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El médico de Wuhan silenciado por China que quiso alertar al mundo sobre el coronavirus: “Estaba fuera de control”

Helen Davidson

Taipéi (Taiwán) —
26 de enero de 2021 22:41 h

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Un médico del hospital de Wuhan más afectado por la epidemia de la COVID-19 ha declarado que semanas antes de que las autoridades chinas lo admitieran, a principios de enero de 2020, él y sus colegas ya sospechaban que el virus era altamente contagioso pero les impidieron avisar a nadie.

El testimonio del médico forma parte de un nuevo documental de la BBC sobre los 54 días transcurridos entre el primer caso conocido de coronavirus y el confinamiento de la ciudad de Wuhan. Es una más de las crecientes evidencias que apuntan a un intento de Pekín de encubrir el brote amenazando a los trabajadores sanitarios para que guardaran silencio.

A pocos kilómetros del ‘mercado húmedo’ de Huanan, epicentro del brote de coronavirus, el hospital central de Wuhan se vio rápidamente desbordado por el crecimiento en la cantidad de pacientes tras los primeros casos en diciembre de 2019. Más de 200 empleados del hospital se contagiaron del virus y varios murieron. Entre ellos, el médico que dio el alerta en redes sociales a sus colegas y fue castigado por ello, Li Wenliang.

54 días

La unidad de enfermedades respiratorias del hospital ya estaba llena el 10 de enero, según dice a la BBC el médico, que prefirió guardar el anonimato, durante la grabación del documental 54 Days. “Estaba fuera de control, empezamos a entrar en pánico”, dice.

Pero las autoridades del hospital les prohibían hablar con nadie y no les permitían llevar mascarillas. “Todo el mundo sabía que era un contagio entre personas, hasta un tonto lo sabría. Entonces, ¿por qué decir que no había nada? Esto nos confundió y nos enfadó mucho”.

Según el médico, en pocas semanas había cientos o miles de casos sospechosos, pero no había ningún mecanismo en la infraestructura hospitalaria que permitiera confirmar o registrar los diagnósticos. En ese momento, solo se habían notificado 41 casos de forma oficial.

Por informes anteriores se ha sabido que las autoridades en Pekín fueron conscientes de una posible pandemia durante al menos seis días en los que dijeron al público que el riesgo era bajo. Hasta que el día 20 de enero alertaron finalmente de los contagios entre personas. Las autoridades chinas también han sido acusadas de retrasar durante varios días la divulgación de la secuencia del genoma, hasta que el profesor Zhang Yongzhen desobedeció órdenes estrictas y publicó en Internet la secuencia que había elaborado él.

En declaraciones a la BBC, el virólogo estadounidense Ian Lipkin cuenta que el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, George Gao, se puso en contacto con él alrededor de año nuevo, cuando empezaban a circular los rumores sobre el virus. Según Lipkin, Gao le dijo que habían identificado el virus y que no era altamente contagioso. “No creo que haya sido una mentira, creo que simplemente se equivocó”, dice Lipkin. “Debería haber publicado algunas secuencias y haber dicho ‘esto es lo que sabemos’”.

Gao, que se negó a ser entrevistado por la BBC, ha dicho a los medios de comunicación estatales que las secuencias se publicaron tan pronto como fue posible y que él nunca dijo que no hubiera contagio entre humanos.

El 23 de enero, cuando Wuhan fue confinada, el hospital central de Wuhan recibía 2.500 casos al día. “Había pacientes que no tenían por qué morir, no podíamos hacer nada, los recursos sanitarios eran demasiado escasos en ese momento”, dice el médico entrevistado por la BBC. “Creo que hay que tener presente lo que de verdad ocurrió, tenemos que aprender las lecciones para que esto no vuelva a pasar”.

China insiste en asegurar que publicó rápidamente toda la información relevante y niega todas las acusaciones de encubrimiento.

Según el profesor Laurence Gostin, director del centro colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en derecho sanitario de la Universidad de Georgetown, el hecho de que China no informara de la existencia del virus representa una violación a la normativa sanitaria internacional y repite el encubrimiento llevado a cabo durante la epidemia del SARS de 2003. “El país tiene la obligación de responder a las preguntas de la OMS de forma transparente, integral y sincera, y no creo que eso haya ocurrido del todo”, dice.

La cuestionable reacción de la OMS

El documental de la BBC también pone en cuestión la reacción de la OMS, que en público siguió defendiendo las garantías de China de que no había pruebas de contagio entre humanos, incluso cuando expertos del organismo creían lo contrario y pedían a los líderes mundiales que se prepararan.

En una filtración del audio de las reuniones internas de la OMS, obtenido por la agencia AP y difundido por la BBC, se escucha a las autoridades de la OMS hablar sobre la similitud de la situación con la del brote del SARS, sobre los “intentos incesantes de obtener actualizaciones de China”, y sobre el peligro de “señalar con el dedo” si ocurría algo.

“Decir que no hay pruebas de contagio entre humanos no es suficiente. Tenemos que ver los datos, tenemos que ser capaces de determinar por nosotros mismos la distribución geográfica, la cronología, todo eso”, decía el jefe de emergencias de la OMS, Michael Ryan, en una reunión de principios de enero. Al día siguiente, las autoridades de la OMS volvieron a elogiar la respuesta de China.

En la actualidad, las autoridades chinas están luchando contra el peor brote del país desde el de principios de 2020, aunque el número de casos es mucho menor. En Wuhan, una misión de científicos de la OMS está completando su cuarentena antes de iniciar la tan esperada investigación sobre los orígenes del virus. Los miembros del equipo insisten en que no se trata de culpar a nadie, pero temen que China no les garantice el acceso necesario por los intentos de Pekín de reescribir el relato sobre los orígenes del virus.

El documental se emitió este martes en la cadena BBC 2. Es el primero de una serie de dos, con el siguiente episodio centrado en la respuesta a la pandemia en Estados Unidos.

Traducido por Francisco de Zárate