En un campo de detención en el desierto del Neguev, en el sur de Israel, los prisioneros palestinos están siendo sometidos a un abuso físico y psicológico generalizado, según el testimonio anónimo de dos personas que trabajaron en el centro de Sde Teiman.
Las personas que filtraron la información describen un trato horroroso contra los palestinos de Gaza y presuntos integrantes de Hamás encarcelados en Sde Teiman. Entre las vejaciones que describieron los trabajadores figuran el encadenamiento habitual a camas de hospital, con los ojos vendados y forzados a usar pañales. Según ambos, ha habido al menos un caso en el que a un preso se le amputó un miembro debido a las lesiones sufridas por las esposas.
Las instalaciones, ubicadas en una base militar a unos 18 kilómetros de la frontera de Israel con Gaza, están compuestas por dos secciones, según las dos fuentes: un recinto donde tienen confinados en jaulas y con graves restricciones físicas a hasta 200 detenidos palestinos de Gaza; y un hospital de campaña donde viven esposados a sus camas decenas de heridos de guerra –por lo general, sin analgésicos que alivien su dolor–.
De pie, con las manos esposadas y los ojos vendados
Una de las fuentes trabajó como guardia de prisiones en el centro, donde los detenidos son obligados a permanecer de pie durante horas o a sentarse sobre sus rodillas. El exempleado, que podría sufrir represalias por su testimonio, también explicó que a varios detenidos los golpean con porras y les prohíben hablar o mover la cabeza. “Los detenidos están presos en una especie de jaulas, todos esposados y con los ojos vendados”, detalló. “Si uno habla o se mueve, le hacen callar inmediatamente o le obligan a permanecer de pie, con las manos esposadas por encima de la cabeza durante un máximo de una hora”.
“Si no pueden mantener las manos en alto, los soldados sujetan las esposas a los barrotes de la jaula; muchos de los detenidos tenían heridas infectadas que no estaban siendo tratadas”, afirmó. “El suelo está muy sucio y huele tan mal que nos obligaban a llevar mascarillas; a veces se oía el ruido de los golpes, los gritos de los prisioneros y un ruido como de golpes contra la pared metálica”, agregó.
De acuerdo con el exguardia, a los presos les daban un pepino, unas rebanadas de pan y un cuenco con queso para comer; y algunos estaban visiblemente desnutridos. Los militares no tenían pruebas de que todos los detenidos fueran miembros de Hamás, detalló, y algunos reclusos preguntaban una y otra vez por el motivo de su detención.
Según la fuente, la mayor parte de los prisioneros sólo eran sospechosos y algunos fueron puestos en libertad. “No había una acusación formal contra ellos, era una especie de campo de filtrado, una detención provisional”, señaló.
“Todos los residentes de Gaza detenidos están clasificados como 'combatientes ilegales' desde que comenzó la guerra, una clasificación que les priva del estatus de prisioneros de guerra y permite a Israel prohibir durante periodos prolongados la visita de abogados, lo que provoca una grave falta de supervisión en un momento de máximo riesgo por torturas y condiciones de encarcelamiento severas”, denuncia un informe de la ONG Médicos por los Derechos Humanos-Israel (PHR-I, por sus siglas en inglés), que exige el cierre del campo.
Según datos del servicio penitenciario israelí de principios de abril, hay 849 “combatientes ilegales” bajo su custodia.
Pacientes atados a las camas
La fuente cuenta que el hospital del centro de detención consiste en tiendas de campaña con una sala de urgencias en la que los pacientes son operados sobre la camilla por falta de una mesa de operaciones. Esposados a las camas, todos los pacientes llevan pañales y tienen los ojos vendados, según esta persona, quien relató haber escuchado decir que algunos pacientes venían de hospitales de Gaza. “Eran pacientes que habían sido llevados al campo después de que el ejército israelí los apresara en los hospitales de Gaza donde los estaban tratando; con miembros y heridas infectadas, gemían de dolor”.
También oyó hablar de un detenido al que le habían amputado la mano “porque las muñecas se le habían gangrenado debido a las heridas provocadas por las esposas”.
El informe de PHR-I detalla el caso del gazatí de 34 años Izz al Din al Bana, que antes de su detención estaba en silla de ruedas. Murió en febrero después de su traslado desde Sde Teiman a otro centro médico para ser tratado por unas escaras graves. Según el testimonio de otros prisioneros, llevaba días quejándose del dolor y nadie lo había atendido ni tratado adecuadamente.
Las declaraciones de la persona que trabajó como guardia de prisiones fueron corroboradas con la información filtrada por otra persona, integrante del equipo médico del hospital de campaña de Sde Teiman, que habló con el periódico The Guardian. “Había unos 15 pacientes en total, todos estaban esposados y tenían los ojos vendados”, explicó la segunda persona.
“Desnudos, llevaban pañales y estaban cubiertos por mantas; la mayoría parecía tener heridas de guerra evidentes, algunos habían sufrido amputaciones, y a otros los habían sometido a importantes operaciones torácicas o abdominales; salvo por el pañal, estaban prácticamente desnudos”, detalló. “Comprendo que es difícil tratar a un paciente acusado de crímenes atroces, pero es el trabajo que hemos elegido y, como médicos, tenemos que reconocer que todo ser humano tiene derecho a una adecuada atención sanitaria, independientemente de cuáles sean sus antecedentes”, afirmó. También relató que había visto someter a un paciente a dolorosos procedimientos médicos sin analgésicos que calmaran su dolor.
En respuesta a estas denuncias recogidas por The Guardian, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) señalan en un comunicado: “Entre los detenidos en el centro de Sde Teiman hay operativos militares cualificados muy peligrosos; los detenidos son esposados de acuerdo con su riesgo y estado de salud”. “De manera rutinaria, hay procedimientos para [revisar] la forma de esposarlos para asegurarse de que los detenidos sean esposados sin sufrir daños”, agregan.
“Al principio de la guerra y tras informes de lesiones provocadas por las esposas, se ha cambiado el tipo de esposas en las instalaciones para reducir, en la medida de lo posible, posibles daños provocados por las esposas”, dice el comunicado. Las FDI afirman que a los detenidos se les permite “el acceso regular a los aseos del complejo penitenciario” y que los pañales solo se usan para “mantener la higiene de aquellos que han sido sometidos a procedimientos médicos por lo que tienen una capacidad reducida de movimiento”.
Las FDI aseguran que tratan a los detenidos “de forma adecuada y cuidadosa” y que “cualquier acusación de mala conducta de los soldados es examinada y tratada en consecuencia. En los casos que corresponde, la Policía militar inicia una investigación penal”, según el comunicado.