Los árboles que quedan en pie en Gaza están siendo talados para obtener combustible. Y cuando los habitantes de Gaza no encuentran leña, ni muebles o puertas de madera, queman residuos. El asedio israelí impide encontrar gas así que, tanto para cocinar como para calentarse, los habitantes del enclave palestino están quemando lo que pueden en las rudimentarias cocinas de arcilla, chatarra o ladrillos sueltos que han construido para reemplazar los hornillos de gas.
Encontrar combustible no es tarea sencilla en la Franja: puede llevarles horas encontrar un árbol que cortar y transportar a casa. Y el humo que desprende su combustión genera problemas de salud, especialmente en las condiciones de hacinamiento en las que viven muchas personas (1,9 millones de personas o el 85% de la población está desplazadas y se encuentra en un área pequeña del sur de Gaza).
Según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), en el sur el 70% de los desplazados depende de la leña como combustible. De acuerdo con las estimaciones de ese programa de la ONU, en la última quincena el número de personas sin acceso a ningún tipo de combustible se ha multiplicado por dos hasta alcanzar el 15%. Nazmi Mwafi, un joven de 23 años que envía a diario noticias sobre Gaza a través de las redes sociales, relata que una de las principales preocupaciones del momento es encontrar leña para quemar en el invierno, una labor que se hace más difícil a medida que disminuye el número de árboles.
“Cortamos cualquier tipo de árbol [que encontramos], no hay uno específico; lo usamos para cocinar, para comer; el agua que calentamos es para lavarnos y para beber, así que ir a buscar la madera es un trabajo muy importante”, afirma. “Vamos al bosque, pero la distancia que hay que recorrer es muy larga; es algo que lleva horas porque hay que cortar los árboles y antes de llegar a una carretera principal hay que arrastrarlos durante un largo trecho por terreno arenoso”, explica.
Mwafi vive en Rafah, en el sur de Gaza, un lugar al que en las últimas dos semanas han llegado decenas de miles de nuevos desplazados después de que Israel les ordenara abandonar otras zonas del sur a las que les había pedido anteriormente marcharse. La ONU, describe la situación en Rafah de hacinamiento extremo, con muchos palestinos sin un lugar donde dormir y una escasez de instalaciones sanitarias que obliga a la gente a utilizar espacios abiertos, aumentando así el riesgo de propagación de enfermedades.
Infecciones respiratorias
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la semana pasada se registraron 129.000 casos de infecciones respiratorias graves. De acuerdo con el PMA, la falta de leña ha provocado que en torno al 13% de las personas estén quemando residuos sólidos, un “combustible sucio” que aumenta en gran medida la probabilidad de infecciones respiratorias.
Ali Daly, una de las personas desplazadas a Rafah desde la ciudad de Gaza (en el norte de la Franja), dice que la gente está comprando la leña o cortándola de los árboles de la calle y otros espacios públicos a sabiendas de que quemarla afecta a su salud. “Vivimos enfermos por el humo de cocinar, por el humo de los ataques aéreos, por el frío”, se queja.
La falta de combustibles, de agua potable y de alimentos se ha ido sumando para empeorar los niveles de hambre en Gaza. El PMA estima que en sólo 12 días el número de hogares que padecen hambre extrema ha aumentado del 38% al 56%. Según Shahd Al Modallal, que también vive en Rafah, la gente está usando como combustible cualquier cosa que encuentra, desde trozos de papel hasta sus queridos olivos. “Octubre es la temporada de la aceituna y del aceite de oliva; en lugar de recoger aceitunas, cortamos cualquier árbol que encontramos para sobrevivir”, dice. “Encendemos una hoguera y a todos los familiares les decimos que tenemos un fuego, que quien tenga comida para cocinar que la traiga; esa es nuestra rutina de todos los días”.
Los que tenían sus árboles propios ya los han talado, cuenta Modallal, y la leña es cada vez más difícil de encontrar. “La mayor parte de la gente se levanta cada mañana y trata de encontrar lo que sea que pueda ser quemado”, asegura. “Lo gracioso es que los israelíes tiran octavillas desde el cielo para decirle a la gente que evacúe; la gente está tratando de encontrar todos esos papeles porque podemos quemarlos, hacer pan y tener una comida feliz”.