Juanlu Sánchez es periodista, cofundador y subdirector de eldiario.es. Colabora en La Sexta y en el New York Times. Fue cofundador de Periodismo Humano y como reportero pasó de la cobertura especializada en derechos humanos a documentar la génesis y las consecuencias sociales y políticas del 15M. Es autor del libro 'Las 10 mareas del cambio' y profesor en el Máster Oficial de Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández de Elche.
La hidra
Goldman Sachs, una de las multinacionales bancarias que mejor encarna esa figura difusa de “los mercados”, ha fichado al expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, como su presidente no ejecutivo. Su primera misión será la de ayudarles a lidiar con las consecuencias del Brexit.
Durao Barroso, después de ser el máximo representante ejecutivo de la UE, trabajará para una entidad estadounidense que estuvo involucrada en el origen de la crisis de la deuda en Grecia, que mintió en sus informes para ayudar al gobierno conservador griego a ocultar su déficit y que luego ha apretado la soga de los sacrificios sociales. Es la misma identidad que contribuyó a esa épica del riesgo, del crecimiento infinito y descontrolado, que nos llevó al barro y al crack.
Con este cargo, Durao Barroso culmina una pirámide construida siempre como muleta de los poderes más impopulares de Europa. Como primer ministro de Portugal, ofreció su país para la infame foto de las Azores, conocida en adelante como la foto del trío de las Azores a pesar de que eran cuatro: Barroso también estaba allí. Esa ha sido otra de las habilidades políticas de este economista formado en Georgetown, siempre lo suficientemente hábil para medrar y lo suficientemente prudente para no quemarse con protagonismos que consumieran su carrera demasiado rápido. Barroso fue el amigo marginado de Aznar y Blair en la alianza con Bush para hacer una guerra decidida a espaldas del consenso internacional y en la que Europa, como interlocutor político, sencillamente fue ignorada.
Pues no me pregunten cómo pero ese hombre que puso la mesa para que Tony Blair, George W. Bush y José María Aznar se zamparan el sentido común, la opinión pública y las leyes internacionales de un solo bocado, fue elegido presidente de la Comisión Europea solo un año y pico después del inicio de la guerra. Desde entonces, Durao Barroso ha seguido siendo esa muleta que ni estorba ni sobresale, perfecta para una Unión Europea cada vez más débil y en manos de los gobiernos nacionales.
Cuando la crisis financiera se hizo económica, social, política, democrática, Barroso también eligió bando: el de la Troika, junto al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional. Con sus posiciones tácticas, siempre blandas, Barroso ha ayudado a que Europa sea hoy lo que es: un recuerdo de lo que quiso ser, un paisaje postapocalíptico incapaz de retener a Reino Unido ni de acoger a refugiados.
No es el único alto cargo europeo con vinculaciones con Goldman Sachs, que ha llegado a ver cómo uno de sus asesores más importantes se convertía en primer ministro de Italia en 2011 sin haberse presentado a unas elecciones. Era Mario Monti y le llamaban “el tecnócrata”. O Mario Draghi, por ejemplo, presidente del Banco Central Europeo, que había sido vicepresidente de la compañía en Europa. Las ramificaciones llegan hasta el control de la vivienda pública en Madrid.
Se nos viene a la cabeza una enorme puerta giratoria pero la imaginación nos lleva más allá. En el universo de cómics de Marvel, hay una organización secreta, Hydra, que tiene mil cabezas y se reproduce sola, con agentes secretos que viven infiltrados durante años en estructuras de los Estados más poderosos. Estos agentes parecen servir al interés público pero en algún momento clave de su carrera acciones invisibles pero coordinadas facilitan que gane el mal.
La carrera de Durao Barroso siempre ha buscado cobijo en la sombra más oscura. Su nombramiento no es solo grave como una historia individual, ya en declive. Lo realmente relevante es el mensaje que manda a otros altos cargos y políticos europeos: mirad, si os portáis bien, habrá final feliz para vuestra carrera; la hidra se encarga.
Goldman Sachs, una de las multinacionales bancarias que mejor encarna esa figura difusa de “los mercados”, ha fichado al expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, como su presidente no ejecutivo. Su primera misión será la de ayudarles a lidiar con las consecuencias del Brexit.
Durao Barroso, después de ser el máximo representante ejecutivo de la UE, trabajará para una entidad estadounidense que estuvo involucrada en el origen de la crisis de la deuda en Grecia, que mintió en sus informes para ayudar al gobierno conservador griego a ocultar su déficit y que luego ha apretado la soga de los sacrificios sociales. Es la misma identidad que contribuyó a esa épica del riesgo, del crecimiento infinito y descontrolado, que nos llevó al barro y al crack.