El líder de ISIS, Abu Bakr al Bagdadi, ha sufrido un intento de golpe orquestado en el seno de la organización terrorista. Según el testimonio de varias personas que presenciaron el ataque, un grupo formado por combatientes extranjeros del grupo terrorista se enfrentó a los guardaespaldas de Al Bagdadi, pero, tras dos días de lucha, fueron rodeados y ejecutados.
Tras escapar en secreto de la última aldea de ISIS en Siria oriental, un testigo del enfrentamiento cuenta a The Guardian que la batalla tuvo lugar en septiembre y en Keshma, una aldea cercana a Baghouz. La fecha es tres meses anterior a la que habían calculado los servicios de inteligencia regionales. “Lo vi con mis propios ojos”, cuenta Jumah Hamdi Hamdan, de 53 años. “Yo estaba en Keshma y en septiembre los Khawarij (infieles) intentaron capturarlo (…) La lucha fue muy intensa, tenían túneles entre las casas; casi todos eran tunecinos y hubo muchos muertos”.
Según Hamdan, Al Bagdadi se trasladó después a Baghouz y desde allí huyó hacia el desierto a principios de enero. Varios altos cargos de la región sostienen su testimonio y dicen que, con mucha probabilidad, Al Bagdadi sigue en el desierto. Mientras en la zona se desintegran los restos de su autoproclamado califato.
Según un alto cargo militar de las Fuerzas Democráticas de Siria (dirigidas por los kurdos para luchar contra ISIS, se las conoce como SDF, por sus siglas en inglés), en la pelea también participaron otros extranjeros de ISIS, como argelinos y marroquíes. “Una batalla muy dura en la que los perdedores fueron excomulgados”, cuenta Adnan Afrini, nombre de guerra de un comandante de las SDF en el frente de Baghouz. “Comenzó a mediados de septiembre y fue un intento muy serio de matarlo o capturarlo. No creemos que esté en la ciudad ahora”.
Antes de huir, y según el testimonio de Hamdan, Al Bagdadi y sus guardias habían permanecido en la zona casi seis meses. “Trataba de pasar desapercibido y no se movía por la ciudad con ellos, pero todos sabíamos dónde estaban. Usaba un viejo coche rojo”.
ISIS le ha puesto precio a la cabeza de Abu Muath Al Yazairi, el principal conspirador en el intento de golpe contra Al Bagdadi. Se cree que Al Yazairi es extranjero y veterano de combate.
Nemsha, así como la mayoría de Baghouz, sigue en ruinas mientras los kurdos y las fuerzas especiales británicas, francesas y estadounidenses estrechan el cerco sobre el último reducto del grupo terrorista: una pequeña franja de tierra a lo largo del río Éufrates.
En el frente de Baghouz, las fuerzas kurdas estiman que resisten unos 400 miembros de ISIS, muy entregados y sin ninguna intención de rendirse. Según las SDF, ya se han recuperado 41 posiciones de ISIS.
El periodista británico John Cantlie podría ser uno de los rehenes occidentales capturados a lo largo de los últimos cinco años que ISIS mantiene como moneda de cambio. De acuerdo con el testimonio de residentes de Baghouz huidos de la ciudad, lo están escondiendo junto a otros cautivos en las cuevas de las afueras.
Durante casi todo el domingo, las fuerzas especiales occidentales asediaron a los rebeldes con fuego de morteros. Los cazas pasaban por encima marcando su ruta con una estela blanca circular. De vez en cuando, un avión dejaba caer potentes explosivos levantando unas columnas de humo enormes, mientras los drones se movían despacio a menor altura.
Según Aram Kochar, un oficial del ejército kurdo, los terroristas de ISIS tienen mucho cuidado con los drones y rara vez se dejan ver por la calle, salvo al atardecer o cuando el cielo está nublado. “Están muy entregados y no piensan irse”, cuenta desde la azotea de una base en el frente, a unos 700 metros de la primera posición de ISIS. “Ayer recuperamos dos casas y por la noche nos las quitaron”.
Las fuerzas kurdas comenzaron en la noche del sábado la fase final de la operación para recuperar Baghouz, una avanzada que les permitirá declarar el fin de ISIS en todas las tierras de Siria que los terroristas ocuparon desde que se hicieron con parte del país a principios de 2013. En el apogeo de sus fuerzas, ISIS controlaba gran parte de la frontera entre Irak y Siria. Desde el este de Alepo hasta Mosul, la superficie bajo su poder era similar a la de Gales.
Ahora que no para de acumular derrotas, el grupo se encuentra frente a la posibilidad de volver a sus orígenes, una insurgencia de baja intensidad que aterrorizó especialmente a las ciudades iraquíes. En la noche del viernes, un grupo compuesto por hasta 10 terroristas de ISIS en moto trató de asediar una base militar estadounidense cerca del yacimiento petrolero de Al Omar, a 60 kilómetros del frente. El ataque había sido anunciado ese mismo viernes, con la explosión de una moto en un puente cercano a la base.
ISIS conoce bien la guerra de guerrillas, explica Afrini, y combatir al grupo terrorista cuando sus miembros se reincorporen a las comunidades va a ser todo un desafío. “Va a ser una guerra de inteligencia y local; no va a ser fácil”.
El domingo, las últimas personas en abandonar Baghouz se sentaban en una verde ladera a las afueras de la ciudad. Durante tres semanas, ese ha sido el lugar para la identificación diaria de los recién llegados. Cerca de allí, las bombas seguían cayendo en Baghouz y un viento helado golpeaba a las mujeres vestidas de negro que se acercaban lentamente con sus niños, caminando junto a camiones militares venidos para la pelea.
Uno de los caminos de acceso está lleno de basura. Motos abandonadas, ropas hechas jirones, maquinillas de afeitar... Dentro de Baghouz, los restos de depósitos de petróleo bombardeados yacen desparramados entre hileras de casas hechas pedazos. “Esto puede llevar una semana más o menos”, dice el oficial kurdo Kochar. “Tal vez más”.
Información adicional de Mohammed Rasool
Traducido por Francisco de Zárate