“Le mataron a tiros como a un perro”, señala Stevante Clark sobre la acción de la policía contra su hermano, Stephon. “Le ejecutaron”.
Stevante está en el asiento trasero de un coche. Su voz es temblorosa y golpea con el pie el suelo justo 20 veces –un pisotón por cada bala que la policía disparó contra su hermano desarmado–. “Veinte veces. Es como pisar una cucaracha y, después, volver a pisar, pisar, pisar, pisar, pisar, pisar y pisar”.
[Una autopsia independiente solicitada por la familia reveló el sábado que el cuerpo Clark mostraba ocho impactos de bala, la mayoría de ellos por la espalda.
La muerte de Stephon Clark el 18 de marzo a manos de la policía de Sacramento ha desatado la ira y desencadenado protestas multitudinarias en la capital de California, provocando comparaciones con otros casos en los que las fuerzas del orden mataron a afroamericanos desarmados como Oscar Grant, Michael Brown y Eric Garner.
Stephon, un joven de 22 años padre de dos hijos, estaba en el jardín trasero de su abuela solo con su iPhone cuando los agentes, que no informaron de que eran policías, aparecieron de la oscuridad, le gritaron que levantase las manos y rápidamente le dispararon varias veces antes de que pudiese responder.
Su hermano, Stevante, de 25 años, se ha visto de golpe en el centro de la atención nacional y obligado a tratar con medios, protestas, abogados y donaciones en medio de su propio duelo y rabia.
“Yo no debería tener que defender a mi hermano, ellos deberían tener que estar demostrando su inocencia”, cuenta Stevante a The Guardian. Es domingo por la noche y la entrevista se lleva a cabo en el coche de un amigo suyo. “Estoy agotado. Odio esto. Odio mi vida”, añade.
En un momento en el que los debates sobre la legislación de armas dominan las noticias –especialmente por la Marcha por nuestras vidas organizada por los estudiantes de Florida– la muerte de Clark sirve de duro recordatorio de que las fuerzas de seguridad matan a cientos de personas al año, muchas más de las que mueren en ataques indiscriminados como los de Parkland.
Para aquellos que lloran a Stephon, la violencia policial con las armas de fuego no se debe olvidar. “¿Quién controla a la policía?”, se pregunta Darron Powe, un viejo amigo de la familia. “Necesitamos que nos escuchen”.
La policía de Sacramento ha afirmado que, cuando localizaron a Stephon, los agentes respondían a avisos de que alguien estaba robando en vehículos. La cámara adjunta al uniforme policial muestra la irrupción de los agentes, que gritaron '¡las manos en alto!' y '¡pistola!' y le dispararon en varias ocasiones menos de 20 segundos después de llegar al lugar.
Durante cinco minutos, ningún agente se acerca a Stephon ni le ofrece asistencia médica. Por el contrario, siguen gritándole que muestre sus manos. No se movía. Finalmente, los agentes esposaron su cuerpo sin vida. No se localizaron armas. Después, los agentes silenciaron el audio de sus cámaras.
Sequita Thompson, la abuela de Stephon, estaba sentada en su comedor cuando escuchó el “boom, boom, boom”, declaró el lunes. Aterrorizada por el tiroteo, cogió a su nieto de siete años y ambos se arrastraron hasta el dormitorio.
Stephon, apodado Zoe, cuidaba más a sus dos hijos pequeños, de uno y tres años, que a nada en el mundo, cuenta su hermano. Le encantaban las zapatillas, bailar y hacer sonreír a la gente. Stevante y Powe se ríen recordando sus imitaciones favoritas de películas –Chris Tucker en Rush Hour y y Jevin Hart en Soul Plane–.
Stevante explica que está cansado de resumir el valor de su hermano en una cita para las noticias. También dice que está harto de que los periodistas mencionen sus anteriores enfrentamientos con la ley y su paso por prisión, como si su pasado justificase su muerte. “¿Por qué no estamos hablando de los errores de la policía?”, denuncia. “Mi ciudad tiene miedo de la policía. Yo tengo miedo de vivir aquí. No me siento seguro”, añade.
“No importa quién era ni qué hizo”, señala Luke Tailor, un amigo de Stephon de 24 años. “Es una persona y eso es suficiente para luchar por él”.
Como otras fuerzas policiales, el Departamento de Policía de Sacramento ha adoptado reformas tras otras polémicas acontecidas en el pasado. En 2016, unos agentes intentaron atropellar a un indigente con un coche de policía tras matarlo por disparos.
El alcalde de Sacramento, Darrell Steinberg, publicó inicialmente un comunicado afirmando que no “cuestionaría” a los agentes, lo que provocó una rápida respuesta negativa. En una entrevista el lunes, Steinberg afirmó que los vídeos le hacían sentirse “realmente mal” y que el desenlace había sido “negativo”. “Creo que este momento podría demostrar a Sacramento y al país que hay otra forma posible de hacer las cosas”, afirmó. Sin embargo, se negó a decir si creía que la actuación policial estaba justificada.
Para algunos, la muerte de Stephon sugiere que se ha avanzado muy poco. Y a pesar de los hechos indiscutibles del caso, los expertos sugieren que la policía podría evitar fácilmente condenas judiciales dado que solo tendrían que demostrar que se sentían en peligro.
“Las posibilidades de que policías vayan a prisión son muy escasas”, señala Stevante. “No vamos a conseguir justicia porque mi hermano no va a volver”, añade.
La semana pasada, los manifestantes cortaron autopistas y el acceso al estadio donde juega el equipo de la NBA Sacramento Kings. Los jugadores de los Kings han expresado su apoyo a Stephon.
A Stevante se le llenan los ojos de lágrimas al ver una foto del estadio prácticamente vacío por las protestas. “Stephon estaría muy orgulloso. Stephon ha cerrado el estadio entero”. Aunque señala que aprecia el apoyo recibido por su hermano en Sacramento, no confía en que reciba la atención que se merece a nivel nacional.
A nivel local, Stevante quiere que la tragedia genere un cambio y espera crear una biblioteca en honor a su hermano, así como apoyar otros esfuerzos a favor de la prevención de la violencia con armas de fuego, tales como programas de desayunos y centros comunitarios.
Aun sí, Stevante no se ve a sí mismo como un “activista” o “líder”, pero el martes entró en el Ayuntamiento de Sacramento con un grupo de manifestantes e interrumpió la sesión al grito de “¡Stephone Clark!”.
Stevante tiene que luchar constantemente con los recordatorios de la muerte de su hermano –la gente que le para en la calle, las llamadas de periodistas y publicaciones en redes sociales– y evita ver los vídeos de la policía y muchas de las informaciones sobre el asunto.
Es difícil encontrar paz, explica. Se sigue sintiendo incómodo en la casa familiar donde murió su hermano. “¿Dónde coño puedes ir si no estás seguro ni en la casa de tu abuela?”.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti