La familia de la periodista maltesa asesinada, Daphne Caruana, que a lo largo de su carrera investigó múltiples casos de corrupción, cree que los tres hombres que han sido detenidos y que están a la espera de un juicio solo cumplían las órdenes de un tercero, y han mostrado su temor a que el Gobierno pueda estar protegiendo al autor intelectual del crimen.
En su primera entrevista exhaustiva desde la muerte de su esposa en un atentado con coche bomba hace seis meses, Peter Caruana Galizia afirma que los intereses políticos están obstaculizando la investigación policial y expresa su temor de que el autor intelectual nunca tenga que rendir cuentas ante la justicia.
“Nos resulta evidente que los tres detenidos simplemente trabajaban para un tercero”, indica. “Mis hijos y yo no estamos seguros de que el Gobierno quiera que se sepa quién los contrató, ya que esta persona podría pertenecer a su círculo. Es por este motivo que tal vez nunca sepamos la verdad”.
Los acusados se han declarado inocentes. La policía todavía está presentando pruebas ante el juez de instrucción, que decidirá si desestima el caso o determina que los acusados deben ser juzgados por un juez o jurado.
El Gobierno maltés asegura que la policía está removiendo cielo y tierra. El ministerio de Justicia ha prometido una recompensa de un millón de euros a aquella persona que suministre información que conduzca al autor intelectual del atentado con coche bomba que terminó con la vida de la periodista el 16 de octubre del año pasado.
Caruana Galizia tenía muchos enemigos y detractores. A lo largo de su carrera cuestionó a muchas personas con influencia y poder en el país: mafiosos, empresarios, funcionarios públicos, abogados, el partido laborista en el Gobierno, incluso el actual líder del partido nacionalista, con el que había colaborado codo a codo en el pasado.
El viudo de la periodista habló desde el hogar familiar, situado en la localidad de Bidnija, donde está bajo protección oficial las 24 horas. El hombre, de 62 años, vive solo ya que los expertos en seguridad determinaron que era demasiado peligroso para los tres hijos de la pareja seguir viviendo en la isla donde crecieron.
Con esta entrevista empieza una colaboración de 18 medios de comunicación de 15 países, que se han unido para seguir investigando los casos que Caruana Galizia tenía entre manos cuando fue asesinada. Liderado por el proyecto francés Forbidden Stories [de Reporteros sin Fronteras y la Freedom Voices Network], integran el Proyecto Daphne, entre otros, the Guardian, the New York Times, Süddeutsche Zeitung, Reuters y Le Monde.
En los próximos días y semanas, el proyecto expondrá el peligro que representa para la ley y el orden europeos la supuesta corrupción política y el deficiente control del blanqueo de dinero en Malta.
Divulgaremos un archivo hasta ahora secreto con 680.000 documentos que alguien filtró a Caruana Galizia meses antes de su muerte.
Peter Caruana Galizia ha accedido a hablar ya que le preocupa el hecho de que la investigación del asesinato parece encontrarse en punto muerto. El FBI ha estado colaborando en la investigación.
Los medios de comunicación malteses coinciden en afirmar que la policía conoce a los tres sospechosos. La familia de Caruana Galizia cree que la oferta del Gobierno de una recompensa de un millón de euros a aquel que proporcione información sobre el autor intelectual de este asesinato solo es una estrategia de lavado de imagen.
Según dos fuentes familiarizadas con la investigación, la policía parte de la base de que el fabricante de la bomba sigue prófugo y que quienquiera que haya ordenado el ataque puede tener vínculos con la delincuencia organizada.
Los detectives creen que alguien alertó a los acusados, los hermanos George y Alfred Degiorgio, y su amigo Vincent Muscat, de que los iban a detener. Los agentes fueron a buscarlos en la zona portuaria de Marsa y las imágenes fueron registradas por un soldado que llevaba una cámara y que luego fueron retransmitidas por televisión. La policía cree que estaban preparados. Supuestamente, tiraron sus teléfonos al agua, y George tenía el número de móvil de su compañero escrito en la mano.
Antes de la publicación de este artículo, se contactó con los tres acusados, que no quisieron hacer ningún comentario.
Peter Caruana Galizia afirma que no ve que “nadie esté firmemente comprometido con la búsqueda de los asesinos” de su mujer.
El blog político de su mujer a menudo atraía más lectores que todos los periódicos de ámbito nacional de Malta juntos y no dudaba en investigar a todo aquel que en su opinión debía rendir cuentas.
Caruana Galizia solía decir, en broma, que si alguien quería silenciarla primero tendría que terminar con el contrato sobre su vida: “Subconscientemente sabía que era la única manera de que la pudieran parar”.
En los últimos cuatro años, el mundo de la periodista más famosa de Malta se había ido reduciendo. El partido en el Gobierno, el Partido Laborista, había instado a los ciudadanos a filmarla o fotografiarla dondequiera que se la encontraran y a subir las imágenes a las redes sociales. La reportera ya no se atrevía a reunirse con sus fuentes en lugares públicos y rara vez salía de casa.
El ministro de Economía la demandó por difamación y le embargaron las cuentas. Cuando murió estaba lidiando con 47 demandas por difamación.
Aquellos que la demandaron ahora se dirigirán contra sus herederos. Estos han heredado las causas abiertas, entre las que se incluyen una del primer ministro, Joseph Muscat, su jefe de gabinete, Keith Schembri, y dos ministros.
En un correo electrónico enviado por su portavoz, Muscat ha indicado que “las acusaciones de que Daphne Caruana Galizia o su familia sufrían acoso o recibieron amenazas son rotundamente falsas”.
“Mi familia y yo estábamos en el centro de los ataques de Daphne Caruana Galizia, que tenían una motivación política, pero siempre optamos por ignorar sus provocaciones, plenamente conscientes de la responsabilidad y el papel que desempeño como primer ministro de Malta y líder del Partido Laborista. Solo he recurrido a la vía legal cuando las circunstancias han sido extremas”.
Muscat indica que la policía es libre de investigar y que, de hecho, este asesinato ha sido investigado exhaustivamente y que la policía ha contado con todos los recursos necesarios.
Schembri ha indicado que en repetidas ocasiones Caruana Galizia hizo acusaciones en su contra que eran producto de una mala información y difamatorias y que, cuando lo consideró pertinente, pidió a sus abogados que “buscaran la forma de que rectificara y reparara el daño”.
La periodista estaba peleada no solo con los laboristas, sino también con una larga lista de funcionarios, empresarios, magistrados y el nuevo líder del partido nacionalista en la oposición, al que había apoyado en el pasado.
“De repente, los dos partidos la tenían en su punto de mira y algo tenía que pasar”, señala su marido. “La situación se había vuelto insostenible”.
“Les costó atacar lo que ella había dicho así que optaron por los ataques personales. Se convirtió en alguien fácilmente reconocible, ya que tenían muchas fotos de ella. Cuanto más investigaba, más la atacaban. Toda una maquinaria contra una sola persona”.
Matthew, el hijo mayor de la pareja, trabaja como periodista en el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación en Washington y ha recibido la advertencia de que corre peligro y no debería regresar a Malta. Los tres hijos viven en el extranjero.
“Se sienten extranjeros en su país”, señala su padre. “Esta ya no es la Malta que conocían. Ha cambiado”.
Traducido por Emma Reverter