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Análisis Fallout 4, bienvenidos al Yermo

Fallout 4

Daniel Moreno

No hay nada como el olor a rayos gamma por la mañana, sobre todo si son virtuales y no terminan cociéndote los órganos vitales. Y en dicho sentido, para experimentar a fondo lo que sería encontrarnos en un mundo devastado tras un apocalipsis nuclear, no hay nada como la franquicia Fallout de Bethesda, una serie de videojuegos histórica que ha ido creciendo episodio a episodio en tamaño y profundidad, sumergiendo cada vez con más fuerza al jugador en los peligros del Yermo.

Hace cinco años desde el último Fallout, un New Vegas que nos dejó muy buenas sensaciones pero que no estaba al nivel de un Fallout 3 que entró por méritos propios en el Olimpo de los grandes juegos. Por eso le teníamos tantísimas ganas a una nueva entrega, tantas que cualquier mínimo rumor sobre su posible desarrollo generaba ríos de tinta en la Red. Incluso nos comimos un fake sobre su presentación oficial, una artimaña ideada por un fan para forzar a Bethesda a anunciar algo, lo que fuera. Con ello consiguió incrementar aún más las ganas de los jugadores, pero la compañía se mantuvo en sus trece guardando silencio hasta poquitos días antes del E3 2015.

Ahí fue cuando soltaron la BOMBA. Fallout 4 no sólo existía, si no que estaba en una fase muy avanzada de su desarrollo y podremos disfrutarlo este mismo otoño. ¡Toma ya! Nada de tenernos dos agónicos años a la espera soltando de vez en cuando cualquier detalle insignificante para mantener nuestra atención antes de que el juego llegue a las tiendas como hacen prácticamente todas las compañías. Hurra y bravo por Bethesda.

Y por fin aquí lo tenemos. Mañana día 10 de noviembre de 2015 Fallout 4 aterrizará en PC, PS4 y Xbox One prometiendo una nueva epopeya postapocalíptica con súper mutantes, ratas topo, mutarachas, sanguinarios, colonos, necrófilos, bandidos, carroñeros, perros salvajes y, en definitiva, un sinfín de peligros. Todo ello bajo un marco de libertad de acción sin igual.

Porque en todo buen Fallout que se precie tú decides quién quieres ser y qué vas a hacer. Es hora de salir del refugio; bienvenido al Yermo.

Imaginamos que ya todos sabéis de qué va la historia de cualquier Fallout, pero por si acaso haremos una breve introducción. Es el año 2077 y el mundo, después de prácticamente un siglo de bonanza en el que ha perdurado el feliz estilo de vida yanqui de los años 50 con sus familiares ejemplares, sus casitas con jardín, sus autocines y sus camareras en patines, se ve ahora inmerso en una crisis global debido al colapso de la producción y la caída de la demanda. Los recursos escasean y la guerra, tras décadas de paz, vuelve a asolar al mundo hasta el punto de que el apocalipsis nuclear es inevitable.

Pero eso nosotros no lo sabemos. Todo comienza como cualquier mañana más, frente al espejo de nuestro cuarto de bajo, eligiendo el look que luciremos hoy. En este mismo punto el jugador comienza a decidir quién va a ser, escogiendo el sexo de su personaje, el tono de su piel, el color de su pelo, esculpiendo sus pómulos, su altura, su anchura de hombros. Todo. La verdad es que el editor de personajes es muy profundo, y además la forma en la que está planteado, con ese matrimonio idílico que se halaga ante el espejo –‘¡Esos ojos! Ellos son los culpables de que te dijera que sí cuando me pediste salir’– resulta muy orgánica cuadrando a la perfección con la atmósfera del juego y dejando muy atrás esos editores artificiales, sosos e impersonales a los que estamos acostumbrados.

Una vez hemos decidido cómo lucirá nuestro personaje, toca empezar a descubrir el mundo en el que vivimos, que por suerte o por desgracia no será el mismo que el mundo en el que viviremos apenas unos minutos de juego después. Es decir, salimos del baño, conocemos a nuestro criado robótico Codsworth, jugamos con nuestro bebé, leemos el periódico, nos tomamos un café… Llaman a la puerta. Es un vendedor que nos insiste en que firmemos unos papeles para asegurarnos una plaza gratuita en un refugio antinuclear. Vamos a ver, sabemos por las noticias que el mundo está mal, pero ¿en serio van a caer bombas atómicas sobre Boston? ¿En serio vamos a tener que dejar atrás nuestra linda casita a las afueras? La respuesta es sí.

