¿Quieres saber si alguien es un psicópata? Pregúntale cuál es su canción favorita. Según un estudio de la Universidad de Nueva York publicado el año pasado, la gente que escucha Lose Yourself de Eminem o What do you mean? de Justin Bieber tiene más posibilidades de alcanzar los niveles más altos en la escala de psicopatía que las personas que escuchan Dire Straits.
Obviamente este estudio está muy lejos de ser concluyente y no hay razón para apartar de tu vida a beliebers y a seguidores de Eminem. Sin embargo, se puede decir un poco sobre alguien por su consumo de música. De hecho, así lo cree el propio Spotify. Hace poco, esto es lo que dijo alguien que trabaja en la compañía: “Nada dice más de alguien que la música que escucha y sus hábitos pornográficos”.
No tengo ni idea de si se trata de un mantra de toda la compañía, pero ciertamente está arraigado en el modelo de negocio del servicio de streaming (me refiero a la primera parte, no a lo del porno). En los últimos años, Spotify ha estado aumentando sus capacidades de analítica de datos para poder ayudar a los profesionales del marketing a dirigirse a los consumidores con anuncios adaptados al estado de ánimo en el que se encuentran. Deducen esto a partir del tipo de música que estás escuchando, junto con dónde y cuándo lo estás escuchando, y también con datos de terceros que podrían estar disponibles.
Pero que quede claro, no hay nada especialmente maquiavélico en lo que Spotify está haciendo con tus datos. Ciertamente, no creo que estén trabajando con consultoras opacas para ofrecer anuncios que promuevan una guerra cultural mientras estás escuchando música que sugiera que estar en un estado de ánimo casualmente racista.
Sin embargo, me parece deprimente que nuestros momentos personales y privados con la música se conviertan en puntos de datos y se vendan a los anunciantes. O, en algunos casos, que sean utilizados por los bancos centrales para obtener información económica. Este año, el economista jefe del Banco de Inglaterra dijo que los investigadores estaban midiendo cada vez más el estado de ánimo de la población mediante el análisis de los datos de streaming de Spotify.
Sin embargo, logré superar mi cabreo por la monetización de nuestras almas (escuchar a Bieber es muy motivador) y hacer yo misma algunas mediciones del estado de ánimo musical de la gente. Le pedí a Spotify que revisara algunas listas de reproducción y encontrase las ciudades más miserables de Reino Unido. Quizá les sorprenda o no que Oxford y Cambridge escuchan la música más deprimente de Gran Bretaña, mientras que St Helens, en Merseyside, y Barnsley tienen los hábitos más felices.
Pero por favor, que no te distraigan mis datos sobre Barnsley. Creo que es importante que terminemos este artículo sintiéndonos cabreados. Spotify está lejos de ser la única plataforma que ayuda a las marcas a dirigirse a las personas en función de sus emociones. El marketing en tiempo real basado en el estado de ánimo es una tendencia en alza que todos debemos conocer. En 2016, eBay lanzó una herramienta de marketing del estado de ánimo.
El año pasado, Facebook dijo a los anunciantes que podía identificar cuándo los adolescentes se sentían “inseguros” e “invisibles” o necesitaban “un impulso de confianza”. Esto fue solo un año después de que la empresa se enfrentara a una respuesta violenta por realizar experimentos para ver si podía manipular el estado de ánimo de sus usuarios.
Está claro a dónde va todo esto, ¿verdad? A medida que la segmentación publicitaria se hace cada vez más sofisticada, los profesionales del marketing tendrán la capacidad de dirigir nuestras emociones de forma potencialmente explotadora. Según un estudio, titulado 'La miseria no es miserable', es más probable que gastes más dinero si te sientes triste. No es difícil imaginar que algunas compañías puedan llegar a aprovecharse de esto. A mí esto me deprime. Me voy a dar un gusto con algo caro.