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Dilma Rousseff promete luchar contra un “golpe de Estado no tradicional”

Rousseff se dice "triste" pero dispuesta a defender su mandato de "un golpe"

The Guardian

Jonathan Watts - Brasilia —

Una Dilma Rousseff en pie de guerra ha declarado que peleará para mantener el poder, a pesar del devastador golpe sufrido en la Cámara de Diputados, donde una mayoría respaldó el proceso de destitución. Mientras la oposición celebraba la votación del domingo y se preparaba para un nuevo gobierno bajo el mandato del vicepresidente Michel Temer, la presidenta Rousseff decía ser víctima de un “golpe de Estado no tradicional”.

“Creo en la democracia”, dijo frente a los periodistas: “Voy a pelear, como lo he hecho toda mi vida”. “Este no es el principio del fin, es el principio de la lucha”, dijo también antes de criticar especialmente a Temer, a quien acusó de “conspirar abiertamente” en su contra. También volvió a prometer que no dejaría su cargo. “Mi mandato no es para mí, es para los 54 millones de brasileños que me votaron… Esta lucha es por Brasil, por la democracia”. 

Más allá del desafío de Dilma, el ímpetu de la oposición es abrumador. Llevan todas las de ganar para formar el primer gobierno de centroderecha en más de 13 años. 

El presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (el evangelista y conservador que demostró ser el archienemigo de Rousseff), supervisó la petición del proceso de destitución. La aprobación con 367 votos (25 votos por encima de los dos tercios que hacían falta) fue tan holgada que los políticos de la oposición, algunos envueltos en la bandera nacional, se pusieron a entonar el cántico futbolero “Eu sou Brasileiro” (Yo soy brasileño).

En el Senado solo se necesita una mayoría simple para empezar unas deliberaciones que forzarían a la presidenta a dejar su cargo durante 180 días, el plazo para llegar a un veredicto final. 

El gobierno está pidiendo a sus partidarios que se preparen para la siguiente etapa del proceso de destitución, en el Senado.  “El Partido de los Trabajadores solicita a todos los hombres y mujeres comprometidos con la democracia que permanezcan en constante estado de movilización y salgan a las calles a manifestarse contra este proceso fraudulento”, ha dicho el presidente del partido, Rui Falcão.

Los desafíos de Temer 

Según las encuestas, más del 60% de los brasileños está a favor de la destitución de Rousseff. La que estuvo entre las líderes más populares del mundo tiene hoy un índice de aprobación de solo 10% debido a la grave recesión económica, a los vaivenes políticos y al escándalo de corrupción de Lava Jato. La investigación por los sobornos de Petrobras (la petrolera estatal) salpicó a políticos de casi todos los principales partidos. También a varios pesos pesados del PT. 

Los partidarios de Temer, en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ya sienten llegar el cambio. Moreira Franco, un referente PMDB, ha escrito en Twitter que la votación abre una oportunidad de reforma política y económica en Brasil, siempre y cuando la oposición no se duerma en los laureles. “Necesitamos que todo el país se mantenga movilizado para que el Senado escuche a la gente en las calles”, tuiteó.

Quedan desafíos por delante. El vicepresidente ha prometido una fuerte política fiscal, lo que significaría recortes de austeridad aún más pronunciados en medio de la recesión. Una gran cantidad de los partidarios de Temer, especialmente los que están a favor de la reelección para este año, le pedirán que mantenga el gasto público. 

El inestable sistema bancario, que se tambalea bajo una montaña de créditos incobrables, es otro de los grandes riesgos a manejar con precaución. Muchas de estas cuestiones están relacionadas con el grado del viraje hacia la derecha que esté dispuesto a dar Michel Temer. Sus intenciones estarán más claras una vez que se sepa si nombra o no a Jair Bolsonaro, simpatizante de la última dictadura militar que sufrió el país, como miembro de su gabinete.

Además, está la constante amenaza que pesa sobre los políticos de casi todos los sectores debido a la investigación Lava Jato. Hasta ahora, la oposición ha utilizado las revelaciones de corrupción para atacar al gobierno. Pero muchos de ellos también están en jaque por acusaciones de soborno y lavado de dinero. Muchos políticos no verían con malos ojos que Temer tomara medidas para debilitar la independencia de los fiscales y de la policía federal. Lo podría hacer nombrando a un ministro de Justicia afín, pero sería una medida que generaría gran antipatía en el pueblo, que ha llegado a tener más fe en el sistema judicial que en sus representantes electos.

En este aspecto, una cuestión fundamental será el porvenir de Cunha, en el centro de la investigación Lava Jato y también en el pedido de destitución. Los partidarios de Cunha quieren que Temer cierre la investigación del comité de ética contra el presidente de la Cámara de Diputados, en recompensa a haber sacado adelante el voto del juicio político. 

Volver con más fuerza

Con todos los problemas que enfrenta Brasil, los políticos del Partido de los Trabajadores sienten que, si dejan el gobierno por poco tiempo, pueden volver a tomar la iniciativa. Según Lindberg Farias, senador del Partido de los Trabajadores por Río de Janeiro, será difícil bloquear la primera votación en el Senado, pero hay posibilidades en la segunda instancia, seis meses después de la primera, donde se necesita una mayoría de dos tercios.

Farias espera que el líder del Senado, Renán Calheiros, estire el proceso todo lo que le sea posible. Dentro del PMDB, Calheiros es un adversario político del vicepresidente. Según Farias, cuanto más dure el proceso, más oportunidades de recuperarse tendrá la izquierda: “El público no quiere a Temer ni a Cunha. Creo que, en los primeros dos meses de su gobierno, la opinión pública se volverá en su contra y la gente se movilizará para defender a Rousseff”. 

Tras la desastrosa derrota del domingo por la noche, esas palabras parecen meras ilusiones. Pero los ánimos pueden cambiar rápidamente. Como ha aprendido Rousseff en carne propia, en Brasil, la opinión pública y la lealtad política son tan firmes como la arena movediza.  

Traducción de Francisco de Zárate

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