El segundo tiroteo masivo en 10 días en Estados Unidos, en el que han muerto 19 niños pequeños y dos adultos en un colegio de educación primaria de Texas este martes, ha provocado una avalancha de incredulidad y una fuerte rabia ante la permanente incapacidad del país a la hora de hacer frente a su epidemia de violencia armada.
El terrible ataque de este martes en Uvalde, una pequeña localidad mayoritariamente hispana a las afueras de San Antonio, se produjo apenas 10 días después de los sucesos de Búfalo, en Nueva York. Allí, 10 personas que se encontraban haciendo la compra, la mayoría de ellas afroamericanas, fueron asesinadas a tiros en un supermercado.
El horror de estas dos tragedias con armas de fuego a gran escala coincide apenas unos meses antes del décimo aniversario de la masacre en la escuela primaria Sandy Hook de Newtown (Connecticut). Aquel ataque de diciembre de 2012 se cobró la vida de 20 niños de entre seis y siete años, así como de seis trabajadores de la escuela.
Sandy Hook Promise, el grupo creado por las familias de las víctimas para poner fin a la violencia con armas de fuego, dijo este martes que estaban “devastadas por las informaciones de que muchas personas han muerto, incluyendo niños [en Texas]”. “Nuestros corazones están con las familias y la comunidad mientras se desarrolla esta trágica historia”.
Chris Murphy, el senador demócrata de Estados Unidos por Connecticut que tomó posesión de su escaño en el Congreso un mes después del tiroteo de Sandy Hook, expresó en Twitter las emociones viscerales que recorren el país al difundirse la noticia del desastre. “Oh, Dios mío. Estoy temblando. Me tiembla todo el cuerpo. De miedo. De rabia. Con convicción”, escribió.
En un discurso muy crítico desde el pleno del Senado, apenas unas horas después de que se produjera el tiroteo de Texas, Murphy descargó 10 años de indignación contenida por la falta de acción por parte de sus colegas del Congreso, a pesar de la letanía de muertes violentas por armas de fuego. “¿Qué estamos haciendo?”, preguntó.
Días después de Búfalo, el país se enfrenta a otro Sandy Hook, dijo, y dirigió la atención directamente a sus colegas del Senado de EEUU, a quienes acusó de inacción ante la matanza. “Hay más tiroteos masivos que días en el año. Nuestros hijos viven con miedo. Esto no ocurre en ningún otro sitio, solo en Estados Unidos, y es una elección, es nuestra elección dejar que continúe”.
“Es hora de convertir este dolor en acción”
Un sentimiento similar de frustración e indignación fue transmitido en la CNN por Charles Ramsey, excomisario de policía de Filadelfia. “Esto es algo de lo que no deberíamos ni siquiera hablar, es una absoluta locura”, dijo. “Y lo que es una locura es que no se haga nada al respecto. ¿Cuándo va a terminar esto? En algún momento todos tenemos que decir que ya basta. Ya basta y todo esto tiene que terminar. Tenemos que salvar a nuestros hijos, porque esto es lo que está ocurriendo cada día en nuestras ciudades”.
El clamor tuvo eco en las más altas esferas cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, que ordenó que la bandera de la Casa Blanca ondeara a media asta, se dirigió a la nación con un solemne discurso tras regresar de un viaje de cinco días a Asia que estuvo marcado por la tragedia.
“Cuando me convertí en presidente, esperaba no tener que pasar por esto otra vez. Otra masacre”, comenzó, antes de adoptar un tono duro para pedir una legislación sobre las armas “con sentido común”. “¿Cuándo, por el amor de Dios, vamos a plantar cara al lobby de las armas?”, dijo. “¿Por qué estamos dispuestos a vivir con esta matanza? ¿Por qué seguimos permitiendo que esto ocurra?”.
“Es hora de convertir este dolor en acción”, dijo. Biden.
De Obama a Giffords
A lo largo del día siguieron llegando llamamientos urgentes para salir del estancamiento político. En un hilo de Twitter, el expresidente Barack Obama ha dicho que “ya es hora de actuar” contra la violencia armada en Estados Unidos. “También estamos enfadados por ellos. Casi 10 años después de Sandy Hook –y 10 días después de Búfalo– nuestro país está paralizado, no por el miedo, sino por un lobby de las armas y un partido político que no han mostrado voluntad de actuar de ninguna manera que pueda ayudar a evitar estas tragedias”.
La primera dama, Jill Biden, que es profesora, tuiteó: “Señor, basta. Niños pequeños y su profesor. Aturdida. Enfadada. Con el corazón roto”.
La excongresista Gabrielle Giffords, de Arizona, que fue víctima de un tiroteo masivo en 2011, dijo que está “horrorizada” por la inacción en torno a la violencia con armas en Estados Unidos. “¿Cuántos niños más serán asesinados con armas? Cuántas vidas jóvenes truncadas, familias destrozadas, comunidades traumatizadas porque nuestros líderes se niegan a actuar ante la violencia de las armas?”, dijo Giffords. “La violencia armada es un problema exclusivamente estadounidense, y ahora es la principal causa de muerte de los niños estadounidenses”.
Shannon Watts, defensora del control de armas de la organización Everytown for Gun Safety, dijo, de manera mordaz, que Donald Trump intervendrá este viernes en una conferencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en Houston, Texas. En el evento, las armas de fuego estarán estrictamente controladas, algo a lo que la NRA y Trump se oponen sistemáticamente en cualquier otro contexto. “No se permitirán las armas en los espacios donde hablen Donald Trump y los ejecutivos de la NRA porque alguien podría intentar matarlos”, dijo Watts.
La excongresista Debbie Mucarsel-Powell, de Florida, dijo que el tiroteo muestra lo poco que ha cambiado la situación desde el ataque en el instituto Marjory Stoneman Douglas, en su estado natal, en 2018. “Nuestros líderes electos han estado más interesados en escuchar al lobby de las armas que en proteger a nuestros niños, y hasta que eso cambie, seguiremos viendo un incidente devastador tras otro”.
Las autoridades siguen trabajando para identificar a las numerosas víctimas jóvenes. Hal Harrell, el superintendente del distrito escolar independiente consolidado de Uvalde, dijo que el colegio Robb pidió apoyo en pleno duelo junto a la comunidad. “Mi corazón está roto hoy”, dijo Harrell. “Somos una comunidad pequeña y vamos a necesitar sus oraciones para superar esto”.
Con información de agencias.
Traducción de Lara Lema