En algún momento del año que viene, el llanto de un recién nacido en India marcará un momento decisivo para el país: el de superar a China y convertirse en la nación más poblada del mundo.
Sin embargo, en lndia, la historia del boom demográfico son en realidad dos historias. En el norte, la población sigue en aumento, liderado por solo dos estados. En el sur, más rico, las cifras se están estabilizando y hasta disminuyen en algunas zonas. Las profundas diferencias entre estas regiones ponen al Gobierno frente a un desafío único: las consecuencias de un baby boom y el envejecimiento de la población, todo dentro de un mismo país.
En India viven actualmente más de 1.390 millones de personas, cuatro veces más que en Estados Unidos y más de 20 veces más que en Reino Unido. En China viven 1.410 millones, pero India está en camino de ponerse en cabeza en 2023 con los 86.000 bebés que nacen en el país cada día (frente a los 49.400 de China). India puede alcanzar los 1.650 millones de personas en 2060.
Este martes 15 de noviembre se estima que la población mundial llegue a los 8.000 millones de personas. De aquí a 2050, más de la mitad del aumento de la población mundial se producirá en solo ocho países: la República Democrática del Congo, Egipto, Etiopía, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Tanzania e India.
El crecimiento demográfico ejercerá una presión enorme sobre los recursos, la estabilidad económica y la sociedad de India, con repercusiones que se sentirán mucho más allá de sus fronteras. La disminución de recursos como el agua podría convertirse en un factor decisivo para el futuro de la población en un país que sufre fenómenos meteorológicos extremos el 80% del año y está en primera línea de la crisis climática.
Un país, dos historias
Hace más de un siglo que prolifera el temor de una “explosión demográfica” en India, un escenario donde el desarrollo económico no sería suficiente para sostener el peso de una población que crece de manera descontrolada y los recursos del país se verían desbordados, dejando a millones de personas en estado de inanición.
La población de India creció a un ritmo considerable tras la independencia del país: pasó de 350 millones a 1.000 millones de personas entre 1947 y 1997. Pero desde los años 80 ha habido varias iniciativas para convencer a los ciudadanos sobre las ventajas de la planificación familiar, sobre todo en los entornos más pobres y marginales, que suelen tener más hijos. Como resultado, la tasa de fertilidad de India comenzó a descender más rápido de lo que preveían los escenarios fatalistas sobre la “explosión” demográfica.
Una familia pequeña es ahora la norma en India y, con una tasa de crecimiento poblacional anual que no llega al 1%, los temores a un colapso demográfico ya no se consideran realistas. Si en los años 50 una mujer india daba a luz a una media de más de seis hijos, la actual media nacional es de poco más de dos y sigue reduciéndose.
Pero el freno al crecimiento de la población no ha sido homogéneo en todo el país. La arraigada división entre el norte y el sur ha jugado un papel clave en la demografía, con consecuencias políticas y sociales. En la próxima década, un tercio del crecimiento demográfico de India tendrá su origen en solo dos estados del norte, Bihar y Uttar Pradesh.
Bihar, el único estado de India donde las mujeres suelen tener más de tres hijos, no alcanzará la estabilidad demográfica –2,1 hijos por mujer– hasta 2039. Kerala, el estado más progresista y con mejor nivel educativo de India, llegó a esa cifra en 1998.
En Kishanganj, una zona de Bihar asolada por la pobreza y con una de las mayores tasas de fertilidad del país, las mujeres dicen que hace poco que han empezado a conocer las ventajas de tener menos hijos.
El deseo de tener hijos varones, que en algunas partes del país todavía se consideran mucho más deseables que las hijas, ha sido una razón clave para las mujeres del pueblo. Surta Devi, de 36 años, cuenta que tuvo seis hijos para asegurarse de que hubiera dos hombres que “continuaran el linaje”. “Solo después de dar a luz a todos mis hijos, los médicos me hablaron de la planificación familiar”.
Sin saber leer ni escribir, Phullo Devi, una jornalera de 55 años, tuvo seis hijos antes de optar por la esterilización. “Si hubiera tenido menos hijos, habría podido criarlos y educarlos mejor”, dice. Pero, según Devi, las cosas en el pueblo están cambiando lentamente. “Ahora los trabajadores sanitarios hacen campañas casa por casa y conciencian a la gente sobre los preservativos y la anticoncepción. No tengo ninguna duda de que quiero que mis niños y niñas tengan menos hijos para que no tengan que vivir en la pobreza”.
El rejuvenecimiento de la población
Un reto demográfico específico, extendido por todo el país y especialmente concentrado en los estados más pobres del norte, es el del rejuvenecimiento de la población. La mediana de edad de un indio es de 29 años y el país tiene que lidiar con una población joven extensa, ambiciosa y cada vez más inquieta, en su mayoría no cualificada, para la que no hay suficientes colegios, universidades ni programas de formación. Pero, sobre todo, no hay suficientes puestos de trabajo.
