La ciudad de Nueva York es el corazón mundial de las finanzas, un gigante cultural y hogar de más de 8,5 millones de personas que producen una enorme cantidad de residuos humanos. Parte de ellos están causando un fuerte hedor a unos 1.500 kilómetros de distancia, en Alabama.
Los residentes en y cerca de Birmingham están indignados por las aguas residuales que, transportadas en trenes y camiones desde Nueva York y Nueva Jersey, se depositan en el Estado sureño.
Las aguas fecales tratadas –conocidas en la industria con el eufemismo 'biosólidos'– dejan a los residentes una peste terrible, moscas y la preocupación de que los desechos derramados se hayan filtrado en los acuíferos.
“En los días calurosos, el olor y las moscas son horribles”, denuncia Charles Nix, alcalde de West Jefferson, un pueblo cercano al vertedero que acepta los desechos. “Es mejor en invierno, pero si el viento sopla en la mala dirección, el olor llega. Es como si hubiese animales muertos y podridos”, añade. “Si te acercas a los camiones, el líquido salta al parabrisas y te apesta el coche. Se derrama por la carretera. Algunas personas están tan mal que dicen que se quieren mudar”, asegura Nix.
El año pasado, Big Sky Environmental, un vertedero al oeste de Birmingham, recibió autorización de las autoridades de Alabama para aceptar las aguas fecales, a pesar de la oposición de los residentes. Al principio los desechos se llevaban en tren desde Nueva York y Nueva Jersey hasta West Jefferson, donde se cargaban en camiones que se movían por el pueblo hasta llegar al vertedero.
El condado de Jefferson, donde está West Jefferson, llegó a la conclusión de que el trayecto utilizado suponía una violación de la legislación, por lo que la operación de transporte se cambió a la cercana ciudad de Parrish, que a su vez también intentó deshacerse de la carga maloliente. En medio de la disputa, los vagones con los restos fecales retrocedieron hasta Birmingham, desatando las quejas del alcalde sobre el “olor a muerte”.
“Que esto esté por aquí reduce mucho la calidad de vida de todos”, señala Heather Hall, alcalde de Parrish. “No puedes salir a la calle, no puedes sentarte en el porche y esta cosa está aquí en nuestra ciudad, no es que esté en una zona industrial”, añade.
El envío y la subcontratación de los desechos de Nueva York y Nueva Jersey a Alabama recuerda al “tren de la caca” que, hasta 2012, llevaba los desechos de Nueva York a los agricultores de Colorado. Desde que la Agencia de Protección Ambiental decidió en 1988 que no era una gran idea tirar los restos fecales al océano, deshacerse de los desechos de Nueva York se ha convertido en un gran reto. La ciudad produce a diario unas 1.200 toneladas de aguas residuales.
Cada años se siguen tirando al puerto de Nueva York miles de millones de litros de desechos fecales, pero las aguas de las grandes ciudades de EEUU están significativamente más limpias que en la década de los 80 y la metrópoli ha presumido de sus procesos de tratamiento del agua. El año pasado la ciudad decidió discretamente que Alabama debería ser el destino de parte de sus desechos.
“Supongo que aquí en Alabama ni siquiera llegamos al nivel de los peces”, se lamenta Nix. “Cada Estado debería responsabilizarse de su propia basura. No queremos que se vierta aquí”.
Nueva York reacciona
Ante la ira, Nueva York ha cortado su relación con Big Sky Environmental, aunque los miembros del gobierno de la ciudad no han respondido a preguntas sobre cuántas aguas fecales se siguen transportando a otros estados.
Alrededor del 7% de las aguas residuales tratadas de la ciudad de Nueva York fueron a parar al vertedero de Alabama, según un portavoz de la ciudad, que añade que una inspección reciente del Departamento de Gestión Ambiental de Alabama no identificó ningún “hedor o filtración”. “Sin embargo, como medida de precaución y para entender mejor la preocupación local, hemos dejado de utilizar estas instalaciones”, aclaró.
En Alabama, la avalancha de la caca norteña es parte de una preocupación más amplia sobre los riesgos medioambientales a los que se enfrenta la población, especialmente la gente pobre y afroamericana.
Las instalaciones de Big Sky Environmental pueden recibir 25.000 toneladas de basura al día procedentes de los 48 estados de EEUU. Más al sur, un vertedero contiguo a la ciudad de Uniontown, de mayoría afroamericana, contiene unos cuatro millones de cenizas de carbón tóxicas y acepta los restos de 33 estados.
“Tenemos un gran problema en Alabama, y es que somos el vertedero de todo el país”, señala Nelson Brooke, del grupo medioambiental Black Warior Riverkeeper. “No tenemos un buen sistema regulatorio y tenemos muchos vertederos. Deberíamos empezar a centrarnos en proteger las comunidades y nuestros recursos naturales”.
Una portavoz del Departamento de Gestión Ambiental asegura que se está llevando a cabo un “análisis en profundidad” de las preocupaciones planteadas por los residentes al tiempo que decide si renueva el permiso del vertedero. “El Departamento entiende y empatiza con los residentes de las comunidades cercanas”, asegura.