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Todas las veces que EEUU anunció que el desastre de Irak estaba encarrilado

Imagen de Bush durante el discurso a bordo del USS Lincoln en mayo de 2003

Javier Biosca Azcoiti

27 de julio de 2021 22:32 h

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EEUU justificó la invasión de Irak en 2003 en base a una información falsa con la que intentó convencer al mundo, pero solo sedujo a un reducido grupo de países –entre ellos la España de José María Aznar–. Desde entonces, la presencia estadounidense en el país ha sido prácticamente ininterrumpida y durante los últimos 18 años, las autoridades han declarado el fin de las operaciones de combate, la retirada o incluso la victoria en varias ocasiones, pero ninguna de ellas ha sido la definitiva. El lunes, Biden anunció el final de la misión de combate en Irak con la esperanza de que esta vez sea la buena.

“Creo que las cosas están yendo bien. Nuestro papel en Irak será estar disponible, continuaremos entrenando, asistiendo, ayudando y lidiando con ISIS, pero no vamos a estar a final de año en una misión de combate”, dijo el presidente tras una reunión con el primer ministro iraquí, Mustafa al Kazemi. El Gobierno no ha dicho cuántos soldados se quedarán en Irak de los 2.500 que hay desplegados actualmente.

A priori, la decisión no representa un cambio radical sobre el terreno, ya que EEUU venía ejerciendo esta labor desde hace tiempo, especialmente desde que se expulsó a ISIS de los territorios que había conquistado. 

La situación en Irak contrasta con la rápida salida de Afganistán, que se ha traducido en una gran expansión de los talibán y un aumento de las víctimas civiles. El número de no combatientes fallecidos en el primer semestre del año aumentó un 47% respecto a 2020 y si se sigue al ritmo actual, 2021 será el más sangriento desde que se empezaron a contabilizar las víctimas en 2009.

Sin embargo, aunque ISIS no controle territorio en Irak, no está derrotado y sigue representando una grave amenaza. “En Irak y Siria, el grupo ha evolucionado a una insurgencia afianzada, explotando las debilidades en seguridad local para encontrar santuarios y atacar a las fuerzas que participan en las operaciones contra ISIS. Ataques en Bagdad en enero y abril de 2021 enfatizan la resiliencia del grupo a pesar de la gran presión de las autoridades iraquíes”, señala el comité de la ONU encargado de monitorizar a Al Qaeda, ISIS y otros grupos terroristas en un informe publicado la semana pasada.

Hace un año, en agosto de 2020, el grupo todavía tenía más 10.000 combatientes entre Siria e Irak, según el subsecretario de la oficina de antiterrorismo de la ONU. Además, según el informe de la ONU de la semana pasada, basado en información de inteligencia de los Estados miembros, la organización terrorista tiene todavía entre 25 y 50 millones de dólares. “Un Estado miembro cree que la mayoría de estos fondos están en Irak, lo que hace a la red siria dependiente de la iraquí”. En abril de 2021, por ejemplo, las autoridades encontraron en Mosul 1,7 millones de dólares enterrados, así como cheques bancarios, oro y plata. El documento de la ONU insiste en la “naturaleza iraquí y siria de la organización”. “El grupo seguirá priorizando consolidarse y resurgir en su área fundamental animado por las dificultades políticas que limitan la estabilización y recuperación de ambos países”.

Salidas y victorias teatralizadas

La situación esta vez parece diferente, pero otras muchas veces EEUU se ha precipitado, ha fallado o incluso ha ocultado información. La primera se dio tan solo 40 días después de la invasión. El 1 de mayo de 2003, el presidente Bush, a bordo de un portaviones con la ahora famosa pancarta de “misión cumplida”, dijo: “Compatriotas, las principales operaciones de combate en Irak han terminado. En la batalla de Irak, EEUU y nuestros aliados han vencido”. La verdadera guerra, sin embargo, ni siquiera había empezado, tal y como reflejan las cifras de muertos.

