A cuatro años que expire el Protocolo de Kioto, unos 160 representantes de todo el mundo se reúnen en Bali este lunes, para celebrar la 13ª Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, con la esperanza de elaborar una hoja de ruta para un acuerdo futuro, que se podría firmar en 2009, y que prepararía las bases definitivas para la renovación del tratado firmado en la ciudad japonesa en 1991. A pesar del optimismo mostrado por la organización internacional, sus principales responsables han advertido ya que, de fracasar el encuentro, la reputación de Naciones Unidas como agente contra el cambio climático quedaría seriamente dañada.
Así, la Conferencia de Bali tiene como objetivo trazar una “hoja de ruta” para renegociar un Protocolo que cada año que pasa tiene más problemas para adaptarse a las circunstancias impuestas por países como India o China. El objetivo fundamental ya no sólo se concentra en la reducción de emisiones de gases nocivos. El proceso se ha complejizado y ahora, Bali emergería como una solución para resolver cuestiones de adaptación, cooperación tecnológica; o los métodos para financiar una respuesta al cambio climático. Pero, sobre todo, Bali se trata de un intento para establecer una metodología y un calendario de cara a un acuerdo internacional para dentro de dos años.
“La Conferencia de Bali será la culminación de una dinámica establecida durante el debate climático de los últimos doce meses, y es necesario un éxito en forma de una hoja de ruta para un futuro acuerdo sobre el cambio climático”, declaró el secretario ejecutivo de la Convención sobre Cambio Climático en el el Marco de Naciones Unidas (CCMNU), Yvo de Boer, que sin embargo advirtió de que el fracaso del encuentro supondría “la pérdida de la fe” en la capacidad de Naciones Unidas “para abordar el proceso”.
RESOLUCIÓN DE DIFERENCIAS Y CIERTA ESPERANZA
El principal punto de conflicto, como lo fue hace ya 16 años, es la negativa de los países industrializados a cesar sus emisiones de gases tóxicos a cambio de sacrificar un porcentaje de beneficios para la industria. Sin embargo, el crecimiento económico experimentado a un nivel global en estos años ha provocado un problema mucho más complejo que ya no está sujeto a consideraciones tan limitadas. “Muchos países señalan, con toda la razón, que no deberían limitar su crecimiento para solucionar un problema que otro ha causado”, declara el secretario ejecutivo.
De Boer reconoce “enormes divisiones” en este aspecto. “Por ejemplo, si la Unión Europea propone limitar el incremento de la temperatura a dos grados, los representantes de las pequeñas islas dirán: 'Si dejáis que eso suceda, nuestros países desaparecerán bajo las aguas'”. Se trata de un enfrentamiento entre estos países que “insisten en actuar rápidamente contra el cambio climático” y aquellos que “dependen económicamente de la exportación de petróleo y se preguntan sobre sus expectativas económicas después de la firma de un tratado” pro medioambiental.
Sin embargo, la ONU ha reconocido que existen razones para el optimismo. Las reuniones realizadas este último año han contribuido a la celebración de este encuentro en Bali. En la Cumbre del G-8 celebrada el pasado mes de junio en Heiligendamm, los líderes del grupo acordaron negociar un acuerdo post Kioto con el apoyo de las economías emergentes: China, India, Brasil, México y Sudáfrica.
En septiembre, durante el Evento de Alto Nivel sobre Cambio Climático celebrado en Nueva York, organizado por la ONU, ochenta jefes de Estado y de Gobierno coincidieron en abordar esta situación a través de una acción concertada, e instaron al apoyo internacional para el encuentro del próximo lunes. Prácticamente se trató del único punto en el que coincidió con la otra gran cumbre realizada ese mismo mes , organizada por Estados Unidos y convocada en Washington, donde los asistentes al llamado Encuentro de las Principales Economías en Cambio Climático y Seguridad Energética también se comprometieron a respaldar la reunión de Bali.
“Creo que, en el transcurso de 2007, se ha visto una concienciación política del mensaje científico” que alerta del peligro del cambio climático, según de Boer. El secretario ejecutivo consideró que los estados han adquirido “el progresivo conocimiento” de que “es necesario hacer algo para responder” a los problemas medioambientales.
ESTADOS UNIDOS
La negativa de Estados Unidos a la firma del Protocolo de Kioto ha sido el golpe más duro a la iniciativa a favor del medio ambiente. Washington ha mostrado en muchas ocasiones su deseo que se reduzcan las emisiones de gases tóxicos, pero no está dispuesto a que se le obligue a ello. Es decir, se negó a comprometerse legalmente con el acuerdo de 1991.
No obstante, la actitud de Estados Unidos, que estará representado por subsecretaria de Estado para Democracia y Asuntos Globales, Paula Dobriansky, “ha cambiado”, según De Boer, que cree que Washington “ahora está dispuesto a negociar”, pero siempre bajo un acuerdo en el que el cumplimiento de sus objetivos sean completamente voluntario. El secretario ejecutivo de la ONU considera que, a pesar de ello, “la adopción voluntaria de un acuerdo queda inscrita en la legislación a nivel nacional, por lo que es legalmente vinculante, aunque a distinto nivel”.
Por ello, el deseo de Naciones Unidas es, primero, establecer los puntos fundamentales a tratar después de la reunión de Bali y, a continuación, decidir que parte de ellos se regularían en el ámbito nacional, cuáles en el internacional y, en general, cuáles serían declarados vinculantes o no. Pero para Europa y las economías en desarrollo esa perspectiva puede no ser del todo convincente, ya que desde el principio se ha pedido que los países industrializados se comprometan legalmente a cumplir los puntos del acuerdo, o que de lo contrario se expongan a sanciones.
ECONOMÍAS EMERGENTES
Las nuevas economías son un factor añadido en el cuadro global, y también son fuente de problemas. En general, combinan altos niveles de industrialización con gran pobreza social. Cualquier corte energético afecta gravemente a la población. Por ello, “la UE no puede pedir a India que restrinja el acceso a la energía a 400 millones de personas con semejantes niveles de pobreza, según las conclusiones arrojadas por el último Informe sobre Desarrollo Humano.
De Boer reconoce que el informe “tiene toda la razón del mundo” pero considera, no obstante, que es posible conseguir que la población acceda a “fuentes de energía, descentralizadas y no contaminantes”. “No se trata de recortar el acceso a la energía, sino de dotarles de ”una energía moderna“, explicó el secretario.
Si a países con la población que tienen China, India o Brasil, se les permite la misma tasa de emisiones tóxicas per cápita de la que gozan los estados industrializados, se calcula que la “factura energética” de estos países sería hasta 11 veces más elevada que en la actualidad. “¿Cuáles serían las consecuencias para el aire?”, se preguntó De Boer. “Éticamente, todos los seres humanos tienen el derecho a emitir la misma cantidad de polución, pero el objetivo es convertir a India en el país más rico del mundo, con las emisiones per cápita más bajas del planeta”, un modelo que debería aplicarse al resto de países en vías de desarrollo.