Ya en esta primera conversación con el vendedor podemos ver lo importante que será nuestra forma de relacionarnos con los demás en Fallout 4. Siempre contamos con varias opciones, que van desde el sarcasmo hasta la amabilidad total, el pasotismo o hacernos los tontos. Según como decidamos interactuar en dichas conversaciones podemos obtener unos resultados muy distintos, y eso es algo enorme, porque hay personajes que se sienten intimidados y ceden a nuestras exigencias, otros que se ponen a la ofensiva, que nos desbloquearán misiones, que nos ofrecerán recursos. Podremos así ganarnos amigos y enemigos, e incluso forjarnos valerosos compañeros que nos acompañarán en nuestras andaduras.

No queremos volver a la historia porque sería injusto desvelar nada más. Baste decir que Fallout 4 cuenta con una narrativa más poderosa que en los títulos anteriores, consiguiendo que la historia principal resulte amena, que nos enganche para seguir progresando. Esto es en gran parte gracias a todo un nutrido elenco de personajes secundarios con los cuales podremos mantener largas conversaciones descubriendo sus intereses y actuando así en su beneficio… o no.

Podríamos hablar de misiones principales, secundarias, etcétera. Pero es que al final aquello que define a Fallout 4 se puede condensar en una sola palabra: libertad. Tenemos libertad total para no desviarnos de la trama central o para perdernos en una red descomunal de historias secundarias, de pequeñas misiones que si bien pueden no resultar extremadamente inspiradas, puesto que muchas se resumen a la norma básica de los RPG de sumergirnos en una mazmorra, acabar con el boss y escapar, funcionan bastante bien permitiendo que en cada una de ellas tengamos la sensación de sumergirnos en una nueva y misteriosa aventura.

Tenemos libertad total para ser unos auténticos cabr***zos, unos desalmados que generan pavor allá por donde pasan, o bien podemos ir por ahí en plan hermanita de la caridad encargándonos de los problemas de todo el mundo, incluso aunque ello nos cueste parte de nuestros recursos y tener que jugarnos la vida cada dos por tres. ¿No nos importa nada ni la trama central ni las misiones secundarias? Bueno, pues podemos simplemente dedicarnos a vivir en el Yermo. Nos hacemos con una granjita, la ampliamos, la fortalecemos para defendernos de las incursiones de necrófagos y bandidos, conseguimos atraer a más colonos, comerciamos con nuestros excedentes… Ya está, ¡una vida de ensueño en mitad de un mundo hostil!

He aquí una de las grandes novedades de Fallout 4, uno de esos añadidos con los que no pocos jugadores gastarán horas y horas de su vida. Hablamos de la posibilidad de desbloquear y expandir nuestros refugios mediante un editor bastante sencillo y muy bien integrado. Podremos construir chozas prefabricadas o descomunales chalets de varias plantas, podremos decorar su interior y elegir el mobiliario, establecer tiendas y puestos de mejora de armas, armaduras, químicos y servoarmaduras. Podremos plantar huertos, purificadoras de agua y generadores de energía. Podremos establecer defensas con puestos de guardia, alambradas, trampas, focos y torretas ametralladoras.

En definitiva, podremos construir nuestro propio paraíso postapocalíptico, aunque eso sí, siempre pagando un precio en forma de recursos que, en ocasiones, no serán fáciles de conseguir. Los materiales básicos como la madera y el acero están por todas partes, y de hecho desde el mismo editor podemos desguazar casi cualquier cosa, como coches abandonados o montones de chatarra, para conseguir dichos recursos. Pero, ¿qué pasa con elementos como los fusibles, el material radiactivo, la tela, el cobre, el aluminio y otros tantos? Amigos, aquí nos toca salir de excursión.

Sólo explorando y sumergiéndonos en las diferentes ‘mazmorras’ podremos acceder a los materiales más extraños y codiciados. De hecho una de las cosas que agobian por así decirlo es que en absolutamente todas partes hay algo que podemos recoger. Cafeteras, teléfonos, tijeras para cortar vendas, destornilladores, latas vacías, latas con comida para perros, ventiladores, juguetes antiguos, escobillas de váter, tazas, martillos… Al final tendremos complejo de chatarrero, y en más de una ocasión nos tocará volver al refugio a dejar todos los trastos para poder coger más. Eso sí, menos mal que existe el viaje rápido y la posibilidad de pedir a nuestro compañero de fatigas que (si es que queremos que alguien nos acompañe) que cargue con buena parte de los trastos.

