En diciembre de 1999, un redactor de The New York Times planteó a la modelo nacida en Eslovenia Melania Knauss una pregunta que en aquel momento parecía rocambolesca. Si su entonces novio Donald Trump lograse algún día llegar a la Casa Blanca, ¿qué tipo de primera dama sería?
En aquel entonces, Trump estaba inmerso en la carrera por la nominación presidencial del Partido de la Reforma de Estados Unidos y sus posibilidades de llegar al Despacho Oval eran nulas. Además, su relación con Knauss apenas tenía un año. 16 años después, esa pregunta ha recuperado todo el sentido.
“Sería muy tradicional, como Betty Ford o Jackie Kennedy. Yo le apoyaría”, señaló entonces. La imagen de esposa tímida tradicional explica el papel que ha jugado Melania Trump durante la campaña. Su perfil bajo, siempre detrás de su marido en los mítines y raramente interviniendo, contrasta con el de Michelle Obama.
En 2008, por ejemplo, Michelle Obama provocó varios problemas a su marido por hacer comentarios provocadores en sus intervenciones durante la primera carrera presidencial de Barack Obama. De hecho, generó una tormenta de indignación entre los conservadores al afirmar: “Por primera vez en mi vida adulta, realmente me siento orgullosa de mi país”, una afirmación que se interpretó como falta de patriotismo.
Por el contrario, Melania Trump, de 45 años, se ha agarrado en sus raras apariciones en el podio a generalidades insulsas pronunciadas con un fuerte acento esloveno. En ocasiones se ha limitado a decir que su marido “será el mejor presidente”.
Posición ante la inmigración
Melania Trump nació en 1970 y creció en el pequeño pueblo esloveno de Sevnica, de 5.000 habitantes. Habría seguido seguramente una vida anónima de no ser por un fotógrafo de moda que le fotografío cuando era una estudiante de la Universidad de Liubliana.
Ello llevó a Melania a Nueva York en 1996 y a una fiesta en el Kit Kat Club dos años después, donde conoció a Trump. Ella tenía 28 y él, 52. Melania se convirtió en residente permanente de Estados Unidos en 2001 y consiguió la nacionalidad en 2006, después de casarse con el constructor multimillonario en 2005.
Se casaron en el Mar-a-Lago Club de Trump, en Florida, junto a 450 invitados, entre los que estaban Bill y Hillary Clinton. Según las informaciones, Melania llevaba un vestido de Dior de 92.000 euros. La tarta de boda pesaba 92 kilos y tenía siete pisos.
Por primera vez desde 1825, Melania Trump será una primera dama nacida en el extranjero. La primera fue Louisa Adams, inglesa, esposa de John Quincy Adams. Será la primera primera dama que no tiene el inglés como lengua materna y la primera en dominar cinco idiomas: esloveno, alemán, francés, serbio e inglés. También será la primera en haberse criado en un bloque de edificios de un país comunista, Yugoslavia, y, desde luego, será la primera en haber hecho desnudos fotográficos para revistas (en 1995 para Max Magazine y en 2000 para GQ).
Su estatus de inmigrante es paradójico, dado el discurso de Trump contra los mexicanos “asesinos” y “violadores” y su promesa de construir un muro en la frontera sur. Pero ella ha desestimado la ironía de su situación insistiendo en que no tiene nada en común con los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos. “Yo cumplo la ley”, declaró a MSNB. “Nunca pensé en quedarme aquí sin papeles. Yo tenía visa”, añadió.
Su causa, el bullying
El furor tras su discurso en la Convención Nacional Republicana, cargado de llamativas similitudes con un discurso anterior de Michelle Obama, podría haberle tentado a quedarse en un segundo plano. Pero, según señaló unos días antes de las elecciones, le gustaría trabajar para reducir el bullying en las redes sociales.
“Nunca está bien cuando se burla o ataca a un niño o niña de 12 años. Es terrible cuando pasa en el patio del recreo y absolutamente inaceptable cuando se hace por alguien escondido en la red”, señaló. “Debemos encontrar mejores formas de honrar y apoyar el bienestar básico de nuestros hijos, especialmente en las redes sociales. Será uno de los principales focos de mi trabajo”, añadió.
La ironía de la propuesta, dado el habitual comportamiento agresivo de su marido en las redes sociales no pasó por alto entre muchos, incluida Lady Gaga, que acusó a Melania de “pura hipocresía”.
Aunque defendió a su marido cuando se le acusó de comportamiento sexual depredador, Melania advirtió a Trump que debía “actuar como se espera de un presidente”. El mes pasado, Melania declaró a la reportera de la CNN Anderson Cooper que no se cortaba a la hora de aconsejar a su marido, incluyendo “dejar de tuitear”.
“Le doy mis opiniones muchas veces”, señaló. “No estoy de acuerdo con todo lo que dice, pero eso es normal. Soy una persona independiente y le digo lo que pienso. Me mantengo fuerte sobre el suelo que piso y creo que eso es muy importante en la relación”, añadió.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti