Estados Unidos ha aprobado la entrega de bombas de racimo al ejército de Ucrania, según ha informado la Casa Blanca. Mientras, los grupos de derechos humanos piden a Kiev y a Moscú que dejen de utilizar estas polémicas armas.
¿Qué es una bomba de racimo?
Una bomba de racimo es un arma que se fragmenta en el aire liberando múltiples bombas más pequeñas (“minibombas”) sobre una zona extensa. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja, pueden ser lanzadas por misiles, aviones y equipos de artillería.
¿Son peligrosas?
Las minibombas están diseñadas para explotar cuando chocan contra el suelo y es muy probable que cualquier persona que esté en la zona muera o resulte gravemente herida.
Pero además de ese daño inicial, hay otro derivado de las muchas minibombas que quedan sin estallar. Entre el 10 y el 40% de estos artefactos no estalló al llegar al suelo en algunos conflictos recientes, según estimaciones citadas en un informe de la Cruz Roja.
El resultado es que las bombas de racimo, igual que las minas terrestres, suponen un riesgo para los civiles mucho tiempo después de haber sido disparadas. Estos artefactos pendientes de estallar pueden matar y mutilar a personas años e incluso décadas después.
Las organizaciones de derechos humanos sostienen que las bombas de racimo en zonas habitadas representan una violación del Derecho Internacional Humanitario por la destrucción indiscriminada que provocan.
Según la agencia de noticias Reuters, el 60% de las víctimas de estas bombas resultaron heridas mientras realizaban actividades cotidianas. Un tercio de las víctimas registradas de bombas de racimo son niños.
Más de 120 países han firmado la Convención sobre Municiones en Racimo, que prohíbe la fabricación, almacenamiento, transferencia y uso de estas armas. Rusia, Ucrania y Estados Unidos se han negado a firmar el tratado.
Desde que en 2008 se firmó la Convención se ha destruido el 99% del arsenal mundial de bombas de racimo, según datos de la Coalición contra las Municiones de Racimo.
¿Dónde se han empleado?
Estas armas se utilizaron por primera vez en la Segunda Guerra Mundial y al menos 15 países las han empleado después, según la agencia Reuters. Entre ellos figuran Eritrea, Etiopía, Francia, Israel, Marruecos, Países Bajos, Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos.
Se calcula que entre 1964 y 1973 Estados Unidos lanzó 260 millones de bombas de racimo sobre Laos. Menos de 400.000 (el 0,47%) han sido retiradas hasta la fecha en el país, donde han muerto por ellas un mínimo de 11.000 personas, según Reuters.
Según una investigación de The Guardian, las tropas rusas han utilizado bombas de racimo en zonas pobladas de Ucrania, provocando la muerte de decenas de civiles. Rusia atacó con bombas de racimo un parque infantil y una cola humanitaria en Járkov, según la ONG Amnistía Internacional. La ONG Human Rights Watch también asegura que Ucrania las ha empleado en sus intentos de recuperar el territorio ocupado por Rusia y pide que se dejen de usar.
¿Por qué las quiere Ucrania?
Kiev ha estado haciendo presión para conseguir bombas de racimo. Ucrania argumenta que estas armas ayudarían en la contraofensiva porque permitirían a sus tropas superar la desventaja que tienen en número de soldados y artillería para atacar las posiciones rusas atrincheradas.
Hasta ahora Washington se había resistido porque las consideraba innecesarias y porque le preocupaba el uso que le darían. Pero las autoridades estadounidenses han dado señales de un cambio hace poco. Un alto cargo del Pentágono dijo en junio que el ejército estadounidense consideraba las bombas de racimo “útiles, especialmente contra posiciones rusas atrincheradas”.
Varias organizaciones de derechos humanos han pedido a Rusia y a Ucrania que dejen de utilizar bombas de racimo y están pidiendo a Estados Unidos que no provea a Kiev de este tipo de armamento de alcance “intrínsecamente indiscriminado”.
“Las bombas de racimo utilizadas por Rusia y por Ucrania están matando a civiles ahora y seguirán haciéndolo durante muchos años”, dice Mary Wareham, responsable de los temas de armamento en Human Rights Watch. “Las dos partes deberían dejar de usarlas inmediatamente y no tratar de obtener estas armas de alcance indiscriminado”.
Autoridades de Estados Unidos han declarado que las bombas que se entregarían a Ucrania tendrían un índice de fallo reducido. Es decir, que habría muchas menos minibomba pendientes de estallar susceptibles de causar después la muerte involuntaria de civiles. El Pentágono asegura que está considerando bombas con un porcentaje de fallo del 2,35% frente al máximo legal permitido en Estados Unidos del 1%, según el Washington Post. También asegura que el índice de fallos de las utilizadas por Rusia supera el 40%.
Traducción de Francisco de Zárate