El escritor Roberto Saviano, conocido mundialmente por escribir sobre la mafia y posicionarse en contra del crimen organizado, dice que “se ha puesto en valor el periodismo, se ha puesto en valor las palabras y también mi labor”, tras una sentencia histórica en Roma sobre las amenazas de muerte que recibió durante un macrojuicio y coincidiendo con la publicación de su libro Gomorra.
Los jueces dictaminaron el 24 de mayo que una estrategia legal durante un juicio, que tuvo lugar hace 13 años y fue orquestada por un jefe de la mafia de la Camorra y su abogado, escondía en realidad una amenaza de muerte contra Saviano y contra una compañera, Rosaria Capacchione, que entonces trabajaban en el diario Il Mattino de Nápoles. Esa estrategia los condenó a vivir en la sombra y siempre acompañados por un guardaespaldas.
“(Tras la sentencia) Mi vida no cambiará mucho”, dice Saviano al Observer tras el veredicto. “Tendré que seguir llevando guardaespaldas. Y, por supuesto, la sentencia no me devuelve esos 13 años, en los que se me ha obligado a vivir en la clandestinidad, constantemente vigilado, bajo custodia, durante todo ese tiempo. Pero la sentencia sí demuestra que la mafia no es invencible, que no puede amenazar a los periodistas impunemente y que los clanes del crimen organizado tienen miedo a la palabra, al periodismo”.
Amenazas a periodistas
Tras un juicio que se ha demorado 13 años, el Tribunal Penal de Roma declaró culpables a Francesco Bidognetti, jefe del clan Casalesi de la mafia de la región de Nápoles, y a su abogado, Michele Santonastaso, de haber amenazado a los periodistas de forma encubierta e indirecta al presentar un documento en el macrojuicio “Espartaco” que ponía de manifiesto la “influencia” de los periodistas en la región. Este último terminó, tras un largo proceso que duró 12 años, en 2010, con 16 jefes de la Camorra, entre ellos Bidognetti, condenados a cadena perpetua.
Bidognetti desempeñó un papel clave en un sistema de asesinatos, extorsión y terror en torno a la base Casalesi de Casal di Principe, al norte de Nápoles, y fue el cerebro de un control corrupto del clan sobre negocios multimillonarios de gestión de residuos, muchos de ellos tóxicos, en toda la región de Campania.
El documento era aparentemente una cuestión de procedimiento legal, introducido en el macrojuicio poco antes de que terminara la vista de apelación en marzo de 2008. En él se pedía la suspensión de todo el juicio y que se derivara de Nápoles a otra jurisdicción, debido a la influencia que se decía que Saviano y Capacchione “ejercían sobre los jueces con sus escritos”.
Una amenaza “única” en la historia criminal
“La mafia no amenaza abiertamente”, explica Saviano. “No emiten una fetua como Irán o Isis. La semántica mafiosa es compleja y codificada, y sus amenazas se pueden leer entre líneas”.
Como ejemplo, cita un famoso presagio lanzado por el jefe de la Cosa Nostra, Michele “Il Papa” Greco, durante el macrojuicio siciliano de los años ochenta: “Greco dijo al tribunal: 'Deseamos que podáis hacer justicia de forma serena y que esta serenidad os acompañe durante toda vuestra vida'. Parece una bendición, pero no lo era, era una amenaza de por vida”, dice Saviano.
“Y con esta maniobra en 2008, Bidognetti afirmaba que si él y sus compañeros mafiosos eran condenados en ese tribunal, Rosaria y yo seríamos cómplices. Y que si los mafiosos eran absueltos, nos considerarían -a Rosaria informando a nivel local, a mí a nivel nacional- como partícipes del intento de persecución.
“Esta amenaza era, y sigue siendo, única en la historia criminal. Nos etiquetó como enemigos de los acusados, ya que nuestra labor como periodistas había instado al Estado a actuar contra ellos. Según ellos, era yo quien constituía una amenaza para el curso de la justicia en Nápoles, y no ellos, los asesinos en espera de juicio”.
