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Una ciudad sueca, obligada a mudarse casa a casa por el hundimiento de la mina de hierro más grande del mundo

Jennifer Rankin

Kiruna (Suecia) —
13 de marzo de 2023 22:31 h

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En el extremo norte de Suecia, unos 200 kilómetros por encima del Círculo Polar Ártico, se encuentra la iglesia de Kiruna, elegida en su momento como el edificio antiguo más bello del país. La acogedora iglesia de color terracota, con sus chapiteles de cuento de hadas, está diseñada para parecerse a una choza del pueblo indígena sami. Se inauguró en 1912, casi sin símbolos religiosos, y la sacerdotisa Lena Tjärnberg la describe como “la sala de estar de la comunidad”. Pero para que la iglesia de Kiruna quede como está, debe irse.

En 2026, todo el edificio de madera de 600 toneladas se cargará en remolques y se trasladará a un nuevo lugar cerca del cementerio local. Es solo una de las grandes, y técnicamente complicadas, piezas del proyecto de traslado de Kiruna a una nueva ubicación, tres kilómetros al este del casco antiguo. Kiruna se traslada porque el hundimiento de la mayor mina de hierro del mundo, que está en su territorio, amenaza con tragarse la ciudad. Ya han aparecido grietas en el hospital y una de las escuelas ya no es segura para sus alumnos.

“Estamos más que contentos de que la iglesia pueda trasladarse”, afirma Tjärnberg. “Por supuesto, sé que la gente puede estar triste. La iglesia de Kiruna es un punto de referencia aquí, se puede ver en todas partes. Puedes sentirte triste por el cambio en el paisaje”, asegura.

Metales de tierras raras

La ciudad tiene una población de 18.000 habitantes y su destino ha estado entrelazado con el de la mina desde que se fundó en 1900. La mina, gestionada por la empresa estatal sueca LKAB, produce el 80% del suministro de la Unión Europea. Ahora LKAB espera situarse a la vanguardia de la revolución industrial ecológica de Europa y del impulso a la autonomía en materia de recursos naturales, en respuesta a la crisis climática y a la alarma por la dependencia europea de metales y minerales vitales, a menudo en manos de gobiernos extranjeros autocráticos.

En 2021 empezó a producir el llamado hierro esponja, sin usar combustibles fósiles, sustituyendo el carbón por hidrógeno producido a partir de electricidad verde. El mes pasado anunció que poseía el mayor yacimiento conocido de elementos de tierras raras de Europa, metales esenciales para fabricar baterías de coches eléctricos y turbinas eólicas.

“Suecia es literalmente una mina de oro”, declaró a la prensa la viceprimera ministra Ebba Busch, responsable de cuestiones climáticas y empresariales, desde el interior de la mina, 500 metros bajo tierra. “Europa tiene que aprender la lección, no depender tanto de un solo país para el gas como lo fue [de] Rusia”, dijo.

El descubrimiento de metales de tierras raras ofrece la oportunidad de depender menos de China, fuente del 86% del suministro mundial de estos elementos.

El pastoreo de renos, en peligro

Pero la transformación de Kiruna está alarmando a parte del pueblo sami, que inspiró su edificio más querido y dio nombre a la ciudad: Kiruna viene de la palabra sami giron, que significa urogallo de las nieves.

Siglos antes de que LKAB empezara a perforar la tierra, el pueblo sami pastoreaba renos por las tierras árticas. Ahora temen que ese modo de vida —ya amenazado por la crisis climática, que está dificultando que los renos encuentren su principal fuente de alimento invernal, el liquen— esté sufriendo más presiones.

La fragmentación de la tierra dificulta cada vez más el pastoreo de renos, declara al Observer Stefan Mikaelsson, vicepresidente de la junta directiva del Parlamento sami: “Tenemos el ferrocarril y también el negocio minero y ahora el movimiento del centro de la ciudad. Cada vez es más difícil continuar con el movimiento de renos”. Teme que cualquier interrupción de una “actividad tan antigua” pueda comprometer los derechos de los samis sobre la tierra.

Cerca de 10.000 samis en Suecia están inscritos en el censo electoral para el parlamento sami, pero se desconoce la población real ya que el censo sueco no recoge datos étnicos.

Mikaelsson, que también se dedica a la cría de renos, rechazó la idea de que sería mejor producir mineral de hierro sin combustibles fósiles en Suecia, en lugar de depender de metales contaminantes de otros lugares. “No si eso destruye la diversidad biológica que queda”, dice refiriéndose al pueblo sami. “Queremos conservar nuestra antigua cultura y nuestros antiguos valores para tener una buena vida, no para tener una vida fácil con gastos elevados y hábitos de consumo poco saludables”, añade.

“Tuvimos que aceptarlo”

Un portavoz de LKAB, Anders Lindberg, dice que dos pueblos sami han tenido que cambiar sus rutas de pastoreo de renos desde que se abrió la mina en 1900, pero insiste en que la empresa ahora es “mucho mejor” en su disposición a escuchar a los pastores e intenta minimizar su impacto. No obstante, es posible que el pueblo sami de Gabna tenga que cambiar sus rutas de pastoreo como consecuencia del reciente descubrimiento de tierras raras. “Es posible que se produzca un impacto en el pastoreo de renos y que tengan que volver a cambiar las rutas”, afirma Lindberg.

Por su parte, Nina Eliasson, responsable de planificación del municipio de Kiruna, afirma que “no hay tanta gente con opiniones negativas” sobre el traslado de la ciudad, pero reconoce que muchos se entristecen cuando se derriba su casa: “Entonces sientes que esto va en serio. Y por supuesto [se trata] de tus recuerdos, del lugar en el que creciste”.

Unas 6.000 personas deberán mudarse. Los inquilinos verán cómo sus alquileres aumentan gradualmente a lo largo de ocho años hasta un tope del 25% por encima de la antigua tarifa. Eliasson dice que la empresa minera no tuvo más remedio que subir los alquileres para modernizar las viviendas de los años sesenta.

Es posible que las obras no finalicen hasta 2035, y la ciudad no ha recibido ninguna garantía de que la futura explotación minera no provoque nuevos cambios. “No recibimos ninguna garantía en absoluto”, afirma Eliasson. “Tuvimos que aceptarlo”, admite.

Traducción de Santiago Armando.