En plena temporada alta, las aguas alrededor de Koh Phi Phi (Tailandia) bullen con centenares de barcos que llevan sin descanso a buceadores a los puntos donde los fondos son supuestamente los más suntuosos. Los turistas, la mayoría sólo con máscaras de snorkel, se lanzan al agua y siguen al guía que muestra una realidad más bien inerte. El fondo es prácticamente blanco, señal de que los corales han muerto o están a punto de hacerlo, y apenas hay peces.
El turismo ha sido señalado como una de las principales causas de la desaparición de corales en medio mundo debido a buceadores descuidados, a menudo principiantes, que los tocan y los pisan en sus inmersiones, pero también por la contaminación de las aguas en zonas de alta concentración turística. La situación de estos valiosos animales, que sostienen buena parte de los ecosistemas marinos, es crítica.
Así, la organización World Resources Institute preveía en 2011 que a mitad de siglo más de un 90% de los corales habrán desaparecido, por efecto no sólo del turismo, sino también del incremento de la temperatura de las aguas y por otras actividades como la pesca.
Sin embargo, algunos han empezado a ver en el turismo una posible salvación para estos animales, con apariencia de roca o de planta marina, que dan cobijo y alimento a entre un cuarto y un tercio de las especies marinas. “Hay casos en los que hay buen turismo. Puede hacerse de una manera que sea sostenible y que dé valor a los corales en términos de crear las condiciones en las que las comunidades los cuidarán más”, asegura Mark Spalding, un conservacionista de la Universidad de Siena (Italia).
Así, el turismo relacionado con los corales aporta 36.000 millones de dólares al año en zonas costeras, lo que puede ser un incentivo para recuperarlos. Es lo que ha ocurrido en Indonesia, donde los pescadores dejaron de utilizar explosivos para convertirse en guías turísticos en zonas con turismo relacionado con los corales, asegura Spalding.
En Koh Lanta, a una decena de kilómetros al sur de Koh Phi Phi, han ido un paso más allá y los buceadores no sólo observan los corales; los restauran. No son, sin embargo, científicos o expertos en conservación marina, la mayoría son apasionados del buceo que, de la mano del oceanógrafo malasio Anuar Abdullah, han aprendido sencillas técnicas para propagar los arrecifes.
Objetivo: rehabilitar arrecifes
“Los arrecifes son como los bosques tropicales y su rehabilitación es similar”, asegura Abdullah. E inspirado por esos bosques, el científico malasio desarrolló un sistema “simple” que pudiera ser puesto en práctica por amantes del medio ambiente sin pasar años estudiando en una facultad.
Como cuando se plantan árboles, los buceadores crean un vivero donde las “semillas”, trozos enfermos de coral, crecen hasta ser lo suficientemente grandes para ser trasplantadas. Después se colocan en zonas estratégicas y se deja que la naturaleza haga el resto del trabajo: los corales irán creciendo poco a poco hasta fusionarse y formar los arrecifes. La clave para que todo funcione es, sin embargo, un catalizador que Abdullah desarrolló en 2006 y que permite fijar las “semillas” a la roca para que puedan crecer.
“Es un proceso simple que cualquiera que tenga experiencia buceando puede realizar”, asegura Abdullah. Así, en 2012 el malasio empezó a organizar cursos con su organización 'Ocean Quest' ofreciendo a los buceadores formaciones que van desde un día, y en los que se enseñan los pasos básicos, hasta aprendizajes que duran más tiempo y que permiten obtener el título de “jardinero experto” para la rehabilitación de corales.
Una de esas jardineras es Saffron Kiddy, una buceadora por accidente que en 2006 fundó la escuela Scubafish en Koh Lanta. Con el paso de los años, Kiddy vio cómo, con el incremento del turismo, los corales desaparecían de los fondos marinos. “Esta zona necesita ayuda de forma desesperada. Apenas quedan corales”, asegura Kiddy.
La británica escuchó entonces hablar de las técnicas de Abdullah y decidió apuntarse a uno de sus cursos. “Los buceadores somos buenos aliados porque estamos ahí cada día. Podemos controlar que los corales están en buen estado y protegerlos”, asegura Kiddy. En 2015, Abdullah y Kiddy se aliaron para empezar a rehabilitar los corales cercanos a Koh Lanta. “Los resultados son impresionantes”, asegura Kiddy. “Hemos visto cómo los corales se recuperaban rápidamente”.
La técnica está ahora siendo utilizada en uno de los puntos más sensibles de Tailandia, Maya Bay, la pequeña bahía que Leonardo Dicaprio hizo famosa en su película 'La Playa'. La expectación despertada por la película atrajo a hordas de turistas que forzaron al cierre de la zona el pasado mes de junio para que los ecosistemas pudieran recuperarse. No es el único punto en Tailandia, un país en el que cerca del 80% de los corales están dañados, según el gobierno, y donde otros puntos turísticos se han cerrado.
De momento, Maya Bay estará cerrado durante un tiempo indeterminado y el número de turistas se limitará probablemente en el futuro. Sin embargo, esto podría no ser suficiente en otros puntos más sensibles. “En algunos casos se necesitarán cierres parciales, pero en otros casos tendrán que ser permanentes”, asegura Abdullah.
Conservar los arrecifes no es sólo importante para el turismo; sin los corales, buena parte de los ecosistemas marinos colapsará. Sin embargo, algunos ven luz al final del túnel. “Tenemos esperanza de que con este proyecto podremos salvar los corales en la zona”, asegura Kiddy. “Es fundamental para nuestra propia supervivencia”.