Además de usar toda esa chatarra para construir y mejorar nuestros refugios también podemos venderla a un comerciante al cambio de chapas, la famosa moneda de Fallout. Sin embargo es bastante más divertido invertirla en mejorar nuestro equipo, otra de las grandes maravillas de Fallout 4. Podremos modificar todas las armas optando entre centenares de configuraciones distintas, y eso mola mucho. Una simple pistola puede acabar convirtiéndose en un terrible pistolón con mira réflex y cargador ampliado si contamos con los materiales necesarios, igual que un modesto rifle de cerrojo puede llegar a ser un preciso fusil de francotirador de máxima precisión, una ametralladora de gran cadencia o un fusil laser absolutamente letal. Lo mismo ocurre con nuestra armadura y con la servoarmadura, ese traje robótico que nos dará protección máxima y una cadencia de fuego brutal para enfrentarnos a los mayores desafíos del Yermo. Las posibilidades son, como decimos, casi infinitas.

Hablemos de los compañeros. Ya todos conoceréis por los tráiler al famoso perro, nuestro querido Albóndiga. Toca decir que, si bien la inteligencia artificial tanto del perro como del resto de compañeros es mejorable, dándose alguna que otra situación digna de sucesos paranormales, lo cierto es que resultan francamente útiles. Albóndiga puede por ejemplo alertarnos de la presencia enemiga o encontrar recursos valiosos, además de atacar a los rivales. Pero como decimos hay otros tantos personajes que, dependiendo de cómo les tratemos, querrán acompañarnos, y eso mola porque cada uno de ellos es distinto y podremos trabar una relación más profunda siempre que nuestros actos no les disgusten. Con Piper, la joven periodista, tendremos que actuar como buenos samaritanos y no poner nunca en duda la importancia de ‘la verdad’ sobre todas las cosas, y este no es más que un pequeño ejemplo.

Toca hablar de la acción pura y dura. Fallout 4 destaca por sentirse más natural, más adaptado a los tiempos que corren. Es decir, los combates son un tanto más frenéticos, de forma que se siente más shooter sin perder por ello su esencia RPG. Vuelve por supuesto el V.A.T.S., sistema por el cual podemos ralentizar la acción para escoger dónde queremos disparar a los enemigos, pudiendo causar daños gravísimos en función de la probabilidad de acierto, la parte del cuerpo elegida, nuestra habilidad y las protecciones del enemigo. Qué podemos decir, es muy divertido y aporta ese ‘algo’ completamente diferente al resto de juegos, sumando un plus táctico más que bienvenido y permitiéndonos disfrutar de espectaculares ejecuciones a cámara lenta.

En cuanto a la progresión de nuestro personaje, toca decir que el árbol de habilidades nos ha gustado bastante por su simpleza y posibilidades. En vez de ser el típico berenjenal de opciones, resulta muy intuitivo sin perder por ello profundidad, permitiéndonos potenciar como es lógico todos aquellos puntos que nos hacen ser una persona S.P.E.C.I.A.L., es decir, Fuerza (Strength), Percepción (Perception), Resistencia (Endurance), Carisma (Charisma), Inteligencia (Intelligence), Agilidad (Agility) y Suerte (Luck), de forma que cada cual podrá configurar a su personaje a su gusto. Por otro lado nos encontraremos con un montón de habilidades extra gracias a las cuales podremos abrir cerraduras más complejas, ganaremos bonificación con armas pesadas, resultaremos más difíciles de detectar, resistiremos mejor a la radioactividad y un larguísimo etcétera.

Podríamos seguir hablando durante páginas y páginas de las virtudes de Fallout 4, de todos esos pequeños detalles que lo hacen grande. Sin embargo nadie se leería un tocho así, por lo que pasamos a hablar de las cosas que no nos han gustado tanto, que las hay. Para empezar hemos comentado ya los problemas con una IA aliada que suele desaparecer de nuestra vista, que no está cuando la necesitamos, que se mete por en medio en el momento más inoportuno o a la que tenemos que estar salvando cada dos por tres. Ojo, nunca mueren, pero sí que es cierto que son muy dados a caer inhabilitados cada dos por tres debido a su poca cabeza a la hora de combatir. Y sí, la IA enemiga parece que tampoco se ha sacado el Graduado Escolar.

Por otro lado nos encontramos con un buen puñado de bugs que, si bien no nos han resultado particularmente graves, sí que ensucian la experiencia. Personajes que nos dan la espalda en mitad de una conversación, paredes que desaparecen y aparecen ante nuestros ojos, secundarios que se atascan con cualquier cosa mientras caminan, compañeros que caen al vacío de forma absurda y que nos dejan solos por largos periodos de tiempo… En fin, toda una retahíla de errores que por otro lado suele ser habitual en este tipo de producciones. No olvidemos nunca lo complejo y costoso que es desarrollar un mundo abierto tan amplio y repleto de posibilidades como este.

