, compañerismo y armonía

Kendell explica que una amiga de Boise, capital del estado de Idaho, le hizo una descripción parecida de la marcha que tuvo lugar en esa ciudad, así como su hermana en Park City, en el estado de Utah, y algunos miembros de su familia que participaron en la protesta que tuvo lugar en San Francisco, California. “Todos señalaban tres elementos. Había más gente de lo previsto. Había mucho compañerismo y armonía; todos éramos familia. Y también se respiraba una determinación feroz; no vamos a permitir que triunfen el odio y la degradación”.

Carmen Pérez, una de los cuatro organizadores de la marcha de Washington, junto con Tamika D. Mallory, Linda Sarsour y Bob Bland, señala que estas protestas se inspiran en la ideología de no violencia del movimiento en defensa de los derechos civiles. No se registró ni un solo incidente violento en ninguna de las manifestaciones que se organizaron alrededor del mundo.

El principal evento fue el que se organizó en Washington y tal vez el motivo por el que recibió tantas muestras de apoyo a lo largo y ancho del planeta fue porque Trump parece reencarnar el retroceso en los derechos de las mujeres. Han pasado dos años desde que se fundó el Women’s Equality Party (WEP, el Partido para la Igualdad de las mujeres) en el Reino Unido, y su líder, Sophie Walker, nos cuenta que en los últimos seis meses han notado un retroceso. Mientras que en un inicio la gente cuestionaba si era necesario fundar un partido que defendiera la igualdad de derechos de las mujeres, ahora tiene que explicar por qué es necesaria la igualdad de derechos.

“Nos encontramos con este lenguaje extremo que es divisivo y que incita al odio, al racismo, al machismo y a la misoginia y que ha sido normalizado por Trump y por el populismo de derechas de nuestro país”, explica. Este fenómeno empezó tras el referéndum del Brexit, pero ha ido a más desde la victoria de Trump porque su discurso ha abierto la caja de pandora de un discurso parecido en el Reino Unido.

Esta reacción divisiva ha propiciado un contraataque. El WEP señala que la cifra de militantes aumentó tras el Brexit y volvió a aumentar tras el triunfo electoral de Trump. En los cuatro días posteriores a la Marcha de mujeres, 1.000 personas se hicieron miembros del partido. “He tenido conversaciones con personas que me dicen… hasta ahora me limitaba a permanecer sentada y pensar que alguien debería hacer algo para sacarnos de esta situación. Y ahora me he percatado de que yo debo actuar. Tengo que hacer algo”, explica.

Desde todas las partes del mundo

La marcha ha propiciado que personas de todo el mundo decidan implicarse. Vivienne Mayer, una portavoz de Women’s March Global, explica que se ha creado una red de grupos de activistas a nivel local para hacer cumplir la ley que prohíbe los matrimonios infantiles en Malawi, luchar contra la mutilación genital femenina en Ghana y luchar para que las mujeres se sientan seguras cuando caminan solas por ciudades de la India. En Frankfurt, Alemania, los organizadores de las marchas de mujeres han creado los “ocho pilares de resistencia”, entre los que se incluye un mecanismo de respuesta rápida. En Londres, la marcha de las mujeres impulsó una iniciativa el Día de San Valentín, que consistió en mandar cartas a los miembros del parlamento y pedirles que apoyaran la llamada enmienda Dubs, que tenía el objetivo de permitir que unos 3.000 niños refugiados no acompañados pudieran fijar su residencia en el Reino Unido, pero que quedó sin efecto cuando el gobierno anunció que solo permitiría la entrada de 350 menores.

La marcha de mujeres ha impulsado diez acciones en menos de 100 días. La segunda de estas acciones era un llamamiento a la acción: pidieron a los grupos que se reunieran, formaran una “piña” y se organizaran. A mediados de febrero se habían formado más de 5.000 piñas alrededor del mundo, de México a Madagascar, de Marruecos a Japón. En la acción a la que asistió The Guardian en Londres, impulsada por el grupo feminista Fourth Wave, las participantes hicieron pancartas y debatieron sobre qué manifestaciones debían organizarse en los próximos meses. 

Jade Moulds y Sophie Yates, dos jóvenes de 28 años y miembros de Fourth Wave desde su fundación, dos años atrás, describen la labor llevada a cabo para apoyar el esfuerzo de las feministas en Polonia, Irlanda del Norte e Irlanda por defender sus derechos reproductivos.

