Había un soldado afgano, un diseñador de moda sudanés, un artista británico y un arquitecto italiano. Un peluquero egipcio, una camarera eritrea y un soldado libanés.
Había taxistas y profesores, aficionados al fútbol, cristianos y musulmanes devotos, familias grandes y solteros. Gente con problemas de salud, de amor o con ambos. Vecinos que solo se saludaban y amigos de por vida en la puerta de al lado.
Desde que el incendio más mortífero de Reino Unido en todo un siglo devoró la Torre Grenfell en junio del año pasado se ha hablado mucho de la catástrofe, desde el revestimiento y el Ayuntamiento hasta las escaleras y la estructura del edificio.
¿Quiénes eran las víctimas? En las semanas posteriores al 14 de junio, la mayoría se dio a conocer únicamente de forma bidimensional: unos pocos hechos de una declaración o investigación policial, un breve y sentimental homenaje familiar, una foto pegada durante la búsqueda desesperada que siguió a esa semana de junio.
The Guardian ha pasado los meses posteriores al incendio intentando rellenar los huecos y conociendo detalles de la vida de estos londinenses. Hemos hablado con todas las familias que han querido hacerlo y preguntado a amigos y colegas por anécdotas y sus recuerdos favoritos.
Con el Parlamento listo para debatir sobre la tragedia y con la investigación pública preparada para comenzar la semana que viene con homenajes a las 71 víctimas, publicamos ahora nuestros propios retratos de los fallecidos.
No todas las familias han querido contribuir: su dolor todavía es demasiado reciente. Pero la mayoría lo ha hecho y los detalles sobre estas personas, y sobre el grupo en su conjunto, dice mucho del Reino Unido del siglo XXI.
Las 71 personas que murieron muestran lo diverso, abierto y tolerante que se ha convertido Reino Unido en los últimos 30 años (más de la mitad de las víctimas adultas habían llegado al país desde 1990).
La vidas de Grenfell reflejan de cerca la complejidad del Reino Unido moderno: familias jóvenes que luchan por educar a sus hijos y por trabajos extra para ayudar a pagar las facturas, gente que bien entrados los 20 y los 30 años sigue viviendo con sus padres, refugiados que abandonaron su carrera profesional y su estatus en países peligrosos a cambio de un anonimato seguro a medio mundo de distancia, los más mayores –hubo siete víctimas de más de 70 años– peleándose con la discapacidad en un sistema sanitario desbordado.
Pero Grenfell no era un microcosmos de Reino Unido o Londres. Había pocos trabajadores de clase media entre las víctimas y solo siete británicos blancos, muestra de cómo el desastre afectó de forma desproporcionada a las comunidades de minorías étnicas.
Había niños –18, incluido uno que murió antes de nacer–. Había 18 nacionalidades diferentes. La edad media era similar a la edad media nacional, 40 años. El mayor tenía 84 años y el más joven, después del que estaba a punto de nacer, tenía seis meses. Había 28 mujeres y 25 hombres.
La víctima número 72 murió en enero en el hospital por complicaciones prolongadas desde el incendio. Todavía no ha sido contada en el recuento oficial de fallecidos, pero ha sido identificada como María del Pilar, conocida como Pily, que fue rescatada del 19º piso la noche del incendio.
Cuatro víctimas no vivían en la Torre Grenfell. De aquellos que sí, a muchos les gustaba a pesar de los defectos que se han mencionado en repetidas ocasiones.
“Estaba muy orgulloso de ese piso”, recuerda Karim Mussilhy que decía su tío, Hesham Rahman, originario de Egipto, que vivía en el piso 32º. “Recuerdo cuando lo consiguió, todos los muebles que compró y el esfuerzo que puso en decorarlo”, añade.
Para Sakineh Afrasiabi, iraní, lo único que necesitaba su piso en la 18ª planta eran unos prismáticos. “Solía decir que era como un avión y que podía ver todo Londres desde ahí arriba”, cuenta su hija, Nazanin Aklani.
Los inmigrantes de primera generación figuran en dos grupos. Están aquellos que llegaron a Reino Unido siendo jóvenes buscando un mejor futuro. Algunos de estos, como Ligaya Moore, de Filipinas, o Marjorie Vital, de Dominica, llegaron hace mucho. Otros, como la pareja italiana Marco Gottardi y Gloria Trevisan, llegaron más recientemente. “Eran dos personas que tenían la gran fortaleza de empezar ellos solos un camino profesional en el extranjero”, cuenta Gianni Gottardi, padre de Marco.
El segundo grupo eligió Reino Unido por necesidad, cuando sus vidas en sus países se hicieron insostenibles. Tuvieron que pasar por el tortuoso proceso del refugiado: desarraigados, despojados, en un limbo y finalmente capaces de comenzar una nueva vida, aunque sin el estatus profesional o social de las vidas que dejaron atrás.
Estaba Mohamed Neda, un soldado afgano convertido en taxista; Fathia Alsanousi, una profesora de Sudán que trabajaba en una empresa británica de embalaje; Ali Yawar Jafari, un joyero afgano que encontró trabajo en una tienda al oeste de Londres; Mohamednur Mo Tuccu, un estudiante universitario eritreo que acabó convertido en vigilante de seguridad.
El principal grupo nacional, aparte de los británicos, eran los marroquíes. Sorprendentemente, la mayoría de los seis marroquíes fallecidos y sus cinco hijos británico-marroquíes tenían alguna conexión con la ciudad portuaria de Larache.
Las víctimas de Grenfell también componían un grupo profesional versátil: una empleada doméstica, camarera, pintor-decorador, minoristas, dos taxistas, dos trabajadoras de guardería y un comerciante de chatarra...
Se han hecho muchos gestos para que su memoria permanezca viva. El University College Hospital ha dedicado un banco en recuerdo a Abdulaziz El Wahabi, que trabajó allí como portero. El club de fans del Chelsea homenajeó a Denis Murphy con una ovación durante el minuto 56 en un partido celebrado en Stamford Bridge unos días antes de su funeral. Uno de los personajes del próximo libro de Philip Pullman recibirá su nombre en honor a la adolescente Nur Huda El Wahabi. La Fundación Grenfellove Marco and Gloria rinde homenaje a la pareja italiana Gottardi y Trevisan.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti