Izzedin Elzir, imán de Florencia y presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Italia, está preocupado. “Las mezquitas abiertas y transparentes son una parte esencial del entramado urbano, social y cultural de Italia”, explica. Pero de cara al nuevo Gobierno del que formará parte la Liga de extrema derecha, con su líder Matteo Salvini como ministro de Interior, Elzir sabe que es casi seguro que se aproximen tiempos difíciles.
La Liga ha forjado una alianza con el antiestablishment Movimiento Cinco Estrellas (M5S), después de que los dos partidos sumaran más del 50% de los votos en las elecciones del 4 de marzo. Esta alianza podría convertirse en el Gobierno italiano más duro contra la inmigración desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El viernes, Salvini y el líder del M5S, Luigi di Maio, revelaron un programa político conjunto que contiene planes de construir más centros de detención para acelerar la deportación de lo que calculan son medio millón de inmigrantes en situación irregular, y además revisarán las misiones que rescatan inmigrantes del mar cuando llegan a las costas italianas. El acuerdo también pide la renegociación de la Convención de Dublín respecto a los refugiados y el cierre de los campos “no registrados” de Roma.
En relación a las mezquitas, el documento reclama que los imanes deberán estar registrados por el Estado. Las mezquitas no autorizadas se cerrarán “inmediatamente”, mientras que las propuestas de construcción de nuevas mezquitas serán analizadas en profundidad, así como el financiamiento que reciban. “Respecto a esas normativas de las que hablaron”, dijo Elzir, “les sugiero que respeten la Constitución italiana, que habla justamente de la libertad de culto que están intentando restringir”.
El programa, que según la Liga y el M5S acabará con la política tradicional para siempre, fue respaldado por el 94% de los miembros del M5S en una votación online el viernes, y se está comunicando a los seguidores de La Liga en toda Italia.
El lunes, ambos partidos presentaron al presidente, Sergio Mattarella, el programa conjunto, el nombre del primer ministro y al gabinete antes de que pueda jurar el nuevo Gobierno. Luego, se enfrentará a un voto de confianza en ambas cámaras del Parlamento.
El elegido para presidir el Gobierno es Giuseppe Conte, abogado y profesor de Derecho Administrativo de 53 años, que es militante del M5S.
En Bruselas, el nombre de Conte fue recibido con sorpresa. “Nadie sabe quién es y ni siquiera es un académico de alto nivel”, afirma una fuente de UE, que también comenta que hay italianos que bromean con el hecho de que su futuro jefe de Gobierno es menos conocido que el entrenador del Chelsea del mismo apellido, Antonio Conte.
“No tiene experiencia de gobierno y va a ser ascendido al puesto sin haber nombrado al Gabinete ni decidido el programa”, dice Lorenzo Codogno, profesor visitante de la London School of Economics. “No digo que sea una marioneta, pero su poder estará muy limitado”.
El Movimiento Cinco Estrellas es el mayor partido de los dos, pero la popularidad de Salvini se ha fortalecido desde las elecciones. El apoyo a La Liga ronda en torno al 25%, según los sondeos más recientes, ascendiendo desde un 17% en los comicios de marzo. El político de 45 años prometió durante la campaña electoral poner “en primer lugar a los italianos”. Durante las negociaciones, dijo que el nuevo gobierno solo se conformará si la Liga tiene las riendas libres para luchar contra “el negocio” de la inmigración ilegal. “Si yo llego al Gobierno, quiero poder hacer lo que prometí”, afirmó Salvini.
Un ataque frontal a los migrantes
En un vídeo de Facebook de la semana pasada, Salvini dijo a sus seguidores que se librará de los “delincuentes” y desarmará la política del anterior Gobierno de “recepción de inmigración que nos cuesta 50.000 millones de euros”.
Di Maio, de 31 años, no habló tanto sobre la inmigración durante la campaña electoral pero, con el M5S manteniendo un 32% de apoyo en los sondeos, sus votantes no parecen estar molestos con la idea de que el partido se alíe con una fuerza política que se ha aprovechado de la crisis migratoria y con la que el propio Di Maio había dicho antes que nunca pactaría.
Tampoco parece haberles molestado a los votantes la animosidad contra los extranjeros que emanó de la Liga durante la campaña, incluyendo una declaración de Attilio Fontana –presidente del Gobierno de de Lombardía– de que la llegada de inmigrantes amenazaba con borrar toda “la raza blanca”.
En febrero, un simpatizante de la extrema derecha hirió a seis inmigrantes africanos en un tiroteo con motivaciones racistas en Macerata. Además, la mañana tras las elecciones, mientras Di Maio y Salvini celebraban su triunfo, murió Idy Diene, un vendedor callejero senegalés que vivió en Italia durante más de dos décadas y que recibió seis disparos mientras vendía su mercancía en el puente Vespucci de Florencia.
El asesino fue Roberto Pirrone, un italiano blanco de 65 años que dijo a la policía que había planeado suicidarse. Como no tuvo coraje para hacerlo, salió a disparar a la primera persona al azar que encontró. La Justicia descartó entonces una motivación racista, lo cual desató la furia de la comunidad senegalesa de la ciudad.
El caso tuvo otro giro trágico cuando se supo que Diene, de 54 años, era primo de Samb Modou, quien fue asesinado por Gianluca Casseri, un seguidor del grupo neonazi CasaPound, que disparó en dos mercados de Florencia en diciembre de 2011. Un segundo hombre senegalés fue asesinado y otros tres resultaron heridos antes de que Casseri atentara contra su propia vida.
“Me llamó un amigo para decirme que Idy había fallecido”, dijo Mamadou Sall, presidente de la Asociación Senegalesa de Florencia. “En seguida sentí miedo, luego recordé las palabras que dijeron contra los inmigrantes durante la campaña electoral: que somos ladrones, criminales y que robamos los empleos a los italianos. La violencia comienza con las palabras”.
Sall es ciudadano italiano y ha vivido en el país durante más de 20 años. Durante los últimos 17 ha trabajado en una empresa de productos plásticos. “Contribuimos al Estado con más de 20.000 millones de euros al año. Si no fuera por los inmigrantes, el Gobierno no podría pagar las pensiones”, aseguró.
Algunos de sus compañeros votaron a La Liga por la promesa de una jubilación anticipada. El programa político conjunto incluye el plan de revocar la reforma de pensiones de 2011 que subía la edad de jubilarse. “Me dijeron: ‘No votamos a la Liga porque seamos racistas, sino porque queremos tener la jubilación anticipada’ y les han engañado. El impuesto fijo propuesto también se les volverá en contra: los pobres pagarán más y los ricos no pagarán nada”.
Adnán Husein, un hombre de 28 años nacido en Ghana que llegó a Italia en un bote en 2016, afirma que el asesinato de Diene le ha hecho revivir los temores que sentía en su país. “Dicen que no quieren inmigrantes, pero los italianos han emigrado en diferentes momentos de su historia, especialmente a Estados Unidos, porque se vieron obligados”, añadió. “Entiendo que tampoco fue fácil para ellos. No importa si eres blanco o negro, somos todos iguales, todos sentimos miedo e intentamos sobrevivir”.
Imam Elzir admite que la inmigración se ha convertido en un “verdadero” problema en los últimos 20 años porque los gobiernos anteriores no supieron cómo manejar la situación. “Por eso invito al próximo Gobierno a manejar el tema de la inmigración, que significa respetar las leyes y actuar con solidaridad. La campaña electoral se ha terminado. Ahora tienen que ser más responsables en lugar de generar miedo en la sociedad”.
Traducido por Lucía Balducci