El pasado día 3 de noviembre nos topamos con una noticia cuanto menos sorprendente: la editora estadounidense Activision, responsable de licencias superventas como Call of Duty y Destiny, había comprado a la compañía King Digital Entertainment por la friolera de 5.370 millones de euros. Es decir, se habían agenciado a los responsables del que sin lugar a dudas es uno de los mayores fenómenos dentro del campo de los videojuegos para móviles, la franquicia Candy Crush Saga.
Este movimiento encontró no pocos detractores en la red, sobre todo jugadores preocupados por la posibilidad de que la editora comience a centrarse con mayor fuerza en el desarrollo de juegos para móviles en detrimento de las grandes superproducciones para videoconsolas y ordenador a las que nos tiene acostumbrados. Sin embargo pocos pueden negar que a nivel comercial es una decisión cuanto menos acertada, puesto que Candy Crush sigue generando beneficios estratosféricos y todo apunta a que así seguirá siendo.
El propio Michael Pachter, sin lugar a dudas uno de los analistas más controvertidos del sector, ha salido en defensa de Activision asegurando que fue un “movimiento brillante”, puesto que sitúa a la editora en una posición muy cómoda, pudiendo “ganar lo que desee con la creación de nuevas IPs”. Esta afirmación surge a raíz de que no pocos se cuestionen los motivos que han llevado a la editora a invertir tal suma de dinero en adquirir King en vez de en crear nuevas y poderosas licencias como Destiny.
Para poner un ejemplo de lo que puede dar de sí la compra de King por la editora, Pachter señala a la posibilidad de crear una especie de Clash of Clans, otra de las licencias para móviles más rentable, bajo el amparo de World of Warcraft, el rey de los MMO propiedad de Activision Blizzard.