Un análisis reciente de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizado por the Guardian concluye que en Europa se han dado este año 60.000 casos de sarampión, más del doble que en 2017 y el número más alto del siglo. Se han producido 72 muertes, el doble que en 2017. Son los peores datos en 20 años.
Expertos en sanidad advierten de que el movimiento antivacunas están fomentando una disminución del nivel de inmunización contra el sarampión, contra el virus del papiloma humano (VPH), contra el cáncer de cuello uterino, la gripe y otras enfermedades. También advierten que sus opiniones se difunden ampliamente por las redes sociales y por movimientos de nueva derecha también escépticos con las autoridades sanitarias. El comisario de salud de la Unión Europea, Vytenis Andriukaitis, acusó a los políticos populistas de derechas de ser unos irresponsables que difunden “noticias falsas” sobre la seguridad de las vacunas y que generan un clima de escepticismo.
Andriukaitis, excirujano cardíaco, está muy preocupado: “No sólo yo. Toda la comunidad científica está preocupada: epidemiólogos, pediatras, expertos en enfermedades infecciosas y muchos ministros de salud”. “Es inconcedible que tengamos muertes por sarampión, niños que mueren de sarampión. Prometimos que en 2020 Europa estaría libre de sarampión”, añade.
Seth Berkley, director de la alianza mundial para vacunas Gavi, señala que el escepticismo es tan contagioso como una enfermedad: “Es muy difícil vacunarse contra el escepticismo dado que actualmente no hay ninguna autoridad estable en el mundo, que las instituciones y los datos se cuestionan constantemente y que mentir está bien”.
“En este momento nos encontramos muy vulnerables”, señala Heidi Larsen, directora del Proyecto por la Confianza en las Vacunas de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
“En Estados Unidos se exagera más, pero no conozco ni un país en el mundo en el que no se esté cuestionando este asunto”, denuncia. En cada país son diferentes las vacunas que generan resistencia, desde la MMR (sarampión, paperas y rubeola) a la vacuna contra la gripe o contra el virus del papiloma humano, que causa la mayoría de los casos de cáncer de útero.
La OMS, la UE y Estados Unidos han conformado grupos para investigar las causas de la oposición a las vacunas y buscar formas de darle seguridad a la población. “La razón por la que la OMS cambió el discurso sobre lo importante y grave que es esto es porque muchos países miembros se acercan a pedir ayuda”, cuenta Larsen.
Políticos desde Estados Unidos hasta Italia, Polonia y Francia se han subido al tren antivacunas, apoyando a los escépticos y abogando por el derecho de los padres de no vacunar a sus hijos en países donde es obligatorio hacerlo antes de comenzar la escuela.
“Son muy irresponsables”, señala Andriukaitis. “¿Qué es lo que vemos en este movimiento populista? Irresponsabilidad. Ahora [que están en el poder] es muy importante ver lo que hacen. Ya veremos qué sucede con los brotes de sarampión con gobernantes que desde el comienzo han utilizado las noticias falsas”.
Datos recientes han demostrado fehacientemente la estrecha relación entre los índices de vacunación y los brotes de sarampión. Un descenso brusco de los índices de vacunación en Francia en 2010 fue sucedido por un pico de brotes de sarampión al año siguiente. En Italia, donde los índices de inmunización cayeron en 2014, los casos pasaron de unas decenas cada mes a cientos. En Rumanía, las vacunas cayeron por debajo del 90% en 2014. En 2017 se registraron más de mil casos por mes, cuando anteriormente solo se daban uno o dos.
Políticos a la caza de votos con las vacunas
Los políticos populistas de derechas y otros líderes de partidos antisistema han afirmado estar contra la globalización y los negocios de las grandes corporaciones multinacionales, afirma el comisario. Le dan credibilidad a las noticias falsas de las redes sociales que aseguran que las empresas farmacéuticas están diseminando virus en la población para vender vacunas. Y apoyan las peticiones para eliminar la vacunación obligatoria en aquellos distritos donde esto puede traducirse en más votos.
