Era el objetivo de los mediadores entre Israel y el grupo islamista Hamás, y el deseo de la población de Gaza: un alto el fuego que coincidiera con el mes sagrado musulmán de Ramadán, que empezó este lunes en medio de bombardeos y el hambre en la Franja.
No ha sido posible alcanzar un acuerdo antes de que los clérigos musulmanes vieran la luna creciente en el cielo y anunciaran oficialmente el inicio de este mes del calendario lunar, en el que los musulmanes no pueden comer ni beber durante las horas de luz. Los gazatíes no notarán una gran diferencia en su día a día, porque ya se ven obligados a ayunar por la escasez generalizada de alimentos pero, a diferencia de otros muchos musulmanes en todo el mundo, no podrán romper ese ayuno con grandes banquetes tras la caída del sol, ni se reunirán con familiares y amigos para comer, charlar y orar hasta el amanecer.
La mayoría de las familias en Gaza han perdido algún miembro o varios desde el comienzo de la guerra el 7 de octubre. Más de 31.000 personas han muerto en poco más de cinco meses, incluidos casi 14.000 niños, según el Gobierno local (controlado por Hamás). ONU Mujeres estima que 37 madres son asesinadas cada día, “dejando a sus familias devastadas y a sus hijos con menos protección”, y en total unas 9.000 gazatíes han perdido la vida.
Aparte de los fallecidos por la violencia, al menos 27 niños han perecido por la desnutrición, además de un anciano, según el Ministerio de Sanidad gazatí. Las agencias de Naciones Unidas han alertado de los niveles elevados de inseguridad alimentaria en la Franja, donde la situación ha empeorado notablemente desde principios del año, debido a que cada vez es más difícil introducir y distribuir la ayuda humanitaria, especialmente en el norte de Gaza, donde las autoridades locales calculan que unas 700.000 personas pasan hambre.
Este viernes ha llegado a las costas de Gaza el barco de la ONG española Open Arms, cargado con 200 toneladas de comida, en la primera misión para entregar ayuda vía mar a la Franja, junto a la ONG World Central Kitchen (WCK), del chef español José Andrés. La embarcación zarpó el lunes pasado desde el puerto de Lárnaca, en Chipre, donde había llegado tres semanas antes con la intención de abrir un corredor marítimo entre Europa y Gaza, que pudiera ser utilizado para llevar asistencia al enclave de forma continuada. La ONG del chef español fue la encargada de construir un embarcadero con escombros para descargar los alimentos no perecederos, que serán sólo una pequeña ayuda para las cientos de miles de personas hambrientas. Por ello, WCK está preparando un segundo envío de 300 toneladas de comida, tal y como ha confirmado la ONG a elDiario.es.
Esperanzas de tregua y planes de guerra
El presidente de Egipto –país que media entre Israel y Hamás, junto a Qatar y Estados Unidos–, Abdelfattah Al Sisi, se ha mostrado optimista este viernes sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo en pocos días. “Esperamos que dentro de pocos días como mucho lleguemos a un alto el fuego y que no haya ninguna evolución negativa que pueda afectar aún más la situación”, ha deseado.
“Cinco meses es mucho para tanta violencia. Estamos realizando todo esfuerzo sincero y fiel para llegar un alto el fuego en la Franja para proteger y salvar a nuestra familia en Gaza, en especial, a los civiles inocentes”, ha asegurado, agregando que Egipto trabaja para que los más de un millón de desplazados que se hacinan al otro lado de su frontera, en la localidad gazatí de Rafah, puedan regresar a sus hogares en el centro y el norte del enclave palestino.
Ese es precisamente uno de los puntos que están sobre la mesa de las negociaciones, que se intensificaron a finales de enero pero no han dado resultados hasta ahora debido a los muchos obstáculos y bloqueos, y a las posturas aparentemente irreconciliables de Israel y Hamás. La oficina del primer ministro israelí, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, ha afirmado este viernes que “las demandas de Hamás aún son realistas”, después de recibir una nueva propuesta de acuerdo por parte del grupo islamista, a través de los mediadores. El Ejecutivo mandará una delegación a Doha, después de que así lo decidiera el gabinete de guerra reunido el viernes en Tel Aviv.
Al mismo tiempo que sigue negociando, Netanyahu ha aprobado “los planes de acción en Rafah”, según un comunicado de su oficina, que ha informado de que el Ejército israelí “se está preparando para la parte operativa y para la evacuación de la población” de esa localidad del sur de Gaza, donde se encuentran más de un millón de desplazados de otros lugares de la Franja –a los que Israel había evacuado anteriormente, a medida que las tropas han ido avanzando de norte a sur del enclave costero–.
Uno de los objetivos de las negociaciones era alcanzar un alto el fuego y detener la ofensiva sobre Rafah, con la que Israel lleva amenazando desde hace tiempo, desoyendo las advertencias de la comunidad internacional y de las agencias de la ONU respecto a la catástrofe que supondría una operación militar en una zona tan densamente poblada (antes de la guerra, en Rafah residían unas 300.000 personas, pero la localidad y sus alrededores se han ido llenando de tiendas de campaña y todo tipo de alojamientos improvisados para acoger a los desplazados).
