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105 mítines y 35.000 selfies: Elizabeth Warren entra con fuerza en la campaña presidencial de EEUU para 2020

Lauren Gambino

Windham (New Hampshire) —

Elizabeth Warren se mostró agradecida ante todos los simpatizantes que aquel día de junio se dieron cita en un jardín en New Hampshire para escucharla. Antes de comenzar, reconoció la disonancia que habría entre aquel idílico lugar y el sombrío panorama que les iba a describir: un discurso sobre los peligros a los que se enfrenta la democracia.

“Nuestro país se enfrenta a graves problemas”, Warren caminaba mientras hablaba. “Muy graves”, repitió. “¿Cómo se puede revertir la situación?: con grandes cambios estructurales”, afirmó. Alexandra Barker, la dueña de la casa que había cedido su jardín para el discurso, estaba de acuerdo. “Si las cosas no cambian, tendré que vender esta casa para que él pueda ir a universidad”, señaló abrazando a su hijo de 11 años Ricky. “Si hay alguien que puede cambiar las cosas es ella”, señaló Baker.

Después de seis meses de campaña en su carrera por el liderazgo demócrata, Warren ha participado en 105 mítines, ha contestado cerca de 500 preguntas de votantes y se ha tomado más de 35.000 selfies. Así, la senadora por Massachusetts se ha convertido en una de las contendientes con más posibilidades para las primarias de su partido.

En sus primeros meses de campaña las cosas no pintaban bien. Fue la primera candidata de peso en entrar a la carrera presidencial, la víspera de Año Nuevo de 2018, y lo hizo envuelta en polémica tras haber afirmado que tenía sangre cherokee. Se especulaba también sobre la posibilidad de que quedara a la sombra del que ha sido durante mucho tiempo su aliado ideológico y principal rival, Bernie Sanders.

Su decisión de hacer públicos unos resultados de ADN que demostraban que tenía antepasados indígenas, con el objetivo de terminar con los comentarios jocosos de Donald Trump, molestaron a los miembros del pueblo cherokee y continúa sembrando dudas sobre su capacidad para ganar entre los votantes que quieren desesperadamente desbancar al actual presidente.

Marcando la agenda política

El rápido ascenso de Warren se debe, en parte, a que ha sido capaz de presentar propuestas progresistas sobre una gran variedad de cuestiones, como un sistema de guarderías públicas para todo el país, universidades públicas y la cancelación de la deuda de préstamos estudiantiles, limitar el poder de las grandes tecnológicas y expandir el derecho a voto.

La propuesta sobre la que giran las demás, su plan para financiar su agenda, es un impuesto a los “ultramillonarios”, aquellos que tienen activos valorados en más de 50 millones de dólares. La candidata ya ha puntualizado que entre estos activos también se incluirán “sus Rembrandts, su cartera de acciones, sus diamantes y sus yates”. En conjunto, su plataforma transformaría drásticamente la economía estadounidense.

El hecho de que en los últimos meses haya presentado propuestas de forma constante le ha permitido recaudar fondos para una campaña que ha apostado por hacer del votante de base el principal donante. Y al ofrecer una visión clara y detallada de cómo podría ser su presidencia, Warren ha obligado a sus rivales a ponerse las pilas.

Warren consolidó su liderazgo el mes pasado, con una intervención enérgica en el primer debate presidencial, que se celebró en Miami. Desde entonces se han publicado varias encuestas que muestran que la que fuera profesora de la facultad de Derecho de la Universidad de Harvard ha conseguido ganar posiciones, junto a la senadora por California Kamala Harris, a medida que ha disminuido el apoyo a los veteranos candidatos Joe Biden y Sanders. Tres encuestas distintas de ámbito nacional y un sondeo entre los posibles votantes de Iowa la sitúan en tercer lugar.

“Como profesora que es, se explica muy bien”, indica Lucy Gagnon, que ha asistido a un evento de la senadora en Windham y ha esperado pacientemente su turno para hacerse uno de los famosos selfies con Warren. “Creo que podría educar al país y explicar estos temas para que el ciudadano de a pie se percate de que realmente tenemos un grave problema”, continúa. 