El desempleo juvenil en India es del 23% y solo uno de cada cuatro licenciados tiene trabajo. Aunque la alfabetización femenina está mejorando, solo el 25% de las mujeres del país forman parte de la fuerza de trabajo. En el estado de Bihar hubo disturbios a principios de 2022, cuando más de 12 millones de personas presentaron su candidatura para 35.000 puestos en los ferrocarriles indios.
La mediana de edad en Uttar Pradesh es de 20 años y hay más de 3,4 millones de jóvenes desempleados. Vishu Yadav, de 25, es un joven del distrito de Ghazipur que tiene un máster, un título en educación y una prueba de acceso a la docencia superada, pero está en el paro. Los puestos de trabajo en enseñanza escasean y hay más de un millón de personas solicitando puestos en la administración pública del estado. “Es una situación deprimente y desesperante: cumplo con los requisitos para ser profesor, pero no consigo plaza”, dice. “Hay demasiados jóvenes cualificados y no hay suficientes puestos de trabajo”.
Según Poonam Muttreja, directora ejecutiva de la Fundación para la Población de India, aún hay tiempo para que estos jóvenes trabajen al servicio del país. “India tiene una fantástica oportunidad, pero solo la tendrá durante aproximadamente las próximas dos décadas”, dice Muttreja. “Tenemos la capacidad de aprovechar el potencial de la población joven, pero si queremos cosechar esos beneficios tenemos que invertir ya en la educación, sanidad y salud sexual de los adolescentes”.
“De lo contrario, nuestro dividendo demográfico podría transformarse en un desastre demográfico”, dice. Según Muttreja, si no se mejoran los servicios de anticoncepción y planificación familiar, existe el riesgo de que los jóvenes de India impulsen el crecimiento demográfico, una situación que en su opinión sería “lamentablemente inadecuada”.
La esterilización femenina sigue siendo el método anticonceptivo más común en India, especialmente entre las mujeres casadas de mayor edad. Tan solo un 6% del minúsculo presupuesto sanitario de India se destina a planificación familiar, con apenas un 0,4% destinado a métodos temporales como los preservativos o la píldora anticonceptiva.
“Actualmente tenemos casi 360 millones de jóvenes, la mayoría en edad reproductiva, una cifra que en las próximas décadas solo va a ir hacia arriba”, dice Muttreja. “Hay una necesidad urgente de más métodos anticonceptivos temporales, si no se satisface esta necesidad va a ser muy problemático”.
Según la ONU, cada año se producen 10 millones de embarazos no deseados en India. El aborto es legal en el país pero ha habido que esperar hasta 2022 para que fuera legal también para las mujeres solteras. Para las casadas sigue siendo un tabú y la mayoría de los abortos son practicados por los “curanderos” de los pueblos, a menudo con consecuencias para la salud a largo plazo.
En el horizonte de varios estados del sur donde bajan las cifras de población se vislumbra otro desafío del que no se suele hablar. En los próximos 15 años, el hombre medio del estado sureño de Tamil Nadu tendrá 12 años más que el de Bihar.
“La crisis a la que se enfrentará pronto el sur es la del envejecimiento poblacional”, dice Aparajita Chattopadhyay, profesora del Instituto Internacional de Ciencias de la Población. “India pronto tendrá a más del 10% de su población envejecida, lo que en nuestro contexto es una cifra gigantesca. Esto plantea problemas importantes en términos de empleo, de seguridad social, pero sobre todo en la sanidad, donde el gasto sigue siendo muy bajo y la incidencia de enfermedades como la diabetes es muy alta entre las personas mayores. Esto no se puede ignorar”.
Un problema político
Las diferencias entre el norte y el sur también han propiciado la politización de la población en India. En el estado septentrional de Uttar Pradesh gobierna un político de línea dura del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), la elevada población del estado se ha utilizado para justificar un proyecto de ley donde se controla el crecimiento demográfico con métodos coercitivos que limitan a dos el número de hijos por pareja.
El proyecto de ley es percibido por algunos como un ataque poco velado contra los musulmanes, alimentado por un mito generalizado, aunque inexacto, y promovido por los nacionalistas hindúes, según el cual el número de musulmanes está superando rápidamente a los hindúes, como parte de una conspiración para convertirse, supuestamente, en la mayoría en India –los musulmanes representan el 14% de la población, los hindúes el 80%–.