“Es muy peligroso. Mi mensaje es muy simple: vosotros habéis elegido a los políticos antivacunas para el Parlamento y ahora están en algunos gobiernos. ¿Estáis preparados para tomar sus decisiones basadas en noticias falsas o preferís las decisiones basadas en pruebas? Hay sólo dos opciones: noticias falsas o la evidencia”, afirma Andriukaitis.
En Italia, miembros del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y sus aliados en el gobierno, la Liga, de extrema derecha, proclamaron antes de llegar al poder que las vacunas no eran seguras. En 2015, el M5S propuso prohibir las vacunas, citando una falsa “conexión entre las vacunas y enfermedades específicas como la leucemia, el envenenamiento, la inflamación, la inmunodepresión, las mutaciones genéticas hereditarias, el cáncer, el autismo y las alergias”.
Una vez en el gobierno, frente a lo que el año pasado fue el segundo mayor brote de sarampión en Europa después de Rumania, el M5S parecía haber suavizado su postura, aunque analistas dijeron que no queda claro cuál es la posición de la coalición italiana. A principios de diciembre, la ministra de salud Giulia Grillo, del M5S, echó a toda la junta directiva del comité de expertos técnico-científicos más importante del país.
En Polonia, un pequeño pero resonante número de políticos populistas apoya a los antivacunas que quieren eliminar su obligatoriedad. Los más prominentes han sido los miembros del Kukiz’15, un partido político antisistema similar al M5S italiano. Recibieron el apoyo de Justyna Socha, líder del grupo antivacunas Stop NOP (un acrónimo en polaco para Reacciones Posvacunas no Deseadas), que ha afirmado que existe una conspiración entre los médicos que aceptan dinero de las empresas farmacéuticas a cambio de esconder los efectos secundarios de las vacunas.
En Estados Unidos, los antivacunas celebraron el triunfo electoral de Donald Trump, quien ha manifestado escepticismo hacia las vacunas e invitó a Andrew Wakefield, el desacreditado gastroenterólogo que afirmó que la vacuna MMR estaba relacionada con el autismo, a su fiesta de investidura. También se dijo que Trump estaba estudiando conformar un comité para investigar vacunas bajo la dirección de Robert F Kennedy Jr, que es abiertamente contrario a las vacunas.
El escepticismo es altísimo en Francia, según revela una investigación del Proyecto para la Confianza en las Vacunas. Las dudas sobre la vacunación han alimentado las sospechas en relación a las empresas farmacéuticas. La líder populista de extrema derecha, Marine Le Pen, ha apoyado a aquellos que quieren eliminar las vacunas obligatorias, afirmando que no se sabe mucho sobre sus consecuencias a largo plazo y señalando los beneficios económicos de los fabricantes de vacunas.
Lisa Menning, que trabaja en la aceptación de las vacunas a nivel mundial en la OMS, cuenta que algunos populistas y antivacunas “comparten una desconfianza en las autoridades e incluso en los científicos”.
“Hemos visto que las vacunas se han transformado cada vez más en un tema fácilmente politizado, ya sea en períodos electorales o por la oposición. Incluso explotan el tema grupos religiosos, individuos u otros grupos que tienen algún interés en utilizar las vacunas para sus fines políticos o financieros o para hacerse famosos o ganar prestigio”.
Menning asegura que también se puede dar la situación contraria. Así, otros políticos populistas han presionado por la obligatoriedad de las vacunas como una solución fácil y a menudo reaccionaria contra los bajos índices de inmunización.
Larson explica que el índice de vacunación mundial se ha estancado. “En algunos sitios está bajando y tenemos zonas de baja inmunización. No va a ser fácil, especialmente cuando estamos incorporando más y más vacunas y combinaciones de vacunas”, afirma.
“Parte del desafío es que son muchas cosas y muchas de ellas están fuera del alcance de un programa de inmunización. Es una cuestión política, religiosa y cada vez más relacionada con la identidad de las personas”.
Traducido por Lucía Balducci