Están deseosas de trabajar con activistas rusos para protestar contra la despenalización en el país de algunos tipos de violencia doméstica. También quieren evitar que la victoria de Trump pueda frenar alguna de las campañas que se están impulsando en el Reino Unido. “Muchas personas fueron muy beligerantes cuando el gobierno implementó las medidas de austeridad, pero no hemos conseguido revertir la situación –indica Mouds– ”De hecho, los recortes han sido cada vez más drásticos y ahora parece que el público ya no presta atención a esta situación“.

Yates señala que también defenderán el derecho de los ciudadanos de la Unión Europea a seguir residiendo en el Reino Unido cuando se complete el Brexit. “Aunque esta no es una cuestión feminista”, señala. Moulds se apresura a indicar que “el 50% de los afectados por el Brexit serán mujeres así que queremos tener voz en este asunto”.

Las marchas que se celebraron en enero han sido el punto de partida de una nueva era de resistencia callejera. Pérez señala que muchas de las personas que participaron en las marchas de mujeres no habían ido jamás a una manifestación, pero después de que Trump anunciara que los nacionales de siete países musulmanes no podían entrar en Estados Unidos, muchos activistas se dieron cita en aeropuertos a lo largo y ancho del país para mostrar su solidaridad y apoyo a los refugiados que no pudieron entrar en el país y no se fueron del aeropuerto hasta que estos fueron liberados.

En Londres más de 30.000 personas se manifestaron en las puertas de Downing Street en contra de la medida de Trump y en la protesta se respiró un ambiente parecido al de la marcha de las mujeres: carteles hechos a mano, una ligera falta de confianza al gritar al unísono, manifestantes aparentemente novatos pero comprometidos con la causa y entusiastas.

Para El Día Internacional de las Mujeres de este 8 de marzo, la Marcha de las Mujeres y la Huelga Internacional de Mujeres han hecho un llamamiento para que el público se manifieste en contra de la desigualdad económica, la violencia de género y los ataques contra los derechos reproductivos. La directora de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas en Estados Unidos, Ai-jen Poo, indica que también se manifestarán delante del Departamento de Trabajo. Además, durante la semana del 10 de abril, coincidiendo con las vacaciones de primavera de muchas escuelas del país, se celebrarán acciones para toda la familia, como una “caravana de niños” que viajará de Florida a Washington DC, con el objetivo de entregar cartas al gobierno.

Walker está organizando un “Día libre para las mujeres”, que tendrá lugar en 2018, coincidiendo con el centenario del reconocimiento del derecho a votar de las mujeres en el Reino Unido. También se están organizando marchas a lo largo y ancho de Estados Unidos para protestar por el sistema fiscal, que tendrán lugar el 15 de abril. Después, se convocará una marcha en defensa de la Ciencia (22 de abril), una marcha en torno al cambio climático (29 de abril) y otra a favor de los inmigrantes (6 de mayo).

Nueva York también sale a la calle

Hebh Jamal, una chica de 17 años, ha organizado dos marchas de estudiantes en Nueva York; la primera tras la victoria de Trump y la segunda en febrero. En esta última participaron unos 700 escolares. Caminaron hasta la sede del Servicio de Inmigración y Aduanas. Mientras se celebraba la marcha, el Senado confirmó que DeVos sería la nueva responsable de Educación. El mensaje que querían lanzar giraba en torno a la importancia de la educación, y también querían protestar contra la prohibición de viajar para los ciudadanos de siete países musulmanes, el trato que reciben los afroamericanos en Estados Unidos y los miembros de la comunidad LGBTI.

The Guardian le preguntó si le da miedo pensar que Trump estará cuatro años en la Casa Blanca. “Por supuesto que sí”, responde. “Mi hermano pequeño es autista y tengo muchos amigos que son inmigrantes. Pronto iré a la universidad y soy musulmana. No me da miedo mi situación, pero sí me preocupan las personas de mi entorno; soy una ciudadana y soy estadounidense”. Sin embargo reconoce que el hecho de ser musulmana y no esconderlo la convierte en un blanco de ataque de los movimientos violentos.

Jamal está organizando una coalición de estudiantes; una plataforma para que los alumnos de instituto de la ciudad de Nueva York puedan unirse y tener influencia política. “La idea, el objetivo que nos hemos fijado, es que no se deberían aprobar medidas sin el consentimiento de los jóvenes. Nos gustaría que esta coalición sirviera de inspiración para jóvenes de todo el país”. Jamal explica que ella se inspiró en el movimiento de defensa de los derechos civiles, las sentadas en restaurantes que separaban a los blancos y a los afroamericanos, el compromiso de no recurrir a la violencia y la determinación de mantenerse firmes hasta lograr una reforma legal: “Me inspiro en esos ejemplos, necesitamos ser influyentes, nos arriesgamos un poco pero tenemos mucho que ganar”.