“Todo esto de las medidas de control demográfico en Uttar Pradesh se hace solo para mantener la polémica y desprestigiar a los musulmanes, suscitar el odio y ganar el voto de la mayoría hindú”, dice SY Quraishi, exfuncionario y autor de El mito de la población, un libro recientemente publicado que derriba los mitos sobre el islam y la planificación familiar en India. “Los datos muestran claramente que esta sugerencia de que los musulmanes superan a la población hindú es una mentira descarada”.
Subraya que, aunque los musulmanes de lIndia tienen tasas de fertilidad más altas que los hindúes, la razón no hay que buscarla en la religión sino en que los musulmanes suelen ser más pobres y tener menor nivel educativo y acceso a los servicios sanitarios. Además, la tasa de fertilidad musulmana en India está disminuyendo más rápidamente que la hindú.
Aunque el Gobierno nacional del BJP ha rechazado este tipo de políticas, el político del BJP Ashwini Upadhyay presentó hace poco ante el Tribunal Supremo una solicitud en la que pedía “una política eficaz de control demográfico como la de China” para hacer frente a la “bomba demográfica”.
Según Quraishi, en lugar de intentar emular las medidas de control demográfico de China, las autoridades de Nueva Delhi deberían tomárselas como una advertencia. “En India, la gente solía admirar la política china del hijo único”, dice. “Pero mire ahora, China está en plena crisis demográfica, el 70% de su población está haciéndose mayor. Eso debería ser una lección importante para cualquiera que hable de medidas coercitivas: de lo contrario, en unas décadas podríamos ser nosotros también”.
Ciudades bajo presión
Aunque el temor a la “bomba demográfica” de India se haya atenuado, hay una parte que sí está resintiéndose ya por el peso de una población creciente. Las ciudades indias figuran entre las más grandes y masificadas del mundo, y en las próximas décadas crecerán aún más.
Aunque la población de India sigue siendo mayoritariamente rural, con solo una tercera parte del país en las ciudades, la urbanización se está acelerando. Para el año 2035, habrá 675 millones de indios viviendo en ciudades. De acuerdo con las proyecciones de la ONU, en 2050 habrá más indios viviendo en entornos urbanos que en pueblos. Nueva Delhi, la capital del país, tiene ya 20 millones de habitantes y es una de las ciudades más grandes y contaminadas del mundo. Según el plan urbano de la ciudad, crecerá hasta los 28 millones de habitantes para 2041.
En las principales metrópolis del país, Nueva Delhi, Mumbai, Chennai y Calcuta, las infraestructuras de vivienda, agua, transporte y saneamiento ya se enfrentan a dificultades, algo que se agravará con el cambio climático. En 2019, la ciudad de Chennai se quedó sin agua por completo. En la capital financiera de India, Mumbai, que se prevé que crezca de 20 a 27 millones de personas en 2025, el 40% de la población vive en slums (barrios de viviendas precarias).
“La urbanización impulsará cambios importantes en este país en las próximas décadas pero, al mismo tiempo, la calidad de vida en las ciudades indias ya se está deteriorando rápidamente”, dice Rumi Aijaz, investigador del think tank Delhi Observer Research Foundation. “A medida que crece la población, uno de los mayores desafíos que afronta India es la adaptación de las zonas urbanas, pero la respuesta del Gobierno hasta ahora ha sido insuficiente”.
Qué va a pasar
A pesar del continuo aumento de la población en el norte durante los próximos años, la trayectoria general de India es de descenso de la fecundidad y eventual estabilidad de la población. Aun así, todavía se debate cuánto va a descender la fertilidad. A diferencia de lo que ocurre en Occidente, el descenso de la tasa de fertilidad en India no ha coincidido hasta ahora con cambios en la estructura familiar ni en las pautas matrimoniales (como por ejemplo, que las mujeres decidan casarse y tener hijos más tarde, o no tenerlos).
En vez de eso, las expectativas de las mujeres indias sobre su maternidad han permanecido en gran medida inalteradas. Una mayoría sigue casándose con veintipocos, tiene dos hijos a edades relativamente tempranas y luego deja de hacerlo, a menudo optando por la esterilización. Según los expertos, las pautas de fertilidad seguirán variando a medida que India se desarrolle y un mayor número de mujeres reciba una educación formal y se incorpore a la vida laboral.
En el pueblo de Kishangan, en el estado de Bihar, la estudiante universitaria Nazia Parveen, de 19 años, dice que la educación de las mujeres ya se ha hecho notar en el número de bebés. “En el pueblo ahora nacen muchos menos niños y alrededor del 60% de las familias utilizan [la planificación familiar]”, dice. “Es un gran cambio con relación al pasado, cuando no había conciencia, y todo se debe a la educación de las mujeres. En mi generación nadie quiere tener más de dos hijos”.
Mohammad Sartaj Alam ha participado en este reportaje con información desde Bihar.
Traducción de Francisco de Zárate.