En 2016, la esquina minera de Pensilvania fue “un océano de señales del triunfo de Trump”, según el activista demócrata Ben Bright. En los jardines de la incondicional área republicana, hoy abundan los carteles del Partido Demócrata en apoyo a Conor Lamb, un joven exmarine que lucha por un escaño en la Cámara de Representantes.
La elección especial del Distrito 18 de Pensilvania se ha convertido en un indicador clave de la fuerza política de Donald Trump. En 2016, ganó de forma abrumadora –19 puntos de ventaja sobre Hillary Clinton– en un distrito electoral que comprende los suburbios de Pittsburgh de tendencia republicana y vastos sectores de una zona carbonera ancestralmente demócrata (Pensilvania, junto a Michigan y Wisconsin, fue clave para dar la victoria a Trump sobre Clinton).
Cuando se presentaba a elecciones, el congresista republicano Tim Murphy se enfrentaba a una oposición meramente simbólica. Pero en octubre de 2017, se vio forzado a abandonar el cargo al saberse que había instado a abortar a una mujer con la que mantenía una relación extramatrimonial.
Su renuncia ha abierto paso una elección especial en la que los demócratas presentan a un candidato de gran potencial, mientras que los republicanos han elegido a uno percibido como débil.
De 33 años, el exmarine Lamb es un fiscal federal con buen aspecto y la actitud seria de un presidente del consejo estudiantil. Su oponente, Rick Saccone, es miembro del legislativo de Pensilvania de 60 años, historial archiconservador y el tipo de bigote ancho recortado que pasó de moda poco después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Saccone se ha autoproclamado como el “Trump antes de que llegara Trump”. Pero un distrito obrero y de alta presencia sindical, tan preocupado por los derechos de los trabajadores como por la Segunda Enmienda [a la Constitución, es la que protege el derecho a poseer y portar armas], el historial de voto conservador de Saccone en cuestiones laborales ha llevado a los sindicatos a dar su apoyo unánime al demócrata. Antes del escándalo sexual, Murphy fue una y otra vez el candidato de los sindicatos.
Prudentes ante el control de armas
Entrevistados por el periódico The Guardian, ambos candidatos se muestran prudentes ante la reivindicación de un mayor control de armas tras la matanza en el instituto de Florida. Los dos son ambiguos a la hora de responder si apoyarán o no el aumento de la edad mínima para comprar un rifle semiautomático AR-15.
Lamb quiere centrarse en “arreglar el sistema de verificación de antecedentes” en la compra de armas y Saccone se cubre diciendo que está “dispuesto a escuchar a las dos partes y participar en ese debate”. En un debate con Lamb televisado el sábado, el republicano se opuso a un aumento en el límite de edad.
Como legislador, Saccone ha sido el impulsor de un proyecto de ley que permitiría a los propietarios de armas llevar armas de fuego ocultas sin necesidad del permiso especial que hasta ahora hace falta para ello.
Tanto Saccone como Lamb están en la carrera electoral debido al escándalo sexual de Murphy, pero los dos se niegan a sumarse a las múltiples acusaciones contra Donald Trump por agresiones y comportamientos sexuales inapropiados.
“Hasta donde yo sé, el presidente lo niega y no he oído hablar del tema a los votantes del Distrito 18”, dijo Saccone. “Me concentro en los temas de impuestos y gasto público sobre los que habla la gente del distrito”.
“No estoy compitiendo contra el presidente. En esta campaña a ustedes [los periodistas] les encanta preguntar por él, pero eso no es lo que mis votantes quieren”, dijo Lamb.
Pero el sentimiento antiTrump es claramente un factor detrás del entusiasmo que genera Lamb. En una conversación con The Guardian durante un evento de recaudación de fondos para Lamb, el exgobernador de Maryland, Martin O'Malley, compara la energía en las bases del Partido Demócrata con los “brotes verdes tras un incendio forestal”.