María Velez acudió un día antes al mitin que Warren dio en el campus de la Universidad Internacional de Florida. Hasta ahora nunca había dado dinero para la campaña de ningún candidato, sin embargo, a Warren le había enviado dos cheques por valor de 20 dólares. “Escucharla es inspirador”, indica Velez. “Tiene propuestas para todos los problemas. Sabe explicarlas de forma que sea fácil entenderlas”, comenta. 

Como otros candidatos, Warren se ha visto cuestionada su capacidad para ganar las presidenciales. Este escepticismo puede deberse a cuestiones de género en un momento en que el partido, que intenta dilucidar qué candidato sería el más adecuado para derrotar a Trump, todavía se lame las heridas de la derrota de Hillary Clinton en 2016.

David Darnell asistió al encuentro con la candidata en la casa en New Hampshire. Le gustan las propuestas de Warren, comenta, pero que no su tono académico y aleccionador. Warren se encuentra entre los candidatos que podría votar en las primarias del Partido Demócrata, señala, junto a los senadores Harris, Cory Booker y Amy Klobuchar. Le preocupa, sin embargo, que Warren, a quien Trump ha ridiculizado con el mote de “Pocahontas”, sea un blanco demasiado fácil para el actual presidente.

En cuanto a su “posibilidad de ganar”, Warren recuerda su campaña para senadora en 2012 contra el popular candidato republicano Scott Brown. Ambos defendieron su candidatura con uñas y dientes con unas encuestas que daban a Brown como vencedor. Pero Warren derrotó a Brown, convirtiéndose en la primera mujer senadora en la historia de Massachusetts.

“Mi historia tiene muchos altibajos”

Sus simpatizantes no solo se sienten atraídos por sus propuestas. Más de una docena de asistentes a los mítines de Warren en las últimas semanas, especialmente mujeres, indican que se sienten atraídos por su historia personal. “Soy como muchos otros estadounidenses”, suele afirmar Warren, “Mi historia no es lineal. Tiene muchos altibajos”. 

Warren creció en Oklahoma, era la menor de cuatro hermanos. A principios de los años sesenta su padre tuvo un ataque cardíaco y perdió su trabajo. Tuvieron que prescindir de su camioneta y también habría tenido que dejar su casa, cuenta Warren, si su madre, que nunca había trabajado fuera de casa, no hubiera encontrado un trabajo con salario mínimo en un establecimiento de la cadena Sears.

“Cuando era niña, una familia de tres miembros se podía mantener con un trabajo de tiempo completo con salario mínimo”, explicó Warren durante el encuentro celebrado en la casa en New Hampshire. “Hoy en día, un trabajo de tiempo completo con salario mínimo en Estados Unidos no es suficiente para sacar a una madre y a su bebé de la pobreza. Eso está mal, y es por este motivo que he decidido presentarme como candidata”, señaló. 

Durante su discurso, Warren fue explicando los detalles de sus peripecias tras alcanzar la mayoría de edad. Consiguió una beca (¡Bien!) para matricularse en la universidad, se enamoró a los 19 años y se casó (“No con ese tipo”, señala teatralmente a su segundo esposo, Bruce Mann) y dejó la universidad (“!Mal!”).

Más tarde se matriculó en una universidad cercana y consiguió el “trabajo de sus sueños” como profesora de educación especial. Sin embargo, la despidieron poco después de quedar embarazada. Se licenció en Derecho, una hazaña que ella atribuye a los caramelos que daba a sus hijos como premio para enseñarles a ir al baño y poderlos dejar en la guardería mientras asistía a clase. Después, empezó a dar clase como profesora en la Facultad de Derecho. Se casó con Mann, a quien llama su “esposo cuidador”, y se propuso convertirse en una de las principales expertas del país en lo concerniente a la ley de bancarrota.

Antes de contestar preguntas de los asistentes, Warren suele terminar su historia con un final redondo: “Mi padre terminó trabajando como empleado de mantenimiento pero su hija menor tuvo la oportunidad de convertirse en profesora en una escuela pública primero, profesora universitaria después, y más tarde senadora y candidata a la presidencia de Estados Unidos”.

