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Treinta años después de la caída del comunismo, Europa del Este está dividida sobre los beneficios de la democracia

Jon Henley

Treinta años después de la caída del muro, pocos en Europa del Este lamentan los monumentales cambios políticos, sociales y económicos que se precipitaron con la caída del comunismo. Pero al mismo tiempo, tampoco son muchos los que están satisfechos con la situación actual regida por sistemas parlamentarios. A la mayoría les preocupa el futuro.

Una encuesta del Pew Research Center realizada en 17 países del antiguo bloque soviético, entre ellos 14 que en la actualidad integran la Unión Europea, constata que si bien la mayoría de personas del este y del centro de Europa apoyan la democracia parlamentaria y una economía de libre mercado, este apoyo dista mucho de ser unánime.

El 65% de los encuestados de Polonia, el este de Alemania y de la Republica Checa cree que el cambio ha sido positivo. En cambio, en el caso de Bulgaria, Ucrania y Rusia el apoyo es de menos del 55%. Según los autores del estudio, los resultados reflejan percepciones muy distintas del progreso que han experimentado todos y cada uno de los países desde el histórico proceso de transformación que vivió el bloque entre 1989-1991, cuando una ola de optimismo sacudió a Europa y los muros y los regímenes se derrumbaron, dando lugar a sociedades y mercados más abiertos.

La mayoría de los polacos, los checos, los lituanos y más del 40% de los húngaros y de los eslovacos, por ejemplo, creen que la mayoría de los ciudadanos de sus países están mejor ahora que hace 30 años. En cambio en Rusia, en Ucrania y en Bulgaria, más de la mitad tienen la sensación de que la situación ha ido a peor.

Al explicar cómo creen que ha sido el progreso de su país, los ciudadanos de Europa del Este y del centro de Europa muestran una actitud positiva en torno al avance de la educación (65%), el nivel de vida (61%) y el orgullo nacional (58%). Sin embargo, se muestran menos satisfechos en relación con la situación legal y de seguridad (44%), valores familiares (41%) y la mayoría (53%) afirma que la atención sanitaria era mejor en la era comunista.

Por otra parte, los autores del estudio señalan que en todos los países la mayoría de los encuestados se muestra “bastante pesimista en torno al funcionamiento del sistema político y en torno a cuestiones concretas del sistema económico como el mercado laboral y las desigualdades”.

El estudio constata una frustración generalizada con las élites políticas, ya que los ciudadanos perciben que no están conectadas con la realidad y los problemas de las personas de a pie. El 69% de los encuestados en países que integran la UE están en desacuerdo con la afirmación: “A los políticos les preocupa lo que pensamos personas como yo”. La mayoría de los encuestados en Rusia y Ucrania también tienen esta percepción.

En los países del centro y del este de Europa también se constata la opinión, muy extendida, de que los políticos y muchos empresarios se han beneficiado personalmente, y de forma excesiva, de la caída del comunismo mientras que los ciudadanos de a pie no se han beneficiado de este cambio.

En lo relativo a las perspectivas económicas futuras, los encuestados de Europa del Este se mostraron más optimistas que los ciudadanos del oeste de Europa. Cerca del 60% de los ucranianos, polacos y lituanos piensa que a las generaciones futuras les irá mejor que a sus padres, mientras que en Grecia, España, Italia, el Reino Unido y Francia menos del 25% de los encuestados tiene esta sensación.

Los encuestados de los países del centro y del este de Europa que ahora integran la Unión Europea valoran la institución y creen que ha tenido un impacto positivo para sus países. Polonia y Lituania muestran el índice de aprobación más elevado, de más del 80%. Los autores del estudio puntualizan que en dos países que no integran la UE, Rusia y Ucrania, la situación es muy diferente. En opinión de los autores, “no se percibe la misma aprobación de los cambios experimentados con la llegada de la democracia y del capitalismo y se percibe un menor apoyo a los principios democráticos y una menor satisfacción con sus vidas”.

Esta encuesta se llevó a cabo entre mayo y agosto de este año. Se han encuestado a 18.979 personas, también estadounidenses. Constata que aquellos que se han mostrado a favor de los partidos populistas de derechas que en los últimos años han ganado terreno en Europa, también son más propensos a mostrarse en desacuerdo con la labor de la UE y tienen la sensación de que la integración económica de Europa ha tenido un impacto negativo en su país. También tienen una opinión negativa de las minorías.

Asimismo, el estudio muestra una clara división de opiniones entre los encuestados del oeste y del este de Europa en relación a algunas cuestiones sociales. Los encuestados del oeste de Europa muestran unas ideas más progresistas. El 94% de los suecos y el 89% de los españoles afirma que la homosexualidad debe ser aceptada por la sociedad, en comparación con el 28% de los lituanos y el 14% de los ucranianos. El estudio constata que persisten grandes diferencias de opinión entre el este y el oeste de Alemania. Los ciudadanos del este se muestran menos satisfechos en torno al rumbo del país y el funcionamiento de la democracia.

No obstante, lo cierto es que si se compara este estudio con uno realizado en 1991, la satisfacción con la vida en general se ha disparado en la mayoría de países de Europa del Este y Europa Central. En el estudio de 1991 los países del antiguo bloque soviético lidiaban con las consecuencias de la transición a un sistema democrático y a una economía de libre mercado. En ese momento, por ejemplo, solo el 12% de los polacos encuestados valoraron sus vidas con niveles de 7 a 10 (sobre 10), mientras que en la actualidad esa proporción ha subido al 56%.