Después de meses de tensión a raíz del creciente proteccionismo estadounidense, que está ahuyentando la inversión en tecnología verde en territorio europeo, Bruselas y Washington comienzan a acercar posturas. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, han anunciado este viernes desde la Casa Blanca el inicio de las conversaciones para alcanzar un acuerdo comercial de cooperación en materias críticas para el coche eléctrico. Ambas potencias buscan asegurarse el acceso a minerales clave en la fabricación de las baterías de estos vehículos y contrarrestar el monopolio casi absoluto de China en su extracción y procesamiento.
“Hace unas semanas, llegamos a un acuerdo que nos permitirá acceder al mercado estadounidense del vehículo eléctrico. Y hoy hemos acordado que trabajaremos conjuntamente en las materias primas críticas que han sido procesadas en la UE y les daremos acceso al mercado estadounidense, como si hubieran sido procesadas ahí”, ha remarcado Von der Leyen al salir su reunión con Biden en el Despacho Oval. En un comunicado conjunto, ambas partes aseguran que el objetivo es profundizar en su cooperación “para diversificar las cadenas de suministro de minerales críticos y baterías, reconociendo las oportunidades a ambos lados del Atlántico”. Esta cooperación “es necesaria para reducir las dependencias estratégicas no deseadas en las cadenas de suministro, y para garantizar que se desarrollan con socios de confianza”, concluyen, en una clara referencia al Gigante Asiático.
Este ha sido el principal resultado de la visita de Von der Leyen a Washington, la segunda reunión con Biden en EEUU desde noviembre de 2021, en la que le ha trasladado a su malestar por la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) y su deseo de cooperar en el desarrollo de tecnología verde. La presidenta de la Comisión Europea también ha anunciado que ambas economías han acordado en que incidirán en “un diálogo transparente acerca de los incentivos a la industria de la energía limpia”, avanzando la posibilidad de futuros acuerdos entre ambas economías. “Es importante a ambos lados del Atlántico conocer qué tipo de incentivos estamos dando a las tecnológicas verdes para asegurarnos de que unimos fuerzas para impulsar a una industria que es fundamental para alcanzar una economía circular y libre de emisiones”.
Aprobada en agosto en Washington, la ley estadounidense de incentivos ha preocupado al bloque comunitario, cuya industria está perdiendo competitividad ante el paquete de subsidios y ayudas fiscales, de 369.000 millones de dólares, a la producción en territorio norteamericano. Los presidentes de Francia y Alemania, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, ya mostraron su inquietud por el plan de Biden durante sendas visitas a su despacho presidencial, y marcharon con la promesa de un acercamiento. El viaje de Von der Leyen a Washington este viernes ha simbolizado el reencuentro entre las dos potencias aliadas: “hemos tenido una conversación muy constructiva y hemos podido discutir muchos asuntos”, ha celebrado la presidenta tras la reunión.
La UE busca complementar los incentivos europeos y estadounidenses
Ante esta situación, el bloque comunitario ya ha comenzado a plantear su reacción. “Creo que es muy bueno que haya una inversión tan grande en tecnologías nuevas y limpias”, ha dicho este viernes Von der Leyen, justo antes de entrar en la reunión. “De hecho, queremos compaginarlo con nuestro plan de inversión Green Deal, así que tenemos muchos temas por debatir juntos”. La Comisión Europea tiene previsto publicar la semana que viene su Plan Industrial del Pacto Verde (Net-Zero Industry Act) para contrarrestar los cantos de sirena de EEUU y China a las empresas comunitarias. Se prevé que esta norma flexibilice los límites a las ayudas que pueden dar los estados miembros a las compañías, algo que Francia y Alemania llevan meses pidiendo. Es decir, la ley permitirá hacer contraofertas a aquellas empresas que reciban incentivos de un tercer país para deslocalizarse.