Pero lo que menos termina de convencernos es todo lo relacionado con la faceta técnica del juego. Ya intuíamos que Fallout 4 no iba a ser un bombazo gráfico, pero es que hay ciertos puntos que son más propios de la pasada generación que de la actual, puntos que cantan y entorpecen la inmersión. Y es un fastidio porque desde Bethesda han hecho un trabajo sensacional a nivel artístico, un trabajo que como decimos no se aprovecha tanto como nos gustaría a nivel técnico.

Fallout 4 es capaz de dejarnos con bellísimas estampas, eso es cierto. Es una delicia descubrir como una tormenta de lluvia ácida comienza a formarse sobre nuestras cabezas mientras exploramos el Yermo, generando una atmósfera verdosa que apenas consiguen atravesar los rayos del Sol, igual que existen otros tantos detalles muy buenos. Pero por desgracia como decimos cantan bastante más esas animaciones de otra era, esa falta de detalle en las vestimentas, la iluminación pésima de los personajes en ciertas estancias interiores, las texturas planas… Una pena.

A nivel sonoro nos encontramos ante una joya. Cuenta con una amplia banda sonora compuesta por una infinidad de temas de época muy acordes al universo Fallout, con artistas como The Five Stars, Ella Fitzgerald, Jim Lowe, Louis Armstrong, Billie Holiday, Phil Harris, The Slim Gaillard Quartette y muchos otros. Además nos llega completamente doblado al castellano, con un muy buen nivel en las voces para que ningún jugador pierda detalle alguno.

Lo mejor:

  • La absoluta sensación de libertad. Tú decides quién y cómo quieres ser y el mundo que te rodea reaccionará en consecuencia.
  • Todas las oportunidades y peligros que alberga el Yermo. Descubrir nuevos asentamientos, personajes, compañeros, equipo, chatarra… Morir en un pispás ante una criatura que no conocemos. Maravilloso.
  • Las posibilidades de personalización tanto a la hora de fortalecer y ampliar nuestro asentamiento como a la hora de ‘tunear’ nuestras armas y armaduras para hacer de ellas algo único.

Lo peor:

  • La verdad es que no esperábamos menos, pero ahí están toda una serie de gliches y bugs que afean la experiencia. Por suerte no nos hemos topado con ninguno realmente grave y algunos incluso resultan cómicos.
  • A nivel técnico podía haber dado mucho más de sí. Es cierto que Fallout 4 ofrece bellísimas estampas y que cuenta con detalles de calidad, pero temas como las animaciones obsoletas y el escaso detalle de ciertos elementos restan puntos.

Conclusiones

ConclusionesAnálisis Fallout 4, bienvenidos al Yermo

Nos encontramos ante el que es sin lugar a dudas y por méritos propios uno de los videojuegos más grandes de los últimos años. Fallout 4 no es perfecto, desde luego, puesto que cuenta con toda una serie de pequeños errores que si bien no son realmente graves están ahí para enturbiar la experiencia general, pero no por ello deja de ser un título absolutamente mágico, absorbente. Al final lo más importante en un videojuego es que sea capaz de sumergirte en un mundo nuevo, que te distraiga de tu vida cotidiana, que te aporte algo diferente o que sencillamente te entretenga durante horas y horas, y eso es algo que la última joya de Bethesda sabe hacer a la perfección.

Sinceramente, aunque le hayamos dado de lo lindo durante días, invirtiendo horas y horas en la campaña, en misiones secundarias, en personalizar nuestros asentamientos o, sencillamente, en hacer el cabra por el Yermo, seguimos teniendo un mono brutal por Fallout 4, potenciado por la sensación de que nos hemos dejado muchas, muchas cosas por descubrir, y eso es algo que pocos juegos consiguen hoy en día.

Estando como estamos bombardeados continuamente por libros, películas, series y un torrente continuo de videojuegos es difícil que cualquiera de ellos nos haga sentir S.P.E.C.I.A.L. –o metía este ‘chiste’ o explotaba–. Pero como hemos dicho ya tantas veces Fallout 4 lo consigue, hasta el punto de que oye, si mañana empiezan a caer bombas atómicas del cielo, nosotros ya sabemos a la perfección cómo nos las vamos a apañar para salir adelante. ¿Hace una brocheta de mutaracha? ¡Son deliciosas!

Por: Daniel Moreno

Análisis Fallout 4, bienvenidos al Yermo

11/09/2015

9 / 10 estrellas

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