El plan anti corrupción más ambicioso desde Watergate

Warren gana terreno con sus propuestas y su historia. Sin embargo, para los votantes demócratas es de vital importancia que el proyecto ganador logre derrotar a Trump. La estrategia de Warren en este sentido es combatir a Trump con su propio discurso. En 2016, el presidente republicano prometió “drenar las alcantarillas y limpiar Washington” de corrupción. Pero, en opinión de Warren, las alcantarillas están más sucias que nunca.

Para la candidata la corrupción es la raíz de todos los problemas del Gobierno y el motivo por el que el Congreso no escucha las propuestas populares. Si los demócratas quieren impulsar su agenda, reformar las legislación de inmigración y proteger el planeta, el próximo presidente deberá acabar con la corrupción. “Y esta es la buena noticia”, le gusta recordar a Warren: “Tengo el plan de lucha contra la corrupción más ambicioso desde el Watergate. Y esta es la mala noticia: para impulsarlo necesitamos el activista más enérgico desde el Watergate”.

Para hacer hincapié en su compromiso contra la corrupción, Warren no ha organizado grandes eventos de recaudación de fondos con donantes poderosos. Una situación que más adelante puede ponerla en una situación de desventaja frente a otros candidatos, como Joe Biden, que sí se ha rodeado de donantes que pueden apoyar su campaña con cuantiosos cheques, o el alcalde de South Bend, Pete Buttigieg, que también han conseguido captar la atención de grandes donantes.

Los responsables de la campaña de Warren afirman que esto no les preocupa. El hecho de no tener que asistir a este tipo de eventos le da más tiempo para participar en mítines y fotografiarse con votantes. De momento, su apuesta por hacerse selfies con todos y cada uno de sus simpatizantes, parece estar funcionando.

Antes de verse las caras con Trump tendrá que navegar por las cambiantes dinámicas de las primarias. Intenta alcanzar a Sanders desde la izquierda y se enfrenta a otros contrincantes que se presentan como alternativa a Biden, que sigue siendo el candidato con más posibilidades. También se enfrenta al reto de expandir su base de votantes, atraer a más personas racializadas y a un perfil de votante más moderado, clave para los demócratas.

Los sondeos muestran que ha ganado terreno entre los votantes negros, cruciales para el partido. El viernes presentó una serie de propuestas que implementará si gana las elecciones y que quieren reducir la brecha salarial e impulsar el liderazgo de las mujeres negras. 

Por otra parte, también hay señales de que si Warren consigue convertirse en la candidata demócrata a las elecciones se enfrentará a una menor resistencia institucional. En un encuentro reciente de legisladores y demócratas moderados, algunos reconocieron que si bien discrepan con algunas de las propuestas de Warren, no se opondrían a su nominación.

El reto más urgente de Warren es alcanzar a Sanders, apoyado por una base muy leal de votantes y de las plataformas ciudadanas. Con un discurso agresivo contra el capitalismo del siglo XXI, así como su solicitud de iniciar un proceso de impeachment contra Trump, su negativa a dejarse entrevistar por Fox News y su firme apoyo a los planes para acabar con los seguros de salud privados —pese a que algunos activistas han empezado a dudar de sus intenciones—, Warren ha conseguido penetrar en la coalición progresista que Sanders construyó en 2016. Al mismo tiempo, los dos candidatos se han distanciado entre sí. Sanders se define con orgullo como un socialista demócrata mientras que Warren afirma que es una “capitalista convencida. Y es precisamente aquí donde se asienta su plan más ambicioso: proteger al capitalismo de sí mismo.

“Cuando tienes un gobierno, cuando tienes una economía que va viento en popa para los que tienen dinero pero no para el resto, esto es corrupción, pura y simplemente”, indicó en el debate celebrado en Miami el mes pasado. “Necesitamos poner fin a esta situación. Necesitamos atacarla de raíz e impulsar cambios estructurales en nuestro gobierno, nuestra economía y en nuestro país”, sentenció.

Traducido por Emma Reverter