A diferencia de Francia y Alemania, los demás países se han mostrado algo dubitativos con esta propuesta, ya que el 77% de las ayudas estatales autorizadas en los últimos años por la Comisión Europea, cerca de 700.000 millones de euros, han sido realizadas por estos dos países (Alemania impulsó el 53% y Francia, el 24%). Por otro lado, en las últimas semanas se ha estado especulando con la posibilidad de que la UE despliegue un esquema de ayudas verdes similar al de la Ley de Reducción de la Inflación, pero un borrador inicial filtrado la semana pasada no las incluye.
Uno de los grandes riesgos de este tipo de medidas, y el motivo por el que la Comisión Europea se ha mostrado reticente hasta el momento, es que este modelo de ayudas beneficia a las grandes empresas, que pueden decidir si quedarse en un país o irse a otro en función de sus subvenciones. En cambio, las pequeñas y medianas empresas, que acostumbran a llevarse una parte pequeña del pastel, tienen más limitaciones para deslocalizarse. De este modo, numerosos expertos alertan que la legislación europea no solo beneficiará a los países grandes del bloque (Francia y Alemania), también a las empresas más consolidadas.
Además de las negociaciones iniciadas hoy para un acuerdo comercial sobre materias críticas, en ambos lados del Atlántico se especula sobre la posibilidad de que Washington y Bruselas estén buscando un acercamiento más grande en cuanto a los subsidios norteamericanos. A pesar de que no se ha confirmado durante el encuentro, varios medios aseguran que Biden podría haber ofrecido una excepción comercial a Von der Leyen, por la cual las empresas europeas podrían tener el mismo acceso a las ayudas que ya tienen países como Canadá y México -con quien EEUU tiene un tratado de libre comercio-, cuyas empresas pueden recibir hasta 7.500 dólares.
La coordinación con Ucrania y el rol de China, presentes en la reunión
“Nos ayudasteis enormemente cuando quisimos librarnos de la dependencia de los combustibles fósiles rusos, nos ayudasteis enormemente suministrando más GNL, nos ayudasteis durante la crisis energética”, ha agradecido Von der Leyen a Biden. “Somos socios y juntos estamos apoyando a Ucrania, que lucha por la libertad y la independencia. Estamos haciendo pagar a Rusia su atroz guerra”.
Aunque no ha sido el foco principal, la reunión de alto nivel de este viernes también ha tratado el asunto de la guerra de Ucrania. Los países de la UE y EEUU han trabajado conjuntamente desde el inicio de la invasión para coordinar la ayuda económica y militar al país europeo. Ahora que la guerra entra en una nueva fase, cuando se ha cumplido un año de la invasión, a ambas potencias le han surgido divisiones internas sobre hasta qué punto vale la pena continuar invirtiendo miles de millones de euros en la defensa de Ucrania.
La presidenta de la Comisión reafirmó el jueves su compromiso con Volidimir Zelensky en un tuit en el que denunció los “ataques indiscriminados con misiles sobre Ucrania” y aseguró que tan solo refuerzan su “determinación común de seguir avanzando en los esfuerzos de reforma de Ucrania en su camino hacia la Unión Europea”. Por su parte, Biden reiteró el miércoles su intención de seguir apoyando al país con una partida especial en sus presupuestos.
El encuentro se ha dado semanas después de que EEUU sugiriera que China está sopesando la posibilidad de enviar armamento a Rusia. Sin embargo, la inteligencia norteamericana asegura que todavía no se ha tomado ninguna decisión al respecto, mientras China lo niega rotundamente. Biden y Von der Leyen coinciden en la necesidad de estar preparados ante tal eventualidad, aunque su posición ante China difiere.
Mientras EEUU mantiene una guerra comercial frontal contra el gigante asiático y ha aumentado la retórica hostil entre ambos países, el bloque comunitario, fuertemente dependiente de China, quiere evitar una ruptura total. Sin embargo, el anuncio este viernes de un acuerdo comercial sobre materias críticas va en la línea de reducir la dependencia con el país asiático. Y es consecuente con el anuncio de Von der Leyen en enero, en el Foro Económico Mundial, cuando expresó su interés en construir “un club de materias primas críticas para trabajar con socios afines”, entre los que se excluye a China.