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The Guardian en español

La oposición siria se queda sola tras la victoria de Trump

Los primeros aviones rusos salieron ya de Siria de regreso a Rusia

Martin Chulov

Mientras Donald Trump celebraba su victoria este miércoles, los líderes de la oposición en Siria concluían una reunión en Estocolmo que en un principio tenía por objetivo buscar una salida al actual embrollo de Alepo. Sin embargo, el triunfo de Trump dinamita las posibilidades de la oposición de ganar una guerra civil que empezó hace cinco años.

Este grupo de líderes políticos y responsables de grupos armados habían depositado todas sus esperanzas en Hillary Clinton, ya que durante su etapa como secretaria de Estado había insinuado que apoyar a la oposición podría beneficiar a los intereses de Estados Unidos. 

En cambio, Trump ha dado su apoyo a Bachar el Asad y, todavía más importante, ha expresado su admiración por Vladimir Putin. El presidente ruso ha apoyado al líder sirio desde el inicio del conflicto y ha propiciado que la victoria se decante a su favor.

En referencia a cómo reaccionaron los asistentes a la reunión cuando Trump ganó las elecciones, uno de los asistentes indica que la reacción fue “normal”. “Uno de los líderes se encogió de hombros y se limitó a decir que los miembros de la oposición son como cucarachas, que nada las puede matar, y siguieron trabajando”.

Bravuconadas al margen, los participantes en la reunión son conscientes de que Trump apoyará la estrategia de Rusia, que consiste en bombardear las ciudades que controla la oposición para conseguir que las comunidades que la apoyan, hoy sitiadas y hambrientas, se rindan. 

Los líderes de la oposición creen que el presidente entrante presentará su estrategia en torno a Siria como una lucha contra el Estado Islámico y sus últimos feudos en el noreste del país. En este caso, la estrategia no sería muy distinta a la seguida por el presidente saliente, Barack Obama, si bien el equipo de este último se ha esforzado durante años para que las fuerzas de la oposición sean un grupo cohesionado. Han proporcionado formación y armas a 70 unidades de la oposición y también han pedido en repetidas ocasiones a Asad que ceda el poder a un gobierno de transición. 

En equipo de Trump encargado de gestionar la transición con el equipo de Obama ya ha mostrado sus dudas respecto a seguir apoyando a la oposición. 

El jueves pasado, un influyente analista ruso de asuntos exteriores, Vladimir Frolov, indicó que es poco probable que Trump frene los planes de Putin. Según él, en enero Trump aceptará como hecho consumado cualquier versión que Rusia le presente. 

“Este analista podría estar en lo cierto”, indica un alto funcionario europeo que participa en las negociaciones: “Creemos que Trump tendrá puntos de desacuerdo con Putin. Sin embargo, en lo relativo al conflicto en Siria, tiene una salida muy fácil: desentenderse del conflicto y centrarse en la lucha contra el Estado Islámico”. 

Hasta ahora, Rusia no ha cumplido con su amenaza de utilizar un portaaviones que ha situado cerca de Chipre y con el que podría destruir lo que queda de la oposición en el Este de Alepo, cuyo destino es crucial para determinar quién es el vencedor de este conflicto. Para Putin, el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses es una oportunidad para terminar una ofensiva que inició hace más de un año y que intensificó a lo largo del verano al bombardear incesantemente los distritos bajo control de la fuerza rebelde. Ahora, el Este de Alepo es un lugar inhabitable.

Trump ya ha indicado que dejará de apoyar a las fuerzas de la oposición sirias que resisten en el Este de Alepo y en las zonas rurales próximas a la frontera con Turquía. También ha insinuado que apoyar a Asad evitaría el avance del extremismo. Tras conocer los resultados electorales, Asad se apresuró a felicitar a Trump. En declaraciones a la radio pública estadounidense NPR, su portavoz, Buthaina Shaaban, manifestó “la voluntad de cooperación” del gobierno sirio y señaló que “el resultado de las elecciones manda un mensaje muy importante al mundo”.

En los últimos años, los representantes de los grupos rebeldes han insistido en la necesidad de que Estados Unidos les suministre armamento para defenderse de Rusia, que ha ido cambiando el tipo de armamento, y han insistido en el hecho de que, lejos de ser víctima del terrorismo, Asad ha alimentado el extremismo para poder frenar a la oposición. 

La oposición afirma que ha hecho muchos esfuerzos por expulsar al Estado Islámico del norte de Siria y subraya el hecho de que más de 1.500 miembros de las fuerzas sirias han muerto en batallas contra el Estado Islámico.

Los detractores de la oposición argumentan repetidamente que se debe elegir entre Asad o los terroristas. También afirman que la oposición no puede afirmar que mantiene a raya a los extremistas, ya que tiene dentro de sus filas a otro grupo yihadista, Jabhat Fatah al-Sham, que en la actualidad lidera los esfuerzos por hacerse con la parte oeste de Alepo.

Si Estados Unidos opta por retirar su apoyo a la oposición, eso podría conllevar que la CIA desempeñe un papel menos importante o, simplemente, que no supervise la entrada de armas a Siria desde Turquía. Una de las principales funciones de la CIA ha sido garantizar que a los grupos rebeldes no se les proporcionaba armas antiaéreas, que podrían provocar una masacre civil.

En el frente sur, donde la CIA y los soldados jordanos han llevado a cabo muchas operaciones, no se ha procedido al reabastecimiento de armas en los últimos seis meses. La frontera con Turquía es ahora la única vía posible de suministro para los rebeldes, que ven como sus opciones son cada vez más escasas y buscan apoyos en otros países. 

Arabia Saudí, que había suministrado misiles antitanque a los rebeldes que han conseguido dañar el armamento obsoleto de Asad, se ha ido desvinculando del conflicto sirio. El pasado septiembre, en una entrevista con the Guardian, un alto funcionario del país reconoció que Siria ya no es una de las cinco prioridades regionales del reino. En los últimos meses, Turquía también ha cambiado de estrategia. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, que en el pasado fue el más firme defensor de las fuerzas de la oposición sirias, permaneció en silencio, en claro contraste con la indignación de la comunidad internacional, cuando Rusia bombardeó el Este de Alepo.

En el terreno, Turquía ha optado por una estrategia mucho más directa y ha enviado arsenal para apoyar a las fuerzas árabes sirias que se encuentran a unos 16 kilómetros de la ciudad de al-Bab, el feudo del Estado Islámico situado más al oeste. 

Al mismo tiempo, ha insistido en la conveniencia de que Estados Unidos, que ha hecho un frente común con las fuerzas sirias kurdas para avanzar posiciones en Raqqa, el epicentro del ISIS, no llegue a entrar en la ciudad cuando finalmente se presente la oportunidad. Los funcionarios turcos aseguran que el plan de las fuerzas kurdas es aislar Raqqa y que no decidirán si entran en la ciudad hasta que Trump jure el cargo en enero. 

Un líder rebelde, cuya unidad todavía recibe armamento desde Turquía, explica que no tienen otra opción que seguir luchando, incluso si el apoyo disminuye. “Al menos, no miente”, indica en referencia a Trump. “Dijeron por la tele que Obama nos proporciona las armas. ¿Qué armas? ¡Yo no las he visto!”. 

Traducido por Emma Reverter

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