Uno de esos brotes es el de los Demócratas del Condado de Washington, un grupo de base surgido hace un año fuera de la organización formal del Partido Demócrata en el condado (un área llena de ciudades industriales y obreros). Según dos de sus líderes, Ben Bright, de Slovan, y Christina Proctor, de Canonsburg, el nuevo grupo comenzó a celebrar reuniones mensuales y apoya activamente a Lamb.
Muchos miembros del grupo que no habían participado en política antes de la elección de Trump hablan del entusiasmo que perciben. Según Bright, los letreros de Lamb en el cesped de las casas proliferan por todo el distrito, mientras que la campaña de Saccone sólo parece poner letreros en el espacio de uso público situados en el lateral de las calles.
“Necesitamos a alguien joven”
Pero antes que la proliferación de carteles, la carrera electoral la definirán los votantes. Ante un Whole Foods de Upper St. Clair, un próspero barrio de Pittsburgh tradicionalmente republicano, los clientes del supermercado muestran una preferencia abrumadora por el demócrata.
Linda Ortenzo habla sobre lo necesario que es “limpiar la casa”: “Necesitamos a alguien joven y fresco” en Washington. Aunque también hay excepciones, como la de Victor Raj, de South Fayette, que apoya a Saccone y opina que Trump “está haciendo un buen trabajo”.
La clave es saber si el conservadurismo instintivo del distrito superará o no al aumento de la energía demócrata. Tanto los analistas demócratas como los republicanos creen que la carrera está en el aire.
Hay grupos republicanos de fuera de Pensilvania invirtiendo millones de dólares para contrarrestar la penosa recaudación de fondos de Saccone y lo que una fuente republicana califica de “mediocre” campaña.
Si bien Lamb ha demostrado una gran capacidad de captación de fondos, movilizando en su última campaña de recaudación a 70.000 contribuyentes que aportaron más de tres millones de dólares, los grupos de la izquierda de fuera de su organización se han mostrado mucho más tacaños.
Pase lo que pase en la votación de este 13 de marzo, en noviembre el Distrito 18 ya no existirá, cuando se renueven todos los escaños de la Cámara de Representantes por las elecciones de mitad de mandato.
El Tribunal Supremo de Pensilvania dictaminó en febrero que el diseño de los distritos electorales de Pensilvania son anticonstitucionales, lo que produjo un nuevo mapa electoral que borrará el Distrito 18. Si Lamb gana en marzo, en noviembre se enfrentará a otro republicano en un nuevo distrito suburbano.
Para los demócratas, incluso una derrota por escasa diferencia sería una victoria moral que dejaría a Lamb con su imagen reforzada y lista para ganar la próxima contienda en noviembre. Una victoria demócrata en territorio de Trump sería para los republicanos un duro golpe antes de las elecciones de noviembre. Ya perdieron en diciembre en la elección de un escaño para el Senado en la profundamente republicana Alabama.
Por muchos defectos que tenga Saccone, él no es Roy Moore, el republicano cuya campaña en Alabama quedó marcada por acusaciones de abuso sexual. Para ganar, los demócratas tienen que forjar una frágil coalición con sus votantes habituales, los republicanos de los suburbios urbanos descontentos con Trump y los votantes obreros descontentos con todo.
Chuck Nimal, un camionero sindicalista de Canonsburg (Pensilvania), se presentó para dar su apoyo a Lamb en una marcha de sindicalistas que tuvo lugar la semana pasada frente al juzgado del condado de Washington.
Una veintena de sindicalistas se reunía para expresar su apoyo a los sindicatos del sector público en un momento en que estos peligran por la vista de un caso en el Tribunal Supremo. Lamb y varios activistas sindicales les hablaron con un megáfono portátil que proyectaba sus discursos sobre el suave murmullo de los camiones y los ruidosos rugidos de las motos que pasaban por allí.
Demócrata de toda la vida, Nimal dijo después de la marcha que sus vecinos, en un área que había votado abrumadoramente contra Ronald Reagan pero contra Barack Obama, podrían votar a Lamb. Sólo tienen que estar “lo bastante cansados de estar cansados”, dijo.
Traducido por Francisco de Zárate