Trabajando en un polígono industrial, Michael Soi pinta coloridos dibujos gigantes y brillantes de prostitutas y hombres de negocios internacionales en clubs de Nairobi, y habla del arte como una forma de disidencia. A una milla más o menos, Peterson Kamwathi expone en un contenedor de mercancías recortado que hace las veces de estudio y dice que su papel es luchar contra la polarización. En la puerta de al lado, Loginos Nagila cuelga un trabajo con el eslogan “La revolución traerá lo mejor de nosotros” en un muro salpicado de pigmento.
Los tres forman parte de una nueva ola de artistas comprometidos políticamente que ha emergido rápidamente en la floreciente escena contemporánea creativa de Kenia. La mayoría tienen 20 o 30 años, Soi tiene 43, y sus trabajos reflejan la frustración de la gran pero anónima multitud en la nación africana del este, de toda África, que está pidiendo nuevas vías para desafiar a los viejos líderes y a las élites en un entorno a menudo represivo y a veces violento.
“Son jóvenes y están cabreados. Han visto injusticias en primer plano, de una manera en la que la gente occidental nunca ha presenciado”, dice Frank Whalley, un importante crítico de arte y periodista de Nairobi.
Recientemente, una cadena internacional de televisión tachó a estos artistas de “provocadores”, mientras que la reacción de los medios locales viraron entre el desconcierto, el shock y el apoyo.
Aunque el crecimiento económico en Kenia es fuerte, el país tiene altas tasas de desempleo, particularmente entre los jóvenes. Decenas de millones de personas no tienen servicios básicos, mientras que el estado de derecho es desigual. El tráfico colapsa las carreteras sembradas de baches de la capital. En esta zona están construidos bloques de oficinas de gran altura y hoteles de lujo, al lado de inmensos barrios marginales desbordados de personas que buscan una salida de la profunda pobreza en las áreas rurales. La corrupción es un problema endémico. El mes pasado mataron a un informante de la policía, que dice que no ha encontrado a sus asesinos.
La obra de Soi le ha convertido en unos de los artistas locales más conocidos. Su serie titulada 'Fat Cat' señala claramente a aquellos responsables de los fraudes multimillonarios en Kenia de hace una década aproximadamente. Una pintura más reciente trata la enorme presión impuesta por parte de los políticos a una policía sin suficientes recursos que demandan la protección para los miembros de su familia e incluso amantes.
Soi nunca ha estado preocupado por las autoridades porque, según cree, los que tienen el poder en Kenia nunca han visto el arte como una amenaza. “El arte siempre ha sido visto como algo que sirve para decorar casas y es por eso que nos salimos con la nuestra”, apunta.
Miedo a unas elecciones bañadas en sangre
Todavía falta más de un año para las elecciones en Kenia pero las tensiones ya están aumentando. En los últimos meses, las manifestaciones se han convertido en batallas sangrientas en las calles, con la policía golpeando y disparando a los manifestantes de la oposición. Aunque las elecciones más recientes, las de 2013, transcurrieron pacíficamente, hay un miedo generalizado a que se repita el pasaje de violencia que se cobró la vida de 1.500 personas después de las disputadas elecciones de 2007. La semana pasada, dos personas fueron asesinadas en un choque étnico en la frontera del oeste de Kenia.
Whalley cuenta que el arte se convierte en algo importante cuando es difícil criticar directamente a los políticos. “Desde luego, el espacio democrático se está abriendo en Kenia pero, tal y como los recientes sucesos han demostrado, la policía antidisturbios está todavía alerta”, lamenta. “Las actuaciones directas en forma de manifestaciones continúan, por supuesto, pero cuando las calles están cerradas la protesta política tiende a emerger de muchas otras maneras, una de ellas es a través de los artistas”, explica.
Algunos no se muerden la lengua, como por ejemplo Nagila, que tiene 29 años y está trabajando en una instalación que se titula 'Democracy My Piss' ('Democracia mi meada'), mientras que otros son algo más sutiles.
Kamwathi, uno de los jóvenes artistas kenianos más aclamados, ha ganado un renombre internacional gracias a una serie de trabajos en los que retrata implacablemente a los que culpa por la inestabilidad política y por la violencia de los últimos años. Una nueva muestra que verá la luz a finales de este año se centra en la inmigración.
Kamwathi dice que lo que ha hecho es “tomar partido”. “Me veo a mí mismo como alguien que crea un espacio para la reflexión. No me veo como un artista político pero no puedo negar la realidad que existe. Últimamente todos los artistas reaccionan a la intensidad del contexto que están viviendo y los políticos se meten en todo”, comenta este artista de 36 años.
“Sentimos que algo malo va a pasar”
Algunos artistas políticos anteriores se han vuelto más introspectivos. La mayoría de los trabajos recientes de Boniface Maina, un joven artista que ha producido series de obras políticas en los últimos años, explora ahora su reciente depresión.
Las inminentes elecciones han llenado de energía a muchos otros. El poder en Kenia depende de las extensas y opacas redes de clientelismo mientras que los votos son a menudo determinados por alianzas tribales, étnicas y lingüísticas. El presidente Uhuru Kenyatta y su vicepresidente, están dirigiendo una coalición de comunidades. La oposición representa a los que se sienten marginados. Analistas en Nairobi predicen incidentes violentos dispersos pero generalizados, pero dicen que muy probablemente el colapso catastrófico pueda ser evitado.
Anne Mwiti, que da clases de Bellas Artes en la Kenyatta University en Nairobi, ganó un premio el año pasado por un trabajo que exploraba la identidad étnica y su papel la explosión de violencia en las entre 2007 y 2008, tras las elecciones. “Fue muy emotivo para mí. Viví en un país que había sido pacífico durante mucho tiempo. La violencia no tuvo sentido”, recuerda.
Ahora, la artista de 45 años está planeando series de trabajos para “llegar a los políticos, a las partes interesadas y a toda la gente para movilizarlos contra la violencia policial y la división”. Mwiti cuenta también que “justo ahora, las tensiones están teniendo un efecto directo sobre el arte. Hay un sentimiento general de que algo malo está a punto de pasar. Queremos usar el arte en los espacios públicos para luchar contra esto. Estamos esperando que los jóvenes digan que no quieren violencia y que quieren paz”.
Traducido por Cristina Armunia Berges