Cinco personas implicadas en el caso fueron asesinadas
La amenaza se produjo en un ambiente de extrema violencia: en el transcurso de este macrojuicio, que llegó a convocar a más de 500 testigos, y en el que se dictaron sentencias cuya suma asciende a más de 700 años de cárcel, cinco personas implicadas en el caso fueron asesinadas.
El macrojuicio coincidió con la publicación en 2006 del libro de Saviano Gomorra, que reveló las operaciones de la Camorra y enfureció a la mafia. A Saviano le pusieron un guardaespaldas, y la protección se incrementó tras la estrategia legal de 2008 en la que se pedía un cambio de jurisdicción; tanto los clanes de la mafia como los periodistas sabían exactamente lo que significaba. “Estaba codificado, pero claro”, dice Saviano.
Capacchione, que fue diputada del Partido Democrático de Italia entre 2013 y 2018, declaró hace unos días a la agencia de noticias Ansa: “Eran verdaderas amenazas de muerte contra nosotros”.
La sentencia en Roma refrenda el argumento de Saviano y Capacchione como un hecho jurídico, al dictaminar que el contenido de la petición para que se derive el juicio a otra jurisdicción constituye una amenaza y un delito.
Bidognetti, que cumple varias cadenas perpetuas, fue condenado a 18 meses por amenazar a los periodistas, y Santonastaso, que tiene una condena anterior por complicidad con la mafia, a 14 meses. Los jueces tienen 90 días para publicar su veredicto.
“Son sentencias simbólicas”, señala Saviano, “pero muy importantes para entender por qué he tenido que vivir como he vivido, y qué he perdido: constantemente vigilado, perseguido, alerta, bajo protección, y preguntándome qué vida estaría viviendo si no se hubieran producido esas amenazas”.
“Han sido necesarios 13 años para demostrarlo. Trece años viviendo así”, dice. Los retrasos en el proceso se deben a aplazamientos y conflictos en torno a las competencias.
“Que yo esté vivo le hace perder prestigio”
La amenaza y la sentencia, según Saviano, “también demuestran la visión de la mafia sobre las líneas rojas que no debe cruzar el periodista y la orden implícita de que el periodista 'debe hacer un buen trabajo' según sus parámetros”. “Saben que esto es una democracia, que habrá un artículo sobre un asesinato o una detención, pero ese es el límite. Luego llegan al tribunal y dicen lo que siempre dicen: las cosas pasan, pero nosotros no lo hicimos. La Cosa Nostra existe, pero nosotros no existimos. Y esperan que los periodistas no cuestionemos este razonamiento”.
“Pero ¿qué significa cruzar la línea roja que marcan? ¿Qué pasa si un periodista investiga los hechos y los conecta con otros, y traza un mapa de los intereses económicos y las relaciones institucionales y políticas de la mafia? Entonces, se cruza la línea, se sobrepasa el límite”.
En un artículo publicado en el Corriere della Sera, Saviano rinde homenaje a Capacchione, “que ha dedicado gran parte de su vida a informar sobre el clan Casalesi con coraje y determinación”, a sus abogados y a los colegas de los medios de comunicación que han llevado y seguido el proceso en todo momento.
“¿Por qué Bidognetti, que ya está cumpliendo varias cadenas perpetuas, se va a pasar 13 años defendiéndose de esta acusación de amenazas contra mí?”, pregunta el escritor. “Porque el hecho de que yo siga vivo significa que su amenaza ha fracasado. Por lo tanto, tiene que fingir que nunca me amenazó. El hecho de que yo esté vivo le hace perder prestigio; pierde credibilidad a los ojos de otros miembros de su clan o de clanes rivales”.
“Bidognetti amenazó a Saviano, y Saviano sigue vivo”, reflexiona el escritor. “A los ojos de mis enemigos, mi falta más grave es que sigo vivo. Esta semana es una victoria del poder de la palabra, no mía, ni siquiera de Rosaria. Pero cuando salí de ese tribunal el lunes, sí pensé -como escribí en la última línea de Gomorra- malditos bastardos, sigo vivo”.
Traducido por Emma Reverter