La aparición de Bush estaba perfectamente escenificada. El presidente aterrizó en el portaviones USS Lincoln a bordo de un caza y vestido con uniforme y casco de piloto. El buque regresaba de su misión en el Golfo Pérsico, pero estaba a escasos kilómetros de la costa. Miembros del Pentágono declararon al Washington Post que el portaviones tuvo que esperar durante horas al presidente en el mar en lugar de dirigirse directamente al puerto tras su viaje de 10 meses para que pareciera que había sido Bush el que había ido a buscarles al mar.

Peor fue la teatralización durante la salida de Paul Bremer, director de la Autoridad Provisional de la Coalición, máximo poder en Irak tras la disolución del Gobierno de Sadam Husein. Bremer fue el encargado de ordenar la disolución de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, del desmantelamiento del partido Baaz y de sugerir que el ejército disparase a las personas civiles que estaban llevando a cabo saqueos amparados por el caos en el país.

Tras disolver la Autoridad Provisional de la Coalición y entregar el poder a un gobierno interino hasta las elecciones de 2005, Bremer abandonó Irak el 28 de junio de 2004, pero el espectáculo montado para fingir una salida triunfal refleja la huida hacia adelante de Washington. La realidad era bien diferente: la amenaza terrorista e insurgente había aumentado.

Así lo describía años después el propio Bremer años después: “Los servicios de inteligencia sugerían que los terroristas y los insurgentes estaban planeando una gran serie de ataques el día 30 [de junio] para avergonzarnos y que pareciese que nos estaban echando. Por eso teníamos que trazar un plan de salida que no supusiese un C-130 [al principio el plan era salir de forma triunfal en el C-130, mismo avión en el que aterrizó Bremer en el país]. Y, por supuesto, lo teníamos que mantener todo en secreto”.

“Subimos las escaleras del C-130 y nos sentamos en él durante unos 15 minutos mientras que la prensa y todo el mundo se iba. Después nos salimos, descargamos el equipaje que estaba en el C-130 y volamos en helicóptero a otra parte del aeropuerto. Y en lugar de salir en un C-130, salimos de forma segura en un avión más pequeño del Gobierno hacia Jordania”.

Obama: irse para volver

Bush tuvo que cambiar de estrategia en varias ocasiones, reforzando considerablemente el despliegue de soldados estadounidenses para reducir la violencia en Irak. Por su parte, Obama había prometido terminar con el fantasma iraquí y aplicó una política de progresiva desconexión. 

“No podemos liberar a Irak de todos aquellos que se oponen a EEUU. No podemos patrullar las calles de Irak hasta que estén completamente seguras. No podemos sostener indefinidamente un compromiso que costará al pueblo cerca de un trillón de dólares. La situación ha mejorado y pretendo sacar a todos los soldados estadounidenses a finales de 2011”, dijo el presidente en febrero de 2009.

Obama cumplió y vendió la retirada como un éxito. El presidente señaló que el entonces primer ministro iraquí, Nuri al Maliki lideraba “el Gobierno más inclusivo de Irak hasta la fecha”. Sin embargo, Maliki era profundamente sectario y las autoridades estadounidenses lo sabían y estaban advertidas desde hace años. 

Tras la retirada estadounidense, el primer ministro iraquí incrementó su persecución contra la población suní y poco a poco la violencia terrorista fue aumentando. Dos años después de la salida estadounidense, Obama y Maliki se vieron de nuevo y Obama reconoció el aumento de la actividad de Al Qaeda. Sin embargo, EEUU se resistió a intervenir hasta que ISIS se comió a Al Qaeda y conquistó buena parte del país sembrando el terror. A petición del Gobierno de Maliki, EEUU volvió a Irak para combatir a ISIS y las presiones internacionales ayudaron a forzar la dimisión del primer ministro iraquí.

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