Los movimientos de resistencia crecen en todo el país. Kate Kendell es una abogada que recientemente participó en un programa de formación de 1.200 juristas en San Francisco. Participaron en este programa defensores de la comunidad musulmana y de los derechos de los inmigrantes, la justicia reproductiva y de la comunidad LGBTI, que explicaron cuáles son sus principales preocupaciones. A Kendell lo que más le preocupa es el retroceso en derechos de las personas transexuales y de los solicitantes de asilo que son miembros de la comunidad LGBTI. Al final de la jornada, los abogados podían hablar con las organizaciones que más les habían interesado e inscribirse para asesorarlos legalmente (de forma completamente altruista). El auditorio donde se celebró el encuentro estaba lleno y fue un éxito rotundo. Habrá sesiones formativas parecidas en otras ciudades del país.

La administración Trump ha amenazado con retirar fondos a la organización Planned Parenthood, centrada en la salud reproductiva. Dayle Steinberg, la directora general de la organización en el sudeste de Pensilvania, señala que han recibido un apoyo extraordinario de la comunidad local. Durante la semana anterior a las elecciones presidenciales, 45 usuarios visitaron la página web, mientras que la semana posterior a la victoria de Trump, recibieron más de 800 visitas.

“Una semana antes de las elecciones seis personas rellenaron una solicitud para convertirse en voluntarios de la organización. La semana después, fueron 135. A fecha de hoy, tenemos 700 nuevas solicitudes y hemos recibido donaciones sin precedentes, tanto de miembros de la comunidad local como de personas de otras partes del país”.

El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se opone desde hace mucho tiempo a la organización y el año pasado Planned Parenthood recibió una ola de donaciones en su nombre (83.450). Pence ha recibido una carta de agradecimiento por cada una de ellas.

También se ha producido una avalancha de mujeres que se han presentado a cargos públicos. Desde las elecciones y hasta mediados de febrero, más de 6.500 mujeres contactaron con Emily’s List, que promueve la candidatura de mujeres demócratas y defensoras del derecho a decidir. En los 22 meses anteriores a las elecciones la cifra de mujeres que contactaron con la organización fue siete veces inferior. Más de 5.500 mujeres se inscribieron a los cursos por Internet que ofrece VoteRunLead, que también anima a las mujeres a postularse para un cargo público.

El mismo día de enero que se celebraba la Marcha de Mujeres, 500 mujeres se reunieron en el hotel Grand Hyatt de Washington para participar en una sesión formativa organizada por Emily’s List, en colaboración con otros seis grupos, entre los que estaba Higher Heights, que promueve la presencia de afroamericanas en puestos de responsabilidad. Una semana antes de la sesión, ya no quedaban plazas y la lista de espera superaba las 500 candidatas.

Dana Vickers Shelley, una afroamericana de 59 años de Baltimore County, Maryland, fue una de las que pudo inscribirse a tiempo. Experta en comunicación, trabajó en la campaña de Hillary Clinton y hace años que trabaja en temas vinculados con la política. Nunca se tomó en serio la posibilidad de presentarse a un cargo público. Sin embargo, cuando solo habían pasado unos días desde la victoria de Trump, decidió que esto es lo que tenía que hacer.

“Un aspecto positivo de la derrota de Hillary es que ahora todas las mujeres creemos que podemos marcar la diferencia… tal vez si hubiera ganado, habríamos pensado que si ella lo podía lograr nosotras también, pero no habrías tenido a 500 mujeres en una habitación escuchando qué tienen que hacer para presentarse a un cargo”.

En otras palabras, cree que ahora hay un sentimiento de urgencia. Shelley participó en una protesta que se celebró en la capital de su estado, Annapolis. Maryland tiene un gobernador republicano “que se ha quedado callado ante todo lo que ha hecho 45”. Como Burkhart, Shelley prefiere no pronunciar el nombre de Trump y prefiere 45, porque es el 45º presidente de Estados Unidos.

“Estábamos ahí gritando, y lo cierto es que en esa protesta había gente que, si hubiera ganado Hillary, no estaría un sábado manifestándose en la calle, sino que estaría en el centro comercial, mirando la tele o leyendo un libro”.

En cambio, ahora se multiplican las manifestaciones delante de los ayuntamientos y las reuniones de activistas a lo largo y ancho de Estados Unidos, y también en otras partes del mundo. Las personas se organizan, protestan y marchan. Van hacia adelante.

Traducido por Emma Reverter