El domingo 28 de febrero en la iglesia de San John Coltrane, sólo queda lugar para estar de pie durante el oficio religioso. De cualquier manera, nadie quiere quedarse sentado. Atraídos por la noticia de que la institución que lleva 48 años en San Francisco enfrenta el desalojo, una multitud de feligreses de siempre y de gente que viene por primera vez, baila y se mueve durante una hora y media al compás del “exorcismo de sonido” con que se ha abierto el oficio religioso.
El arzobispo hace llorar al saxofón con sus notas, el pastor toca el contrabajo, y “los ministros del sonido” se turnan para hacer solos en la batería, el teclado, la armónica y el saxo alto, mientras la reverenda madre superiora lleva la voz principal durante el largo interludio musical que encuentra a Dios en la música del legendario jazzista John Coltrane. “Es como en un funeral”, bromea el arzobispo Franzo King ante la audiencia que llena la sala. “Todos vienen cuando alguien muere”.
San John Coltrane aún no ha muerto. Pero en una ciudad en la que los carteles con la inscripción “Desalojo = Muerte” se propagan como una enfermedad, la iglesia tiene los días contados. El 24 de febrero, dejaron una notificación de desalojo en la puerta de la iglesia, concediendo un plazo de 60 días desde el martes 1 de marzo para abandonar el edificio de la calle Fillmore. Con el cierre de la iglesia, desaparecerá uno de los pocos lugares de jazz que quedan en la zona antes conocida como el “Harlem del Oeste”.
“Este lugar era el corazón de la comunidad negra. Podías vivir en Fillmore, podías trabajar en Fillmore y podías ir al banco a cobrar un cheque que te había firmado alguien de raza negra. Ya no es así”, dice King.
Bautismo de sonido
En 1965, mientras celebraban su primer año de casados, Franzo y Marina King experimentaron por primera vez el poder transformativo de la música de John Coltrane cuando lo vieron tocar en un club de jazz de San Francisco ya cerrado. Para el matrimonio, esa experiencia (a la que ellos denominaron “bautismo de sonido”) fue el desencadenante de toda una vida de búsqueda religiosa en la que intentaron unir Coltrane con el cristianismo. “Experimentamos la transferencia palpable del Espíritu Santo a través del sonido”, escribió King en el sitio web de la iglesia.
La recién creada orden religiosa pasó por varias encarnaciones: primero, se lo conoció como el Templo Yardbird (en referencia a Charlie Parker, otro de los grandes del jazz), luego como el Templo One Mind (Una sola mente), y más tarde, en 1981, la congregación se unió a la iglesia ortodoxa africana, una confesión episcopal de raza negra que canonizó oficialmente a Coltrane.
Durante gran parte de su existencia, la iglesia improvisó su centro de operaciones en una tienda comercial de la calle Divisadero donde ofrecía programas sociales, como un comedor de caridad con sopas vegetarianas. Cuando la iglesia se mudó al edificio de la calle Fillmore, hace 10 años, el vecindario que había marcado la historia del jazz ya no existía.
“Miras la acera, y ves placas conmemorativas con los nombres de los negocios que solía haber propiedad de la población negra. Si observas el Jazz Heritage Building (edificio emblemático del jazz de San Francisco), puedes ver fotografías de John Coltrane y Billie Holiday. Pero ya no están aquí. La cultura ha cambiado”, dice King.
Un vecindario que ya no existe
Entre la década del 30 y del 40, la zona de Fillmore se convirtió rápidamente en una meca para la gente de raza negra de la costa oeste; con clubs como el Bop City, el Blue Mirror y el Jack’s of Sutter, abiertos día y noche para los músicos itinerantes. “Podías irte de tu casa un viernes a la noche y no necesitabas volver hasta el domingo, ibas a los clubs y después estaban los after hours, y así hasta el otro día”, recordó King la semana pasada.
Pero el vecindario se convirtió en el objetivo prioritario de la agencia de reurbanización en la San Francisco de posguerra y, en nombre de una supuesta mejora urbana, arrasaron con manzanas enteras de casas de afro-americanos. Como consecuencia, miles de familias de raza negra fueron desplazadas, así como los comercios y las instituciones culturales que habían fundado. En la actualidad, la población de raza negra de San Francisco no llega al 6%, una baja sensible con relación al 13,4% de la población que representaban en 1970.
Durante el oficio religioso del domingo, es evidente el sentimiento de pérdida de la comunidad; los congregados recaudan fondos con la esperanza de comprar un edificio propio. “La comunidad negra ha sido quebrantada mediante la política”, dice la hermana Brahmajyoti Lee, una de las fundadoras de la iglesia.
Nacida en Macon (Georgia), Lee se mudó con su madre a San Francisco a los 11 años. Según cuenta, su “primer contacto con el espíritu de la música de John Coltrane” ocurrió durante su adolescencia. Desde entonces ha dedicado toda su vida a la iglesia. A los 62 años, Lee sigue cantando y dando palmas con la música durante todo el oficio. “Quieren que mi comunidad se vaya de la ciudad. Quieren quedarse con la cultura africana pero deshacerse de la gente que la trajo a este lugar y la mantuvo viva”, dice.
A pesar de la situación, los miembros de la iglesia confían en que la música seguirá sonando. El oficio está terminando y la reverenda Marlee-I Mystic, otra de las hijas de King, sale de la iglesia. Ella la llama su “legado”: “Tal vez, estos 48 años hayan sido nuestra etapa de oruga y ahora es el el momento de convertirnos en crisálida y pasar por la metamorfosis. Estamos en un momento de grandes cambios. Podríamos salir de esta crisálida convertidos en mariposa”.
Traducción de Francisco de Zárate