Dijo Seteve Jobs el pasado 9 de enero durante la presentación en sociedad del iPhone que Apple “había reinventado el teléfono”. No le faltaba razón. Su lanzamiento fue uno de los más esperados y el nuevo terminal se convirtió en el objeto del deseo de gran parte de la población estadounidense que no dudó en rascarse el bolsillo para hacerse con uno de los terminales más caros del mercado.
Pero no sólo ocupa los primeros puestos en lo que a precio se refiere. También en cuanto a contaminación. Así lo ha denunciado públicamente la organización ecologista Greenpeace que denuncia a Apple de utlilizar componentes potencialmente tóxicos en la fabricación de un terminal y unos accesorios que ya utilizan más de un millón de personas en EEUU. Lo cierto es que la toxicidad del iPhone se refiere, según los análisis realizados por Greenpeace, determinadas piezas que contienen productos que otros fabricantes han eliminado hace tiempo de las cadenas de producción.
Greenpeace destacó la presencia de bromo, un material usado en productos para la extinción del fuego, en más de la mitad de las muestras del iPhone analizadas. Además también quiso resaltarar la presenciad (1,5 por ciento) de ftalatos, compuestos químicos usados para aumentar la flexibilidad de los plásticos y que están prohibidos en la fabricación de juguetes para niños en la Unión Europea (UE), en el plástico que recubre el cable de los auriculares. Lo cierto es que, pese a que la presencia de dichos productos tóxicos es significativa, no viola la normativa comunitaria relativa a la fabricación de estos dispositivos.
El responsable de la campaña antitóxicos de Greenpeace, Zeina Alhajj, criticó a Apple señalando que la compañía de Jobs “está lejos de liderar el camino hacia una industria electrónica verde, mientras competidores como Nokia están vendiendo ya teléfonos móviles libres de PVC”.
La primera reacción no ha tardado en llegar ya que, tras la publicación del estudio el Centro para la Salud Ambiental (CEH), con sede en California, ha hecho pública su decisión de demandará a Apple ya que las leyes del estado obligan a los fabricantes a informar de la presencia de ftalatos en sus productos.