La última propuesta de Hamás
Este viernes han sido revelados algunos detalles de la propuesta remitida por Hamás a los mediadores, en la que plantea una tregua en dos fases, cuya duración no se conoce de momento (la anterior propuesta que estaba sobre la mesa incluía una tregua de seis semanas, tal y como confirmó EEUU). En la primera fase, los islamistas liberarían todas “las mujeres, niños, enfermos y ancianos” que se encuentran cautivos en Gaza, a cambio de entre 700 y 1.000 prisioneros palestinos. También pondrían en libertad a las mujeres soldados israelíes, pero a cambio de prisioneros condenados a cadena perpetua, según detallaron a la Agencia EFE fuentes conocedoras del borrador.
Al final de la primera etapa, se establecería una fecha para un alto al fuego permanente y la retirada de las tropas israelíes de Gaza, algo que el Ejecutivo de Netanyahu ha rechazado porque considera que la seguridad de la Franja debe permanecer en manos de su Ejército, para evitar nuevos ataques como el del pasado 7 de octubre, en el que los milicianos palestinos mataron a más de 1.000 personas y secuestraron a más de 200 en suelo israelí.
En una segunda fase, serían puestos en libertad todos los detenidos de ambas partes, incluidos los soldados israelíes, que son los rehenes más valiosos para Hamás y por los que espera intercambiar a un gran número de presos en cárceles de Israel. Hace tiempo, el grupo armado pidió la excarcelación de todos los presos, una demanda que el Gobierno israelí no parece dispuesto a aceptar bajo ningún concepto.
La semana pasada, después de cuatro días de reuniones con los mediadores de Qatar y Egipto en El Cairo, Hamás afirmó que, entre sus objetivos, estaba la vuelta de los desplazados a sus casas, algo que Israel no ha aceptado hasta el momento, sobre todo en el norte del enclave costero –que ha quedado prácticamente pulverizado tras la intensa campaña militar israelí–.
Por otra parte, una fuente árabe conocedora de las negociaciones dijo al periódico israelí Haaretz que, con el comienzo del mes sagrado, Hamás espera que los palestinos en Jerusalén y Cisjordania van a aumentar la presión sobre todas las partes para que lleguen a un acuerdo.
Desde hace muchos días, varios medios de comunicación han especulado con que Hamás no tiene prisa por alcanzar un acuerdo porque le convendría que los palestinos y los árabes en general muestren su descontento por la situación en Gaza durante el Ramadán, cuando los fieles se congregan para los largos rezos en las mezquitas, que pueden convertirse en un punto de encuentro para organizarse y protestar. Además, en este mes, es probable que se den muestras de solidaridad con la población gazatí, ya que durante el Ramadán los musulmanes deben ayudar a los más necesitados y proveer comida a los que no tienen para “desayunar” tras un largo día de ayuno.
Este viernes al mediodía se ha celebrado el primer rezo masivo del Ramadán en la mezquita de Al Aqsa, un lugar de gran simbolismo para los palestinos y para todos los musulmanes, ubicada en Jerusalén Este (zona de la ciudad ocupada por Israel). Durante el mes sagrado, es habitual que aumente la tensión en torno a ese templo y que se produzcan altercados, por lo que el presidente estadounidense, Joe Biden, había insistido en que una tregua en Gaza podría evitar que la situación se tornase “muy peligrosa” en Jerusalén.
Sin embargo, el primer viernes del Ramadán ha transcurrido sin incidentes y 80.000 fieles acudieron a rezar a Al Aqsa, según la institución religiosa que supervisa la mezquita, aunque la Policía israelí rebajó esa cifra a 40.000. Unos 3.000 agentes habían sido desplegados en Jerusalén para reforzar la seguridad en la Ciudad Santa, donde el nivel de alerta se mantiene elevado durante las fiestas religiosas del islam, el cristianismo o el judaísmo.
En las dos semanas previas al Ramadán, la Policía anunció haber detenido a 20 residentes palestinos de Jerusalén Este “bajo sospecha de incitación y apoyo al terrorismo”. Un portavoz policial citado por la Agencia EFE dijo que “hay quienes intentan aprovechar los días de Ramadán para difundir rumores, noticias falsas, e información distorsionada en las redes sociales, entre ellos organizaciones y elementos terroristas que explotan la festividad para incitar y difundir falsedades sobre la realidad en Jerusalén, particularmente en la Ciudad Vieja y en el Monte del Templo” –tal y como llaman los judíos al recinto donde se encuentra Al Aqsa, que los musulmanes denominan Explanada de las Mezquitas–.
El ministro de Seguridad Nacional israelí, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir, había propuesto antes del Ramadán no permitir a los árabes-israelíes rezar en Al Aqsa y restringir su acceso a la Explanada de la Mezquitas, cuya seguridad está en manos de las fuerzas israelíes. El Ejecutivo rechazó esa medida, pero el organismo del Ejército israelí que gestiona asuntos civiles en los territorios ocupados (COGAT) anunció esta semana que sólo podrán acceder a la Explanada de las Mezquitas, para asistir al rezo de los viernes, los hombres mayores de 55 años, las mujeres mayores de 50 y los niños de hasta 10 años residentes en Cisjordania y Jerusalén Este. Los palestinos de Gaza están totalmente vetados este año.
El COGAT explicó en un comunicado citado por la Agencia EFE que todos los fieles necesitarán previamente un permiso válido el cual puede estar sujeto a cambios por “razones de seguridad”. Este viernes se denegó el acceso a Jerusalén a miles de fieles procedentes de Cisjordania, a través de los principales puestos de control, con el pretexto de no contar con los permisos necesarios, pero no se registraron incidentes.