Santiago Segura (Madrid, 1965)... No. Comenzamos de nuevo. Santiago Segura (Carabanchel Bajo, Madrid, 1965) rodó sus primeros cortos con una cámara Super8 que compró en el Rastro de la capital. Desde entonces hasta hoy, cuando la máxima institución representativa del cine en nuestro país le concede la Medalla de Oro, este actor y director ha pasado por todas las fases imaginables: ha conocido el desmesurado éxito de taquilla de la saga Torrente y ha sufrido el desprecio de la profesión precisamente por eso, por hacer dinero con una serie de comedias que no pretendían más que entretener.
“Es un orgullo para la Academia de Cine concederte esta Medalla de Oro. Y por favor, no la lleves a empeñar el lunes al Monte de Piedad, porque te conozco”, decía la presidenta Yvonne Blake durante un discurso plagado de humor para presentar al invitado de honor. La figurinista se refería al anterior presidente como “Resines el breve” para recordar que fue él quien propuso el galardón durante su corto mandato, y a continuación recordaba los actos que jalonarían la jornada, desde una comida en el Hotel Palace hasta la cena de gala en el Hotel Ritz. Y le recordaba que no tendría que pagar nada. De nuevo el dinero.
La pregunta sobre su relación con la Academia de Cine recibía una respuesta de protocolo... pero no en su totalidad. ¿Es la Medalla de Oro una reconciliación con la institución? “No lo siento así, siempre lo he entendido perfectamente. Me he sentido muy bien tratado por la Academia. Los tres premios Goya que tengo son los que nunca más voy a tener: el Goya al Mejor Cortometraje, que me hizo muy feliz, Actor Revelación... y Director Novel. Y yo pensé que si llegaba a los 85 me darían el de Honor. En cuanto al resto... ¿qué más premio hay que el hecho de que la gente vaya a ver tus películas? De lo que sí me quejo es de la relación entre la comedia y los premios técnicos. Pero no, no es una reconciliación, es un premio de los compañeros que agradezco muchísimo”.
La comedia y la producción
La comedia y la producciónDice Segura que su dedicación a la comedia era altamente improbable. “Soy una persona que se dedica a la comedia cuando soy una persona profundamente depresiva, creo que tengo problemas psicológicos... como muchos de vosotros habéis comprobado viendo mi filmografía”, aseguraba. Después se definía como “anormal” porque la normalidad es muy aburrida, y se revolvía contra la idea de que la Medalla de Oro se le entregara como culminación a su carrera. “Que me den una medalla a mi trayectoria cuando yo pensaba que estaba empezando... ¡me quieren retirar! Luego vi que la tenían Maribel Verdú y Aitana Sánchez-Gijón, que son muchachas jóvenes. Más que por la calidad, me dan el premio porque he hecho muchas cosas... pero no he hecho nada en el mundo del cine, me queda muchísimo por hacer”.
Como actor ha trabajado a las órdenes de Álex de la Iglesia, Guillermo del Toro o Fernando Trueba -el próximo día 25 estrena La reina de España-, pero su carrera como productor también empezó muy pronto. “Mi carrera como productor es errática, soy productor a la fuerza. Con mi primera película vi que mi productor se enriquecía, y por eso empecé. Producir es muy difícil. El tipo de productor que yo admiraba cuando empecé en esto... es esa imagen legendaria de alguien que tiene una idea que le emociona, busca un director, las estrellas más indicadas... y consigue hacerlo empeñando su mansión de Hollywood”, continuaba, para después revelar una contradicción. “Cuando he dirigido no me ha gustado que el productor imponga nada. Yo como productor nunca le he dicho a un director lo que tiene que hacer, pero en el fondo es el productor que me gustaría ser”.
Decía que le queda mucho por hacer. ¿Qué es ese “mucho”? “Triunfar es lo que me gustaría. Yo lo que quiero es... como Yvonne, un Oscar. No”, decía rectificando su broma y soltando una carcajada, “me gustaría seguir ilusionado. Levantarme cada mañana con algún proyecto o algún papel que me motivara. Me gustaría seguir así hasta el final de mis días”. Y una reflexión. Nunca se ha planteado ser presidente de la Academia de Cine, y le ha deseado mucha suerte a Yvonne Blake... devolviéndole las bromas del discurso inicial: “Tu discurso en los Goya va a ser tan recordado como el rap de Resines”.